ENTREVISTA 23 suscribimos todas las asociaciones que conformamos el Comité, que todos los hemos defendido y todos, en mayor o menor medida, hemos trabajado para su cristalización legal, pero esa posición activa desde la modestia, en ocasiones, sirve como ninguna para formar consensos. También juega un papel muy importante, como todas las minorías, en hacer que extremos que, desde el generalismo, tienen poca importancia y acaban olvidados, adquieran la relevancia que realmente tienen. Por ejemplo, el intercambio de palés, reivindicación histórica de ATFRIE, ha tenido su respuesta normativa gracias a la insistencia de nuestra asociación. En ese camino seguiremos porque hay que tutelar la correcta implementación de los acuerdos, hay que estar vigilantes con a tentativas de otras partes y sobre todo hay que consolidar y avanzar en algunos logros (como en el intercambio de palés o la exportación a toda Europa de la prohibición de carga y descarga). Y, además, hay que conseguir que todos los transportistas, sean de donde sean, estén donde estén, jueguen con las mismas cartas, es decir, que el coste salarial no sea una variable competitiva, independientemente de la provincia o estado de la Unión en que radique su sede. Llegados ya casi a final de año, ¿qué primera valoración hacen de este 2022 para las empresas de transporte frigorífico? Lo que apuntaba a un año moderadamente positivo (si obviamos el problema del gas que ya venía del 2021) se convirtió en un año para olvidar, fruto de la abrupta escalada de los costes, como no habíamos experimentado en muchísimos años, de algunas actuaciones antisociales que lo único que han hecho es daño al sector y perturbar los avances que se estaban logrando. Para olvidar al menos en lo económico. En lo normativo, en cambio, ha sido un año que recordaremos siempre, porque marcará un antes y un después en el desarrollo del sector. Y me gustaría destacar que esos avances normativos no se deben a los acontecimientos económicos o sociales de 2022, aunque algunos quieran hacerlo creer así. Exceptuando las ayudas económicas, todos los logros legales estaban ya presentes en los acuerdos suscritos entre Comité Nacional y MITMA en diciembre de 2021. Respecto de las ayudas económicas, aunque se agradecen, las hubiésemos cambiado gustosamente por un escenario de explotación del negocio estable. En relación a lo anterior, ¿cuáles son los principales intereses del sector y qué balance hace de su situación actual? El principal interés del sector es que podamos volver a disfrutar de un periodo de cierta estabilidad. Nosotros transportamos la más normal, pero esencial de las mercancías: los alimentos. Esa es nuestra filosofía, volver a una vida normal y enfocada en lo esencial, dejando atrás, de una vez, tanta situación excepcional. Mantener esta situación está abocando al sector a una reestructuración forzada que no sabemos dónde va a acabar, si va a ser negativa o positiva, aunque como siempre supongo que la cosa irá por barrios. No cesan los concursos de empresas importantes, ni las compras de otras también importantísimas. Lo que parece una dinámica de concentración, por un lado, se complementa con una disgregación de la oferta por el lado del acceso y la eliminación de los obstáculos al acceso. En este sector se precisa unamayor concentración, cierto es, pero también estamos acostumbrados a ver cómo los más grandes, una vez que copan un segmento importante de mercado, empiezan a desconcentrarse en una rápida transición hacia la figura del operador logístico que subcontrata a pequeñísimos empresarios, cada vez más, de la Europa del este. Quizá en esta ocasión no sea así. El tiempo lo dirá. El transporte bajo temperatura controlada tiene unas especificaciones y unas características muy concretas. ¿Puede hablarnos sobre ello? El transporte frigorífico no es una excepción dentro de las distintas ramas del transporte, todas tienen sus especificidades, obviamente. Sin embargo, hay dos en concreto, que combinadas, hacen que el nuestro sea un sector particularmente complejo: la primera es nuestra vinculación al sector primario y, por lo tanto, al gran consumo. Al transportar productos generados por la agricultura, la ganadería o la pesca (y en menor medida, la industria alimentaria), nuestra actividad pecha con la inestabilidad, estacionalidad e imprevisibilidad de la producción primaria. Una expectativa de gran producción se frustra por una granizada; una enfermedad animal, acaba con la producción ganadera de una zona de la noche a la mañana, etc. Y al contrario, estalla una campaña y el mundo se viene abajo buscando transportes o habiendo codazos por unos retornos que escasean ante la avalancha de ofertas. El principal interés del sector es que podamos volver a disfrutar de un periodo de cierta estabilidad
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