INDUSTRIA AUXILIAR Y RECAMBIOS Como ya hemos comentado en números anteriores, la industria auxiliar es un sector amplio que mueve el transporte por carretera, así como el aéreo, ferroviario, marítimo y agrícola. Por razones obvias, nos ceñiremos a los vehículos industriales para el transporte por carretera. Pero ¿por qué decimos que es un amplio sector? Si pensamos bien de cuántas piezas puede disponer un vehículo obtendremos fácilmente la respuesta. Lejos queda aquel Ford T, el primer vehículo fabricado en serie, que sólo contaba con 43 piezas. En la actualidad, cualquier vehículo que se ensambla en una cadena de montaje cuenta con entre 70.000 y 100.000 piezas que se verá aumentado o disminuido en función de las mejoras tecnológicas que incorpore el modelo. Con las nuevas funcionalidades crece el total de elementos y partes que forman el conjunto del vehículo. La industria auxiliar debe tomar la delantera en la transformación energética y la transición hacia un transporte por carretera más sostenible, del mismo modo que lo ha venido haciendo con la seguridad y la eficiencia en el transporte. Por ejemplo, con los sistemas de ayuda a la conducción (ADAS) o servicios de navegación y localización que han sumado en buena medida el número de componentes que se incorporan a esta larga lista que integra cualquier vehículo. Sin ninguna duda, la industria auxiliar ejerce un papel fundamental en el transporte, lejos de ser un actor secundario como muchas veces parecen ser. Si hay un cambio de tendencia en la fabricación de vehículos o se prevé un cambio normativo, estas empresas son las que trabajan para aportar sus innovadoras soluciones adaptadas a las necesidades de cada momento. SOBRE LA BASE Como norma general, los camiones comparten un tipo de fabricación que suele identificarse como “separado”. Es decir, la estructura metálica o bastidor sobre la que se fijan todos los órganos del vehículo, formada por una serie de largueros y travesaños a los que se le unirán el motor, la transmisión, la cabina, la caja de carga, los ejes, el equipo eléctrico, la dirección, las suspensiones, los frenos y los neumáticos. Por no contar, si el camión es articulado que reemplazamos la caja de carga por el semirremolque o el remolque, con sus conexiones a la cabina y la quinta rueda. Si por cada parte del vehículo nombrada pensamos en los equipos y piezas que son necesarios para que funcione con seguridad van saliendo las cifras. Por ejemplo, el sistema de transmisión, integrado por el embrague, la caja de velocidades, el árbol de transmisión y el mecanismo cónico y diferencial, es una de las partes más complejas del vehículo y cuenta con un mayor número de componentes que pueden superar las 400 piezas, nada menos. Este sistema tiene como misión transmitir el movimiento del motor a las ruedas motrices. De este modo, el embrague acopla o desacopla el motor del resto de la transmisión a voluntad del conductor. Situado entre el volante de inercia y la caja de velocidades pueden ser de fricción o disco, automáticos e hidráulicos. Por su parte, la caja de velocidades modifica la relación de transmisión entre el motor y las ruedas, para adaptar la velocidad de estas a las necesidades. El árbol de transmisión transmite el movimiento de la caja de velocidades al grupo cónico y diferencial, ambos situados en el eje o ejes motrices. El primero transforma el movimiento de giro longitudinal en giro transversal al vehículo y permite transmitir el movimiento a las ruedas, mientras que el grupo diferencial mantiene constante la suma de velocidades de giro de las ruedas motrices permitiendo en las curvas que la rueda motriz exterior pueda girar a mayor velocidad que la interior. Los frenos como protagonistas del sistema de frenado deben reducir la velocidad del vehículo, e incluso detenerlo si es necesario. Para ello, transforman la energía mecánica en energía calorífica. Existen dos sistemas de frenos, de tambor y de disco. Los de tambor o de expansión cuentan con unas zapatas que se abren al accionar el freno para entrar en fricción con la parte interior del tambor, mientras que cuando se deja de pisar el freno, un muelle recuperador devuelve las zapatas a su posición inicial. Los de disco o de compresión, actúan por presión hidráulica, es decir, al pisar el pedal de freno unos pistones se desplazan contra las pastillas de freno haciendo que rocen el disco disminuyendo la velocidad de giro, y con ello, la velocidad de la rueda. La industria auxiliar debe tomar la delantera en la transformación energética y la transición hacia un transporte por carretera más sostenible 39
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