Tierras Vacuno_TV6

SANIDAD 33 con el patógeno entero, antígenos o toxinas derivados de su replicación, completamente inactivados por tratamientos con calor, radiación o con agentes químicos como la formamida. De esta manera, no causan enfermedad, pero los antígenos procedentes de patógenos son poco inmunogénicos y necesitan de adyuvantes para incrementar la intensidad y durabilidad de la respuesta. Además, se suelen aplicar en el marco de esquemas de vacunación y recuerdo con los que se asegura la adecuada estimulación. Esta estrategia en combinación con tecnologías como el ADN recombinante permiten el diseño de vacunas en forma de subunidades. En este caso las vacunas no contienen el patógeno entero si no una o más proteínas, focalizando la respuesta inmunitaria en antígenos específicos y evitando el bloqueo de la producción de anticuerpos en presencia de inmunoglobulinas maternas. Este bloqueo afecta sobre todo en las formulaciones clásicas (atenuadas e inactivadas) que normalmente se aplican de manera parenteral, donde encuentran gran cantidad de IgGs maternas que neutralizan el inóculo. Con las vacunas inactivadas los antígenos no tienen capacidad de entrada en la célula, por lo que se proporcionan al sistema inmunitario como exógenos, dando lugar a una respuesta que será mayoritariamente de tipo humoral. Por ello, están especialmente indicadas frente a patógenos extracelulares. Una versión más moderna de este tipo de vacunas son las pseudopartículas o VLPs, que presentan la totalidad de las proteínas externas e internas de los viriones sin la presencia de ácidos nucleicos que contengan la información genética. De esta manera proporcionan todos los antígenos, en ausencia de replicación viral por lo que son más seguras que las vacunas vivas. Además, son capaces de reconocer el receptor en la célula diana, entrar y proporcionar antígenos endógenos para una mejor activación de la respuesta celular. Vacunas genéticas Esta estrategia propone la inmunización con el material genético que codifica la información de los antígenos del patógeno. Las vacunas ADN/ARN proporcionan las instrucciones necesarias para la síntesis endógena de las proteínas del patógeno (antígenos endógenos), por lo que inducen principalmente respuestas celulares, especialmente importantes frente a infecciones virales o con bacterias intracelulares. Para incrementar la producción de anticuerpos, en un esquema de inmunización se suelen combinar con vacunas inactivadas como recuerdo. Aunque su disponibilidad a nivel comercial es limitada, son una opción segura, eficaz y muy adaptable a diferentes patógenos, con la capacidad de incluir la información de múltiples antígenos. Pueden ir acompañadas de adyuvantes inmunológicos (genes de citoquinas proinflamatorias, etc.) o químicofísicos que favorezcan su penetración en las células (liposomas, lípidos catiónicos, electroporación, etc.). Una manera de dirigir de manera eficiente la información genética al interior de las células es mediante el empleo de vectores biológicos (como virus o bacterias) que además de aprovechar su capacidad infectiva y de ocultación al sistema inmunitario, contienen patrones moleculares asociados a patógenos (PAMPs) que estimulan la inmunidad innata. Aunque las vacunas genéticas presentan ventajas únicas en cuanto a su poder inmunogénico, sistema de producción o administración, su disponibilidad comercial en la ganadería porcina es muy limitada, sin embargo, la literatura científica es prolífica en pruebas de concepto con resultados muy prometedores. ADYUVANTES El desarrollo de adyuvantes ha ido íntimamente ligado al desarrollo de vacunas desde inicios del siglo XX con el descubrimiento del poder de algunas sustancias para incrementar la respuesta en inmunizaciones con toxinas de la difteria y el tétanos inactivadas con formamida (toxoides). Los adyuvantes ayudan a incrementar, dirigir y/o perpetuar la respuesta inmunitaria frente a un antígeno vacunal. Como resultado la respuesta se desencadena de manera rápida, el número de inmunizaciones necesarias para alcanzar protección es menor, así como la dosis requerida. La mayoría de los adyuvantes se emplean en vacunas inactivadas, que son mayoritarias en ganadería, pero también pueden ser de utilidad en vacunas genéticas ayudando a incrementar la producción de anticuerpos. Algunos, como los agonistas de los Toll-like receptors (TLRs) tiene influencia sobre la inmunidad innata, adecuando además la respuesta adaptativa de los linfocitos helper. Los adyuvantes se han clasificado tradicionalmente según su modo de acción en inmunopotenciadores o como sistemas de liberación, sin embargo, generalmente presentan más de un mecanismo para actuar, algunos aún sin descifrar completamente. Los adyuvantes más empleados en ganadería son las sales minerales, principalmente las sales de aluminio, y las emulsiones oleosas que consiguen buenos perfiles de seguridad y eficacia. n

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