Tierras Vacuno_TV6

SALUD 26 PRESENTACIÓN ANTIGÉNICA Las células presentadoras de antígeno reconocen, procesan y presentan las proteínas de los patógenos a las diferentes subpoblaciones de linfocitos T (CD4 o CD8) que, tras la activación correspondiente, madurarán, proliferarán y ejercerán sus acciones efectoras, además de generar memoria inmunológica (figura 3). El contexto de la presentación antigénica, es decir, el modo en el que las CPAs se comunican con los linfocitos T depende fundamentalmente de cómo se adquiere el antígeno y determina, en gran medida, el tipo de respuesta adaptativa. En general, el procesamiento de antígenos adquiridos a través de procesos de fagocitosis, se realiza a través de la digestión enzimática en el interior de los fagosomas, generando péptidos que, tras su modificación en el aparato de Golgi, se combinan con moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad de tipo II (MHC-II). En este contexto, las CPAs presentarán los complejos antígeno-MHC-II a los linfocitos Thelper (Th), que proliferan y secretan citoquinas que contribuyen de manera esencial en la fase efectora de la respuesta, mediante procesos de comunicación celular y señalización. La presencia de estas citoquinas da lugar, de manera específica, a las diferentes subpoblaciones de Th, que expresan la molécula CD4 en su Figura 3. Las células presentadoras de antígeno son capaces de comunicarse con un amplio abanico de células T para dar lugar, dependiendo del microambiente de citoquinas, a diferentes subpoblaciones y funciones. Los linfocitos Th1 secretan citoquinas que favorecen respuestas celulares, basadas en la actividad citotóxica de algunos linfocitos, frente a patógenos intracelulares. Los Th2 promueven la producción de anticuerpos necesarios para afrontar infecciones con patógenos extracelulares. Los Th17 lo hacen a través de neutrófilos en epitelios y los Tfh (células T auxiliares foliculares) que están relacionadas con la memoria de los linfocitos B. Figura 4. El origen y procesamiento del antígeno es determinante a la hora de inducir respuestas de tipo celular y humoral. La incorporación exógena de antígenos, a través de la fagocitosis, asegura una presentación en el contexto de MHC-II a los linfocitos Th2, que, a través de la producción de citoquinas, promueven la diferenciación de los linfocitos B en células plasmáticas, productoras de anticuerpos. superficie. La denominada Th2 es la encargada de estimular linfocitos B para su maduración en células plasmáticas, que son las encargadas de la producción de anticuerpos (figura 4). Este tipo de respuesta está dirigida frente a patógenos extracelulares susceptibles de sufrir procesos mediados por los anticuerpos como neutralización, opsonización, aglutinación, activación del complemento, etc., y es la que conocemos como respuesta humoral. Por otro lado, la población Th1 es la encargada de estimular linfocitos T citotóxicos (CTL), a través de la producción de citoquinas, originando lo que conocemos como respuesta celular (figura 5). Además, los antígenos endógenos, aquéllos que se producen en el interior de la célula, sin la mediación de procesos de adquisición de material externo son digeridos en un complejo proteico intracelular denominado proteasoma y combinados con moléculas de MHC de clase I. El ejemplo básico de esta vía es la infección viral o la vacunación con material genético. En este caso, la presentación antigénica se realiza directamente a linfocitos T citotóxicos, que expresan CD8 en la superficie y que son responsables de eliminar células infectadas por el patógeno.

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