VN41 - Eneo

Su nieto, lejos de pensar que esa primera vendimia cambiaría su vida, se dedicaba al marketing en México pero ese 2009 algo en su cabeza hizo click: “Provengo de una familia latina donde el vínculo familiar es muy estrecho y siempre va relacionado con la mesa y la comida. De hecho, en mi casa solo podías fallar a esas citas si tenías que trabajar o estudiar. Para nosotros, esos eran los momentos de unión, un espacio donde charlar y contarnos historias y si había algo que nunca faltaba, era vino”, dice Grajales. Tras años dándole vueltas, en 2012 decidió vender su agencia de marketing y apostar por el vino. Visitó la Toscana, La Rioja, Toro… Pero fue el sur del Montsant el que le cautivó. Concretamente, una finca aristócrata ubicada en el municipio de Marçà (Tarragona), entre la sierra de Llaberia y la Mola de Colldejou –y a solo 300 metros de la estación de tren–: “Mas Figueres era el sueño que buscábamos ya que reunía la esencia, el carácter y el misticismo que solo se encuentra en sitios con historia. Lo nuevo se puede construir, pero el resto es necesario encontrarlo y entenderlo”, subraya. Y, efectivamente, lo encontró y decidió crear el primer alojamiento enoturístico de todo el Priorat formado por Mas Figueres y las viñas de su alrededor: “No conocía los vinos de la DO Montsant. En realidad, no sabía ni que existían… Pero los caté y algo en mi se despertó, especialmente al probar la Cariñena”, se sincera. Y tal vez no fue casualidad, porque el abuelo le confesó a Grajales que en 2004 ya habían visitado juntos la zona del Priorat en unas vacaciones y ambos quedaron impresionados por la región. Así, con solo 26 años, un rebelde y emprendedor Fernando Grajales vio la oportunidad de producir vinos en este terroir único y adquirió viñedos antiguos para dar vida a su visión. Con el objetivo de elaborar vinos de alta calidad, reunió a un equipo joven y ambicioso que compartía su pasión y filosofía. Junto con la enóloga Noemí Javierre, comenzaron a producir vinos excepcionales que eran verdaderas expresiones de la región de Montsant. Y más tarde se unió el responsable comercial, Andreu Cardenyas. El resultado fue el nacimiento de Dosterras, una bodega que desde entonces se ha convertido en un referente de excelencia en la elaboración de vinos y que se puede definir con la misma palabra que a su equipo: sorprendente. Y es que si hay algo que las 3 caras visibles del proyecto tienen en común es su ímpetu, su punto de rebeldía y su forma única de entender el vino. Tienen personalidad, son atrevidos y decididos, igual que sus elaboraciones: “Desde el inicio nuestra voluntad fue crear vinos de guarda, de gama alta, que es el legado y la filosofía que me trasladó mi abuelo”, expone Grajales. En este sentido, su abuelo también le trasladó el amor por la tierra, motivo por el que Dosterras practica una viticultura consciente, respetuosa con el medio ambiente y asumiendo que los riesgos existen, pero que deben ser combatidos de la forma más natural posible. Fernando Grajales, propietario de Dosterras, junto a Andreu Cardenyas, director comercial, nos deleitaron con una cata de sus mejores vinos. En Dosterras se cosecha meticulosamente a mano y se seleccionan solo las mejores uvas. 59 PEQUEÑAS BODEGAS

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