TQ333 - Tradesport

76 A FONDO - RUNNING La historia más 'reciente' del running arranca tras la crisis del 2008. Antes era un deporte más, difuminado entre el llamado jogging y el atletismo más puro. Había quien corría, claro, pero no era una práctica demasiado extendida. En un atardecer cualquier apenas se veía gente corriendo por las calles, algo bastante difícil de creer con las aglomeraciones que hay ahora. Pero con la crisis todo cambió. En una época de contención del gasto, de cambio en los hábitos de compra y de muchos recelos a gastar en ocio (incluso pudiendo), el deporte ganó mucho protagonismo como válvula de escape, como opción de ocio asequible. Correr se puso de moda. Y claro, el sector reaccionó. Bueno, para ser justos, reaccionaron las tiendas. Las marcas llevaban años trabajando muy bien esta categoría, tanto en marketing como, sobre todo, en I+D, y aunque evidentemente las grandes han cambiado sus estrategias con el auge de práctica, y han llegado a nuestro mercado muchas -muchísimas- nuevas marcas, ha sido la tienda la que más ha cambiado. La que se ha tenido que adaptar a este crecimiento. Durante meses, o años, la demanda fue muy buena y la oferta, además de serlo también, era bastante 'razonable'. Pero apuntarse a un boom como el del running es relativamente fácil. O eso creían muchos. Y en muy poco tiempo la red de comercios especializados se disparó. Por si fuera poco, parece que nadie se dio cuenta de que el running es un deporte que se 'presta' mucho a ser trabajado por los comercios multideporte, tanto los independientes de mediano formato como, sobre todo, los grandes operadores con megatiendas en toda la península (que lógicamente no dejaron pasar la oportunidad de apostar por un deporte con tan buena salud). La especialización tiene un gran tirón entre los corredores habituales, pero el poder de las grandes cadenas es muy grande, y teniendo en cuenta que el target que disparó las ventas fue más de multideporte que de especialista, quedó claro, muy pronto, quien sacaba partido a ese buen momento que estaba atravesando el running. Así que, como era previsible, la burbuja acabó estallando. Durante 3 ó 4 años muchas tiendas tuvieron cierto margen para crecer y consolidarse, pero en menos tiempo de lo que muchos pensaban, los cierres empezaron a tener más peso que las aperturas. Por suerte, el segmento tomó nota a tiempo y entendió que el hecho de que cada vez haya más gente que corre –porque eso es obvio- no significa, ni mucho menos, que se necesite más oferta de tiendas. Y el running entró en una fase de transición, de resituarse, de redimensionarse. De aceptar, sobre todo, que, aunque él estaba muy vivo a nivel de practicantes (algo en lo que muchos no confiaban), la oferta, en marcas y tiendas, tenía que seguir depurándose. El crecimiento experimentado por este deporte durante varios años fue espectacular, pero también fue descontrolado. Y con cada vez más competidores, en producto y, sobre todo, en tiendas, había ciertas cosas que tenían que pulirse sí o sí. La lógica de los ciclos, de la que nadie ni nada se salva, y mucho menos las modas, ya hacía presagiar un frenazo brusco. Y así fue. Y lo más paradójico es que ese retroceso no se dio como consecuencia de una caída de la práctica, como había sucedido hace años en algunos deportes, sino más bien por una pésima gestión del éxito por parte de marcas y tiendas. La demanda era buena, pero la oferta era exageradamente alta. Y cuando eso pasa, es inevitable que la guerra de precios se acentúe y lo pervierta absolutamente todo. Y más si las marcas no ponen freno a ello. Los años que precedieron la pandemia fueron años muy tranquilos en los que se consolidó toda esa reestructuración y se empezó a entender porque en un contexto donde el running seguía siendo uno de los deportes más practicados por los españoles, el segmento seguía sufriendo. Fue un año de seguir buscando una respuesta lógica y, sobre todo, medida, a la demanda. Y de esforzarse para generar más demanda mientras la selección natural seguía su curso. En estos años de transición, la clave fue entender el running, no como una moda o un segmento fácilmente explotable, sino como un universo sólido, fuerte, con identidad y mucho más maduro de lo que muchos creen. Un segmento que tenía, todavía, mucho recorrido. Y la crisis del COVID no hizo más que confirmar todo esto. Que la práctica estaba y está en niveles muy buenos y que muchos corredores han incorporado este deporte a sus hábitos, a su rutina. A día de hoy hay una base muy sólida de corredores que sigue creciendo año tras año y que, obviamente, asegura un buen volumen de ventas. Y si, claro, como ha pasado en otros deportes, cuando el COVID se ha dejado atrás y la gente ha empezado a redirigir sus gastos, el segmento lo ha notado, pero al final, no es un tema de target potencial, si no de frecuencia con la que se renueva el material. Se vende menos, si, pero la gente que corre sigue creciendo. A corto y medio plazo, con el panorama que tenemos, el running es y seguirá siendo uno de los deportes más dinámicos del sector. Otro tema es como evoluciona el comercio, todavía un poco sobredimensionado. Y también hay que estar muy atentos a los cambios que se están dando y se darán en el reparto de poderes, tanto entre marcas "Los años que precedieron la pandemia fueron años muy tranquilos en los que se consolidó toda esa reestructuración y se empezó a entender porque en un contexto donde el running seguía siendo uno de los deportes más practicados por los españoles, el segmento seguía sufriendo"

RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx