Las variedades minoritarias constituyen una reserva de variabilidad y diversidad genética importante, y pueden ser una buena herramienta para adaptar los viñedos al cambio climático, ya que la mayoría de ellas mantienen niveles interesantes de acidez, algunas brotan y maduran tarde, u otras tienen bayas y racimos pequeños. Estos aspectos hicieron que fueran relegadas, pero en la situación actual y de futuro son características muy valiosas. El objetivo de este trabajo ha sido realizar la caracterización enológica de nueve variedades minoritarias de Castilla y León para la elaboración de vinos tintos jóvenes. Se elaboraron vinos tintos de las variedades Bruñal, Gajo Arroba, Mandón, Tinto Jeromo y Bastardillo Chico en la DO Arribes; Estaladiña y Merenzao en la DO Bierzo; Cenicienta en la DO Rueda; y Negro Saurí en la DO León de la vendimia de 2019, siguiendo el método tradicional en tinto y la fermentación se realizó con las levaduras autóctonas. Se determinaron los parámetros enológicos, distintas familias fenólicas, así como los parámetros de color. Las variedades más destacadas fueron Bruñal, Estaladiña y Cenicienta, seguidas de Mandón, Gajo Arroba y Tinto Jeromo, y permitieron la elaboración de vinos tintos con características diferentes y con buen potencial enológico, que permiten una clara tipificación y diferenciación de sus vinos. Además, estas variedades, principalmente las tres primeras, tienen una maduración adecuada y con un buen equilibrio, por lo que pueden ser de interés para atenuar los efectos del cambio climático. 1. INTRODUCCIÓN En las últimas décadas se ha producido en muchas zonas vitivinícolas españolas un importante desarrollo y una fuerte actividad en el sector vitivinícola. Las nuevas plantaciones se han realizado en general con un número reducido de variedades, las más difundidas y conocidas, por lo que muchos viñedos con variedades autóctonas minoritarias han sido o están siendo abandonados o sustituidos. Este hecho se enmarca en la “erosión genética del viñedo”, produciéndose la pérdida del patrimonio vitícola de variedades locales, que constituyen una reserva de variabilidad genética de gran potencial, aunque quizá por su menor rentabilidad se encuentran actualmente en peligro de extinción (Cabello et al., 1999). García de los Salmones (1914) cita 162 variedades blancas y 175 tintas prefiloxéricas en las zonas vitivinícolas del territorio actual de Castilla y León, aunque este número probablemente incluía un alto número de sinonimias. En los trabajos de prospección llevados a cabo en Castilla y León desde el año 2002 por el ITACyL, se ha localizado un importante número de variedades minoritarias, procediendo a su identificación, recuperación y a su conservación en un amplio Banco de Germoplasma (Rubio et al., 2005). Las variedades minoritarias constituyen una reserva de variabilidad y diversidad genética importante y cada vez más necesaria, y por su propia supervivencia, suelen estar totalmente adaptadas a los suelos y climas de cada zona. Por ello, además de constituir una alternativa varietal frente al cambio climático, pueden suponer una ventaja competitiva debido a una clara tipificación y diferenciación de sus vinos y sus zonas de producción. En las prospecciones realizadas en Castilla y León por el ITACyL, se han identificado un gran número de variedades, y un cierto número de ellas han despertado mayor interés en el sector vitivinícola debido a sus características agronómicas y su potencial enológico. El objetivo de este trabajo ha sido realizar la caracterización enológica de un grupo de 9 variedades minoritarias tintas de Castilla y León con mayor interés para la elaboración de vinos tintos jóvenes. 2. MATERIAL Y MÉTODOS 2.1. Elaboraciones Se elaboraron vinos tintos jóvenes de las variedades Bruñal, Gajo Arroba, Mandón, Tinto Jeromo y Bastardillo Chico en la DO Arribes; Estaladiña y Merenzao en la DO Bierzo; Cenicienta en la DO Rueda; y Negro Saurí en la DO Tierra de León de la vendimia de 2019. Las elaboraciones se realizaron en depósitos de acero inoxidable de 150 litros en la Estación Enológica de Rueda, siguiendo el método tradicional en tinto. Se realizó un despalillado, estrujado y encubado, y la fermentación alcohólica se llevó a cabo con las levaduras autóctonas, control de densidad y temperatura diarias y bazuqueo diario sin remontado. Una vez finalizada, los vinos se descubaron, prensaron y trasegaron y se mantuvieron a 18 °C para llevar a cabo la fermentación maloláctica. Tras la fermentación alcohólica y maloláctica, los vinos fueron trasegados, estabilizados y embotellados para su análisis. 2.2. Métodos analíticos Se determinaron los parámetros enológicos según los métodos oficiales 41 VARIEDADES
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