63 SOSTENIBILIDAD No es de extrañar, por tanto, que existan numerosas marcas y certificaciones de sostenibilidad en el sector. La mayoría tienen, al menos, cinco años de historia y enmuchos casosmás de diez. Lamayoría giran en torno a temas parecidos, como la mejora de la biodiversidad, la reducción de los insumos energéticos y químicos o la reducción de los residuos y la huella de carbono, aunque cada una tiene prescripciones y énfasis ligeramente diferentes. En total, los esfuerzos en aumentar la sostenibilidad de la última década han supuesto una inversión asombrosa por parte de la industria del vino, tanto en términos de dinero como también de tiempo y energía. Por desgracia, su recompensa en el mercado ha sido desigual. Los consumidores se sienten bien con la idea de la sostenibilidad en los productos que compran, pero parecen menos dispuestos a pagar una prima para adquirirlos. Esto hace que muchos líderes de la industria se pregunten: si la sostenibilidad lucha por justificar su precio premiumen tiempos de bonanza, ¿qué pasa cuando la inflación y los costes energéticos diezmanel poder adquisitivo de los consumidores? ¿Será la sostenibilidad, por utilizar una vieja analogía ecologista, el camino del dodo? Según los datos de los que disponemos, el impacto de una posible recesión o una desaceleración significativa del crecimiento en las principales economíasmundiales puede reducir el deseo de adquirir productos sostenibles. Sin embargo, resulta alentador –a largo plazo–el hecho de que las tendencias demográficas y de estilo de vida estén actuando como vientos de cola positivos para los productos sostenible. Las empresas vitivinícolas que cuenten con una estrategia de sostenibilidad (y un precio más alto que la acompañe) tendrán que esforzarse en los próximos 12 meses para mantener su presencia en las listas de ventas, centrándose en la relación calidadprecio y la conveniencia del producto, en lugar de atributos más esotéricos. Los datos de consumo de Wine Intelligence sugieren que, independientemente de lo que digan sobre lo mucho que les gusta la sostenibilidad, las decisiones de compra de los consumidores se rigen principalmente por el valor subyacente del producto y su utilidad personal. Al final, los consumidores no comprarán un producto cuyo sabor no les guste sólo porque estén haciendo algo bueno para el mundo. Por eso, si una marca es capaz de ofrecer un producto de gran sabor, a buen precio, interesante y con un mensaje positivo sobre la sostenibilidad, podría ser el escogido en el lineal. Así pues, a largo plazo, el panorama de los vinos sostenibles parece más positivo. El deseo de comprar vino que se anuncia como sostenible muestra una marcada división generacional entre los consumidores más jóvenes –entre 20 y 30 años– que están fuertemente motivados para comprar en esta categoría (y en muchos casos ya lo están haciendo)– y los consumidores de más edad –de 50, 60 años o más–, que en gran medida no se sienten atraídos por las declaraciones de sostenibilidad. Estos bebedores de mayor edad dominan actualmente la mayoría de los principales mercados desarrollados en términos de volúmenes consumidos, y también son, en general, mucho más conscientes del precio. Los consumidores más jóvenes tienden a beber menos y a gastar más en una botella cuando deciden beber vino. En 5 o 10 años, estos jóvenes entrarán en su edad de consumo principal y sus deseos y gustos empezarán a dominar el mercado. Si son capaces de mantener esta visión positiva del vino sostenible, su comportamiento puede hacer que estos vinos ocupen posiciones más relevantes dentro de la categoría.n
RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx