PRODUCCIÓN 15 su futuro. Para ello, trabajamos en enfocar los apoyos a las explotaciones que los requieren en mayor medida y favorecer la generalización de prácticas más sostenibles que aseguren a medio y largo plazo la capacidad productiva de nuestra agricultura y su sostenibilidad económica, social y ambiental. Otro aspecto que me gustaría destacar y en el que vamos a trabajar este año es el impulso de un foro de diálogo sobre ganadería extensiva. En este foro, todas las organizaciones, agentes, administraciones, etc. vinculadas con este sector podrán intercambiar de manera colegiada, y poner sobre la mesa todas las opiniones, propuestas y medidas que permitan analizar la situación actual y futura del sector, atendiendo a la especial vulnerabilidad de los sectores ganaderos extensivos y a su problemática de rentabilidad económica y sanitaria. En materia de mercados, ¿los agricultores disponen de suficientes herramientas para obtener el mayor margen posible por sus producciones, especialmente en el caso de las commodities que no ofrecen un valor añadido respecto a las cosechas foráneas? La puesta en valor de materias primas básicas nacionales frente a las de terceros, sometidas a los condicionantes de mercado que se dan a nivel global y más cuando no somos un país relevante en su producción, es complicada. Por ello, es esencial poner en marcha acciones que faciliten la rentabilidad de las explotaciones productoras y les aseguren una red económica básica. Y este es un objetivo primordial del Ministerio. De este modo, la ley de la cadena, los seguros agrarios, o las ayudas de la PAC (diseñadas a nivel nacional para que las superficies ocupadas por estos cultivos puedan optar a sus apoyos (ABRS, ecorregímenes, etc.), forman parte de un compendio de medidas fundamentales para producciones como los cereales, las oleaginosas o las leguminosas. Éstas, además, se benefician de apoyos excepcionales como los diseñados en 2023, ante el elevado precio de los inputs o la fuerte sequía (por ejemplo: ayudas por hectárea a las tierras de cultivo de secano por sequía o ayudas por el elevado incremento de los fertilizantes ante la situación geopolítica). ¿El sector agroalimentario español puede permitirse otra cosecha de cereales tan escasa como la de 2023? ¿Cómo se está compensando la drástica bajada de la producción nacional, en especial para abastecer a las fábricas de pienso para alimentación animal? Una de las principales características estructurales de nuestro sector cerealista, es la gran fluctuación productiva de unos años a otros, pues se trata de cultivos mayoritariamente en secano cuyo rendimiento está muy condicionado por la situación climatológica. Indudablemente, la dependencia de las condiciones climatológicas supone un riesgo imponderable al que siempre se encuentra sometido el sector agrario. De este modo pasamos, por ejemplo, de una cosecha récord en 2020 a la cosecha más baja de los últimos años, en 2023, debido a la escasez de precipitaciones y a las altas temperaturas en meses críticos para el desarrollo de estos cultivos. Independientemente de estas fluctuaciones, España es históricamente importadora neta de cereales, pues nuestra producción no cubre las necesidades de abastecimiento alimentario de nuestra cabaña ganadera. Sin embargo, e incluso en una campaña tan deficitaria como la actual, y con una situación geopolítica crítica a nivel internacional, nuestro sector importador ha sido capaz de acometer, sin disrupciones, las importaciones oportunas para abastecer las fábricas y para mantener un buen nivel de existencias. Es decir, que nuestro sector agroalimentario se caracteriza por su resiliencia y capacidad de adaptación ante las situaciones adversas, garantizando el abastecimiento de productos seguros y de calidad, a lo largo de la cadena alimentaria, que se inicia en los piensos como su primer eslabón. Indudablemente a nadie beneficia una coyuntura de escasa producción y bajos rendimientos que tanto afecta a nuestros cerealistas y que pone en riesgo el abastecimiento de la industria de piensos, sobre todo en situaciones de mercado complicadas. Sin embargo, es importante destacar, por un lado, la red de seguridad de rentas con la que cuenta el sector productor, a través de las ayudas de la PAC o el Sistema Nacional de Seguros agrarios o a través de eventuales ayudas como las puestas en marcha el año pasado por afección de la sequía y la situación de costes de los inputs (ayudas directas por afección de la sequía, exenciones fiscales, refuerzo del montante de seguros, ayudas directas por encarecimiento de los fertilizantes, etc.). En caso de que las condiciones climatológicas en este 2024 dieran lugar a una nueva cosecha con rendimientos muy por debajo de la media, se incrementaría la importación de cereales para abastecer a la cadena alimentaria. Dependería también del stock mundial de cereales, ligado al resultado de la cosecha de todos los países productores. Hoy en día, las previsiones internacionales avanzadas en el último informe USDA indican que se espera un gran aumento en 2024 de las producciones de maíz a nivel internacional, frente a un ligero descenso de las producciones de trigo. No debemos dejar de lado la complicación que supondrían unas condiciones climatológicas desfavorables para los pastos y los productos forrajeros, como alfalfa (España es de los primeros productores mundiales) o paja de cereales, imprescindibles para la alimentación de rumiantes. La esca-
RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx