SANIDAD 32 la medida más importante para controlar las enfermedades infecciosas, especialmente cuando el aumento de las resistencias frente a antibióticos y antiparasitarios exigen la restricción en su empleo. Además, la preocupación de los consumidores por los medicamentos que se emplean en la cría de animales para su consumo, ha motivado aún más el interés por el desarrollo de vacunas. Sin embargo, la efectividad de las estrategias de vacunación no solo depende de las vacunas, sino que otros factores como el diagnóstico preciso, el establecimiento de programas de vigilancia, el manejo de los animales y la imposición de restricciones al movimiento o el diseño de campañas de vacunación son determinantes a la hora de asegurar su éxito. TIPOS DE VACUNAS Una vacunación efectiva debe inducir una respuesta inmunitaria al menos similar a la resultante de la infección natural, evitar el desarrollo de efectos adversos y conferir protección de manera que los riesgos de la inmunización sean netamente inferiores a los de la enfermedad. Existe una gran variedad de factores que intervienen a la hora de determinar el éxito de una vacunación incluyendo el tipo de patógeno, el acervo genético del individuo, la vía de administración, el tipo de vacuna, la presencia de adyuvantes, etc. Vacunas vivas atenuadas Se basan en los principios de Jenner, contienen el patógeno vivo que se ha atenuado de manera natural o artificial. La atenuación natural consiste en la realización de pases en cultivos celulares o en animales de otras especies y se consigue por la pérdida de genes implicados en la patogenia. Por ello la respuesta será similar a la infección natural, pero evitando la aparición de la enfermedad. Sin embargo, algunos de los genes perdidos podrían ser importantes para inducir protección. La atenuación artificial es una técnica más moderna e implica la aplicación de ingeniería genética mediante la que se eliminan genes implicados en la virulencia o patogenecidad de manera específica. Este tipo de vacunas ha supuesto un gran éxito en la erradicación de la viruela humana o en la de la peste bovina logrando un fino equilibrio entre atenuación e inmunogenicidad. El grado de atenuación es un factor determinante en el éxito de las vacunas vivas, ya que aquellas poco atenuadas darán lugar a una respuesta de alta intensidad y durabilidad, pero pueden desencadenar la enfermedad, por lo que no están indicadas en individuos inmunodeprimidos. Además, la circulación de virus de campo, de manera simultánea a la presencia del virus vacunal en los animales puede originar fenómenos de recombinación. Este intercambio de información entre cepas virales puede dar lugar a una progenie viral con una patogenicidad aumentada, con mayor resistencia a antivirales o incluso ampliar su espectro de infección. Por el contrario, una vacuna viva muy atenuada no genera problemas de seguridad, pero la respuesta inmunitaria será de menor calado, requiriendo revacunaciones periódicas. Desde un punto de vista inmunológico estas vacunas se comportan como una infección natural, proporcionarán antígenos endógenos ya que son capaces de entrar en las células y replicar, dando lugar a respuestas de tipo celular. Además, las células presentadoras de antígeno incorporarán virus libre y células infectadas mediante endocitosis por lo que también existirán antígenos exógenos, que darán lugar a una respuesta humoral. Es precisamente esta activación de las respuestas celulares y humorales uno de los factores clave en el éxito de las vacunas vivas. Vacunas inactivadas Surgen de la necesidad de mejorar los perfiles de seguridad de las vacunas vivas. Consisten en la inmunización Figura 1. Tipos de vacuna partiendo de los componentes de un patógeno. En el panel izquierdo se muestran las vacunas clásicas (inactivadas completas y atenuadas) junto con versiones más modernas inactivadas basadas en péptidos sintéticos o subunidades. En el panel derecho, opciones más modernas basadas en el material genético.
RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx