Eneo26 - Técnicas, equipos y productos para la enología y la viticultura

62 CAMBIO CLIMÁTICO el GLOBALVITI, liderado por Familia Torres, el IRTA ha estudiado las carac- terísticas de 5 clones (3 de Garnacha negra propiedad del INCAVI y dos de Garnacha blanca propiedad de Familia Torres) y han determinado cuáles de ellos estánmejor adaptados a la sequía y qué mecanismos fisiológicos lo per- miten. “Cada variedad de vid tiene una identidad genética única, pero las plan- tas acumulanmutaciones puntuales a lo largo del tiempo que se traducen en variaciones genéticas de una misma variedad, que se pueden seleccionar y multiplicar. Estas variaciones son las que hacen que haya clones de variedades mejor adaptadas a unas condiciones. Hace unos años, se seleccionaban los clones por objetivos enológicos, pero ahora la prioridad es seleccionar los que resisten mejor la sequía mante- niendo la variedad y las características enológicas deseadas”, explica la inves- tigadora experta en viticultura del IRTA Felicidad de Herralde. Además, el IRTA trabaja con muchas entidades del territorio para aportar herramientas a los agricultores que les permitan tomar decisiones ade- cuadas en base a datos a tiempo real, según cómo avance la meteo- rología o el calendario natural de la viña (cuando comienza a florecer, a madura el fruto, etc.). Por ejemplo, el Observatorio de la Sequía del Alt Penedès está desa- rrollando un sistema de información de la sequía, con una red de sensores subterráneos que miden el agua del suelo, lo que permite calcular la dis- ponibilidad de agua de los viñedos del Penedès. “A partir de esta informa- ción, los expertos en vitivinicultura del IRTA proporcionamos a los agricultores información sobre el estado hídrico de los viñedos de forma semanal y sugerencias de manejo para conse- guir que el cultivo retenga más agua, en función de las necesidades del momento, como por ejemplo labrar, sacar uva, podar la viña o no podarla en verde, o dejar o no la cubierta vegetal sobre el terreno”, explica el Dr. Savé. LA VIÑA, UNA ALIADA ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO Si bien hemos visto todas las implica- ciones que tiene el cambio climático sobre el cultivo de la vid, la manera de cultivarla que ha prevalecido hasta ahora no ha hecho más que empeo- rar la situación: las bodegas necesitan grandes cantidades de energía externa, como los combustibles fósiles para la maquinaria pesada y el transporte del vino, hacen un uso de fertilizantes y al mismo tiempo liberan CO 2 y NO 2 (gases de efecto invernadero) cada vez que se abre. ¿Hay alternativas? Sí. Gestionar un suelo de viña en un escenario de cambio climático significa, forzo- samente, mejorar su capacidad de retener agua. Cuanto más materia orgánica tenga un suelo, más espon- joso será, más estructurado, más vivo y con mayor capcidad de secuestrar carbono de la atmósfera. Estas carac- terísticas hacen que pueda retener más agua y, por lo tanto, cuanto más agua disponible, mejor funcionará el sistema suelo-cultivo-atmósfera. La investigadora del CREAF experta en edafología, Pilar Andrés, lo explica: “Tradicionalmente, en los cultivos leño- sos del mediterráneo se ha creído que un suelo desnudo (sin hierbas acompañantes, sin la flora típica de un viñedo o pequeños animales) evita la competencia con la vid. En realidad, es más bien lo contrario: un suelo que presente cubiertas vegetales, microor- ganismos vivos y un equilibrio de los minerales naturales tiene una estruc- tura más estable que mantiene mejor la humedad adecuada y es capaz de retener más el agua. Un suelo de vid verde, sin tierra desnudo, no necesita tantas aportaciones de fertilizantes”. Esta alternativa puede convertir la viña en una aliada ante la emergencia climática y, junto con otras técnicas enfocadas a la calidad de la tierra de cultivo, tiene un nombre y un apellido: agricultura regenerativa. Se trata de un sistema de cultivo que se centra en el suelo y en cómo mantenerlo vivo, que se aplica tanto a los cultivos de vid como otros. Una de las medi- das que giran entorno esta técnica es la de labrar menos agresivamente y así evitar que se erosione el suelo, no se libere tanto de CO 2 ni minera- les (que ayudan a la propia viña) y se perjudique menos la biodiversidad. De hecho, no labrar (o labrar poco) también reduce mucho el uso de maquinaria pesada y la quema de los combustibles fósiles. Lo mismo ocurre con el uso de fertilizantes: si pensamos en mantener el suelo Poda en Torre Marimon. Fuente: IRTA.

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