Eneo26 - Técnicas, equipos y productos para la enología y la viticultura

EN PORTADA • ¿De dónde es? Cuando hago mis vinos quiero que demuestren que son del Priorat, de un terreno pedre- goso, con mucho hierro, fuerte… Pero también quiero que expresen el lugar exacto en el que se han elaborado. No es lo mismo Gratallops que Porrera y quiero que se note, aunque es muy difícil conseguirlo. Pero para eso trabajamos año tras año. No buscamos hacer el mejor vino del mundo, sino uno que identifique el paisaje. • ¿Qué intención tiene? Aunque elaboremos vinos en la misma zona, no todos tienen la misma intención. Yo quiero transmitir libertad, respeto y diálogo con la naturaleza en la que vivo. • ¿Hay emoción? Para mí, esta es la gran clave y el gran orgullo, conseguir que alguien descorche mis botellas y se emocione. No tiene porque ser la misma emoción con la que yo elaboré ese vino, pero sí una emoción real. Y creo que eso solo se consigue cuando te dejas llevar, cuando fluyes y acompañas al vino, cuando lo respetas. Las variedades autóctonas son su elección. ¿Qué tie- nen de especial? Tenemos plantado Cariñena, Garnacha, Merlot o Syrah, entre otras. Y desarrollamos un proyecto de recuperación de variedades (Picapoll, Trepat, Escanyavella…) porque creemos en la diversidad, pero me parece importante empezar por el principio. Mi padre, y la generación con la que llegó al Priorat, venían de estudiar en Burdeos y su intención era aplicar lo que habían aprendido allí. El objetivo era elaborar un vino de la mejor calidad posible y otro con el resto de uva sobrante: Clos Martinet y Martinet Bru. Pero cuando lle- gué al proyecto, me di cuenta de que cada viña es un mundo y empecé a vinificar cada una por separado y a realizar después los coupages. Hasta 2006, que decidí que cada finca tendría su propio vino. De ahí nacieron Escurçons (Garnacha), Camí Pesseroles (Garnacha y Cariñena) y Clos Martinet (Garnacha negra, Syrah, Cariñena, Merlot y Cabernet Sauvignon). Dar ese paso fue muy complicado porque nadie lo hacía y pare- cía una locura, pero sentí que ese era mi camino y que creía fervientemente en su potencial. Para que se entienda el contexto, el vino Escurçons viene de una finca antigua previa a la filoxera que nosotros replantamos. Mi idea era plantar Cariñena en altura hacia el este, que le tocara el aire y se mantuviera fresca, que le diera el sol de mañana… Pero un pastor me dijo: no, aquí se planta Garnacha y hacia el suroeste. Al principio me derrumbé, pero me paré a pensar y vi la oportunidad que tenía frente a mi. Podía reproducir la apuesta de los viticultores del siglo pasado y conocer la historia de la tierra en la que vivo. Y así lo hice. Hice las paces con las decisiones que tomaron las anteriores generaciones y eso me llevó a elaborar el vino de mi propia generación, mi apuesta personal: el vino brisado, la recuperación del rancio, el vino virgen… Es importante entender el contexto histórico de cada generación para comprender las decisiones que tomaron. Es lógico que hace 50 años quisieran plantar variedades de fuera porque funcionaban muy bien; igual que es lógica la apuesta actual por la viticultura ecológica. Tenemos un contexto social, económico y cultural distinto y es impres- cindible entender cada visión anterior para comprender que existen muchos Priorats y muchas oportunidades. Con esto quiero decir que la recuperación de variedades forma parte de la diversidad, de la historia y de la cultura. Después de la filoxera y con el crecimiento de la clona- ción hicimos un retroceso brutal en lo que a diversidad se refiere, pero está en nuestramos manos recuperar algo de lo perdido. Cuantas más variedades integradas en nuestro territorio tengamos, más posibilidades de adaptarse y de dar nuevas oportunidades a las siguientes generaciones. ¿Prefiere la crianza enmadera, enhormigón, en arcilla…? Trabajamos con hormigón, con madera, con ánforas de cerámica y con vidrio. Creo que cada material, cada forma y cada volumen acompañan de una manera distinta al vino. Si me limito a trabajar solo con madera, hay vinos que no cuadran. Se trata de jugar con todas las formas de acompañamiento para sacar la máxima expresión a cada viña, permitiéndole ser fiel a su origen. En los últimos años estoy viendo que la madera de acacia, castaño y cerezo de bosques catalanes me están dando muy buen resultado. Las ánforas también las compro aquí, igual que me gustaría hacer con el vidrio en breve, para fomentar la proximidad y el trabajo local. Lo que si está claro es que apuesta por largos perio- dos de crianza. ¿Qué le aporta eso a sus vinos? El concepto largo es muy relativo… Pero no hago crian- zas cortas, siempre tienen un mínimo de 12 meses. En la bodega suelen convivir dos o tres añadas. Esto lo hago porque no soy una apasionada de la fruta en el vino. Esa primera fase más afrutada no me trans- mite demasiado, no me dice si ese vino es del Priorat o de Mallorca. Me parece fenomenal optar por una fruta seductora, pero yo busco más profundidad y eso se con- sigue con el tiempo. El vino del Priorat, por su estructura, concentración e intensidad, en su primera fase es como un ovillo. Las fases de vinificación y crianza nos ayudan a desenredarlo e ir descubriendo las capas de comple- jidad que tiene. 15

RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx