Gases residuales Durante la fermentación del mosto, las levaduras responsables de convertir el azúcar en alcohol también generan una gran cantidad de CO2, que se pierde en los procesos mecánicos tradicionales de vinificación. Este subproducto de la vinificación es uno de los principales responsables del calentamiento global, y las bodegas están explorando alternativas para tratar estos gases excedentes y disminuir sus huellas de carbono. En la elaboración de vinos espumosos, este CO2 puede ser capturado y reintegrado al producto final, lo que ayuda a potenciar su intensidad aromática. Otra aplicación, introducida por el proyecto Euskowine, desarrollado por cuatro bodegas vascas con el apoyo de Tecnalia y financiado por Hazitek y el programa FEDER, ha logrado capturar y reutilizar el CO2 emitido durante la fermentación alcohólica. El CO2 capturado se utiliza para esterilizar los depósitos de vino, evitando la oxidación y mejorando la calidad del producto, al tiempo que reduce las emisiones de gases a la atmósfera. Igualmente, la bodega Familia Torres ha implementado un innovador sistema para capturar y reutilizar el CO2 generado durante la vinificación, lo que ha permitido reducir su huella de carbono y ahorrar aproximadamente 10.000 euros por campaña. Desde 2021, este sistema ha capturado y reutilizado 20 toneladas de CO2 en cada campaña. El CO2 capturado se almacena y se utiliza posteriormente como gas inerte para prevenir la oxidación del vino. A continuación, se presenta un ambicioso proyecto que tiene como objetivo abordar de manera integral el tratamiento de gases y aguas residuales en las actividades vitivinícolas, promoviendo la producción de vinos con un impacto ambiental mínimo e introduciendo usos innovadores para ambos tipos de residuos. CASO DE ÉXITO: EL PROYECTO REDWINE El Proyecto RedWine tiene como objetivo reducir en al menos un 31% las emisiones de CO2 en la industria vitivinícola mediante el uso innovador del CO2 generado durante la fermentación. En el corazón de esta iniciativa, que combina la captura de CO2 y el tratamiento de aguas residuales, se encuentra una microalga cada vez más conocida: la Chlorella. En este sentido, este proyecto se enfoca en integrar los gases residuales de la fermentación del vino tinto y los efluentes líquidos de las bodegas en el cultivo de biomasa de Chlorella. Este enfoque no solo diversifica las fuentes de ingresos para los productores de vino al crear nuevos productos para los sectores alimentario, cosmético y agrícola, sino que también impulsa la producción de vinos con cero emisiones. Concretamente, en las primeras fases del proyecto, se capturarán 1.200.000 litros de gas, compuesto principalmente de CO2 y compuestos orgánicos volátiles. Posteriormente, se llevará a cabo la separación de la espuma, la filtración de impurezas, y la compresión y enfriamiento del gas para almacenarlo en estado líquido en la bodega. Un sistema de inteligencia artificial controlará los parámetros del proceso y permitirá la medición continua del gas, que será inyectado en los cultivos de microalgas para mejorar la eficiencia de disolución y la absorción celular. Adicionalmente, el proyecto busca crear un entorno que promueva la bioeconomía, estableciendo una nueva cadena de valor. También se centra en el desarrollo de cuatro nuevos productos de consumo: mariscos veganos, cosmética natural, bioestimulantes/bioplaguicidas y vino ecológico. En definitiva, este proyecto busca generar nuevas oportunidades económicas y laborales en zonas rurales, al mismo tiempo que satisface la creciente demanda de productos sostenibles y saludables. Además, ofrece a los productores de vino un nuevo modelo de negocio rentable y sostenible. n 65 BODEGAS INTELIGENTES
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