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SANIDAD 65 IL-2 como biomarcador de TB determinando mediante citometría de flujo que existía una mayor producción de esta citoquina en animales con TB en comparación con aquellos que estaban sanos (Xia et al ., 2020). Además, mediante esta metodología se pudo diferenciar entre animales infectados de TB y animales expuestos a micobacterias no tuberculosas (El-Naggar et al ., 2015). Este último hallazgo podría tener gran utilidad práctica, ayudando a desarrollar metodologías para mitigar las interferencias diagnósticas que pueden provocar algunasmicobacterias no tuberculosas en las pruebas diagnósticas oficiales contempladas en el programa de erradicación (Álvarez et al ., 2008). Aunque estos hallazgos sonmuy interesantes y a día de hoy la citometría de flujo se emplea para diagnóstico en medicina humana (Clift, 2015), su aplicación en el diagnóstico rutinario a gran escala parece difícil en sanidad animal, debido especialmente al coste del equipamiento y la necesidad de un personal altamente especializado para su manejo (El-Naggar et al ., 2015). Sin embargo, el diagnóstico de TB basado en la detección de otras citoquinas parece prometedor y, por ello, las líneas de investigación actuales trabajan en plataformas con aplicación a gran escala y sin grandes requerimientos técnicos que permitan detectar múltiples citoquinas de forma simultánea (Smith et al ., 2021; Steinbach et al ., 2021; Wang et al ., 2018), las cuáles derivan de estudios previamente realizados en diagnóstico de TB en humanos (La Manna et al ., 2018). Estas nuevas metodologías basadas en tecnología tipo Luminex evalúan el perfil de expresión de diferentes citoquinas en individuos con diferente estatus de infección, permitiendo así, por ejemplo, determinar diferencias en los patrones de expresión entre aquellos individuos con infección latente o enfermos (La Manna et al ., 2018; Tincati et al ., 2012; Wang et al ., 2018; Steinbach et al ., 2021). Esto último podría ser de gran utilidad para maximizar la detección de aquellos animales con infecciones latentes que no expresen determinados marcadores y que presenten una reactividad anómala en las pruebas diagnósticas oficiales (IDTB y prueba de IFN-γ), permitiéndonos, por tanto, eliminar a aquellos animales que podrían convertirse en focos silenciosos de infección, diseminando la enfermedad a nivel del rebaño o entre explotaciones (Pollock & Neill, 2002). OTRAS METODOLOGÍAS DIAGNÓSTICAS ANTEMORTEM SIN BASE INMUNITARIA • Empleo de bacteriófagos para el diagnóstico de la TB bovina El empleo de bacteriófagos en el diagnóstico de enfermedades infecciosas ya comenzó a finales del siglo pasado, por ejemplo, para el diagnóstico de la salmonelosis (Hirsh & Martin, 1983a, 1983b). El fundamento de este método comprende el uso de un virus bacteriano (bacteriófago) que infecta de forma específica a las micobacterias viables de una muestra, consiguiendo introducirse dentro de ellas. En este momento, el bacteriófago utiliza la maquinaria celular de la micobacteria para producir nuevas partículas víricas que se acumulan en el interior de esta hasta que consiguen salir al exterior para infectar nuevas micobacterias. La supervivencia del bacteriófago depende, por tanto, de la existencia previa de micobacterias vivas en la sangre o tejidos de los animales, lo cual podría emplearse como indicador de infección (Botsaris et al ., 2016; Jones et al ., 2020; Swift et al ., 2020). El desarrollo y evaluación de esta técnica en el diagnóstico de la TB no estuvo exenta de polémica, ya que asumía que lamayor parte de los animales infectados de TB (incluyendo incluso aquellos con infección latente) tenían micobacterias en sangre circulante, lo que rompía con el paradigma que se tenía de la enfermedad (Maggioli, 2016). Existen pequeñas variantes en el diagnóstico con bacteriófagos en función de cómo se produce su detección al final de la técnica: algunos ensayos detectan la fluorescencia emitida por bacteriófagos (Jones et al ., 2020), en otros el resultado se revela a simple vista mediante cambios físicos en un medio de cultivo (Swift et al ., 2016) y en algunos, más novedosos y específicos, se emplea una prueba molecular confirmatoria tipo PCR, como es el caso del test comercial Actiphage (Swift et al ., 2020). Algunas de las ventajas que presenta esta técnica radican en permitir un diagnóstico ante-mortem relativamente rápido (ya que tan solo se necesitarían entre 24 y 48 horas) pero también en la variedad de muestras que admitiría, como sangre, heces, saliva, tejidos, leche (y derivados), permitiendo un diagnóstico temprano y a diferentes niveles (Beinhauerova & Slana, 2021; Swift et al ., 2013). Sin embargo, en estudios no publicados realizados en condiciones de campo se han obtenido sensibilidades más bajas de las inicialmente atribuidas a la técnica, posiblemente debidas al factor antes mencionado relativo a la poco probable presencia de micobacterias en sangre circulante de animales infectados. • La resonancia magnética nuclear y su aplicación en el diagnóstico de la TB bovina Otra de las líneas experimentales seguidas en los últimos años con el objetivo demejorar el diagnóstico de TB bovina ha sido la metabolómica, el estudio de unas sustancias de diferente naturaleza denominadas metabolitos, presentes en las células y los tejidos y que actúan a modo de marcadores de infección. Estos estudios novedosos emplean la resonancia magnética nuclear (RMN), gracias a la cual se detecta la presencia de estos metabolitos en fluidos biológicos de los animales (suero y plasma principalmente), de tal modo que se puedan elaborar patrones de presencia que permitan diferenciar entre animales infectados y sanos (Snowden et al ., 2012). Recientemente, ciertos trabajos de investigación han evaluado

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