Tierras Vacuno_TV6

SANIDAD 31 LA VARIOLIZACIÓN Los primeros intentos de inmunización activa se enmarcan en China e India y datan ya del siglo XII. La viruela era entonces una de las plagas más temibles causando miles de muertes durante varios siglos. En la India la práctica consistía en vestir a niños con ropas de personas enfermas impregnadas de las sustancias contenidas en las pústulas. En los pueblos africanos era común la inoculación del pus procedente de enfermos en una incisión practicada a la persona sana, típicamente en el dorso de la mano. En Turquía la inoculación era habitual ya por el siglo XVI y se transmitió a los pueblos del entorno. Fue precisamente allí donde una escritora británica, Lady Montagu observó que los niños inoculados no contraían la enfermedad. Tras variolizar a sus hijos importó esta práctica al Reino Unido en 1721, extendiéndose por toda Europa. La variolización fue efectiva y ayudó a salvar muchas vidas, sin embargo, la práctica presentaba serios peligros ya que algunas personas variolizadas enfermaban gravemente. Era preciso encontrar un procedimiento más seguro. Fue Benjamin Jesty un veterinario quien inmunizó a su mujer y sus hijos con exudados procedentes de lesiones de viruela en sus vacas, consiguiendo protección frente a la viruela humana, sin padecer la enfermedad. Esta y otras experiencias similares inspiraron a Edward Jenner quien percibió el potencial del virus vacuno para proteger a los humanos. Además, descubrió la capacidad del virus de la viruela bovina para transmitirse de persona a persona sin generar casos graves de enfermedad. Jenner se refirió al virus de los bovinos como Variolae Vaccinae dando origen al término vacuna. VACUNACIÓN Los estudios de Jenner fueron publicados en 1798 y se le considera el padre de las vacunas vivas. Durante el siglo XIX la transferencia de brazo a brazo (arm-to-arm vaccination) dio lugar a la atenuación del virus incrementando la seguridad de la práctica y dando lugar al concepto de atenuación por pases sucesivos. El siguiente paso importante en el desarrollo de las vacunas tuvo lugar en Francia donde Louis Pasteur estableció el concepto moderno de vacuna, basado en el diseño de inóculos con el mismo microorganismo que causa la enfermedad, pero atenuado mediante diferentes métodos, lo que estandarizó la producción de vacunas vivas atenuadas. No es hasta finales del siglo XIX cuando aparecen las primeras vacunas inactivadas químicamente frente a Salmonella y años más tarde aparecerán los conceptos de inmunidad celular o el descubrimiento de los anticuerpos. Tras la consolidación de los conceptos fundamentales de la vacunología durante el siglo XIX y sobretodo el XX, surgen nuevas estrategias como por ejemplo el empleo de toxoides frente al tétanos o la difteria, junto con el descubrimiento de los adyuvantes. La segunda mitad del siglo XX es la considerada como la edad de oro en el desarrollo de vacunas, gracias a la puesta a punto de las técnicas in vitro y el cultivo celular se redefinen las vacunas inactivadas y atenuadas consiguiendo controlar infecciones tan importantes como la Polio, sarampión, infección por adenovirus, rubeola o paperas. Las tecnologías más novedosas desarrolladas a finales del siglo XX incluyen genética reversa, el desarrollo de proteínas recombinantes, etc. Más recientemente y con el perfeccionamiento de las técnicas ómicas, la vacunología reversa (diseño de vacunas partiendo de las secuencias genómicas) ha permitido el desarrollo de plataformas vacunales basadas en material genético o vectores virales y bacterianos, que son de dominio público tras la pandemia de COVID-19. Esencialmente todos los tipos de vacuna persiguen una estimulación del sistema inmunitario capaz de eliminar o al menos controlar la replicación de los patógenos y con ella minimizar el daño tisular. Las vacunas tratan de inducir una respuesta similar a la que encontramos en los individuos tras la infección natural, con el objetivo de conferir una protección de larga duración, reduciendo drásticamente la mortalidad y la morbilidad. Además, la vacunación proporciona protección no solo a los individuos inmunizados de una población ya que se reduce, de manera muy significativa, la transmisión y la circulación del patógeno en cuestión, protegiendo también a los individuos no vacunados (inmunidad de rebaño). La activación inmunitaria tras la vacunación depende en gran medida del tipo de vacuna empleada, ya que la manera en la que se exponen los antígenos al sistema inmunitario y sus propiedades nativas determinan el tipo de respuesta que obtendremos. Así, un antígeno endógeno será presentado en un contexto MHC-I a linfocitos T CD8+ que desarrollarán respuestas citotóxicas, indicadas para la infección con patógenos intracelulares, generalmente virus. Sin embargo, los antígenos exógenos serán procesados en endosomas para presentarse en el contexto MHC-II a los linfocitos helper pudiendo, en función de las citoquinas presentes (señal 3 en la presentación antigénica), madurar a Th1 (respuesta celular) o Th2 (respuesta humoral). VACUNAS EN MEDICINA VETERINARIA Las enfermedades infecciosas tienen un gran impacto en la actividad ganadera por sus consecuencias sobre el bienestar animal y la producción, además de la importancia del potencial que presentan algunas para saltar a la especie humana (infecciones zoonóticas), ya sea a través del contacto directo o del consumo de alimentos procedentes de animales infectados. La vacunación de los animales se ha convertido en

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