5 EDITORIAL Jaume Ferrer, fundador - jferrer@tradesport.com Madurez atractiva En un sector tan dinámico como el nuestro, donde las modas y las tendencias a menudo dictan las fluctuaciones en las ventas, se hace cada vez más importante reflexionar sobre la importancia que tiene alcanzar la madurez. Pero no una madurez entendida como techo, sino como un síntoma inequívoco de solidez, de estabilidad. A menudo tendemos a asociar el crecimiento explosivo con el éxito, pero, aunque estos picos pueden ser emocionantes en el corto plazo, es la madurez lo que realmente asegura un futuro sólido y “saludable”. Madurar no es estancarse; es haber aprendido a dimensionarse, saber cuáles son los límites y definir una hoja de ruta para alcanzar un crecimiento progresivo en el que no se priorice la velocidad sino la distancia. Llegar lejos antes que llegar rápido. El auge repentino de ciertas modalidades deportivas, impulsado por modas o crisis, puede dar la falsa impresión de que un segmento está en clara expansión. Sin embargo, este tipo de crecimiento, salvo que se cuide, es a menudo insostenible. Basta con tomar como ejemplo el boom de algunas actividades durante la postpandemia, que no refleja un crecimiento orgánico y sostenido, sino una respuesta temporal a una crisis global. Para cualquier modalidad deportiva, el objetivo nunca debe ser acumular repuntes momentáneos, sino construir una base sólida de practicantes. Una comunidad fuerte y comprometida es el verdadero motor de ventas a largo plazo. Por ejemplo, deportes como el pádel y algunas modalidades outdoor han mostrado un crecimiento constante en la práctica y, sin embargo, ese crecimiento no se ha visto replicado, por varias razones, en las ventas. El crecimiento en la base de practicantes es crucial porque, a largo plazo, a mayor base, mayor será el volumen de ventas globales. Es un proceso gradual pero sostenible que asegura la estabilidad y que, aunque no evita los altibajos que puedan provocar ciertos contratiempos puntales, sí garantiza que la tendencia sea al alza. ¿Es menos atractiva esa madurez que los repuntes explosivos que algunas modalidades han experimentado en la última década? Si, sin duda, pero también tiene muchas más garantías para marcas, para tiendas y para el conjunto del sector. El fútbol es un excelente ejemplo de madurez. A pesar de no haber logrado, prácticamente nunca, repuntes espectaculares, este deporte mantiene una solidez envidiable. Nadie habla de su crecimiento porque ya ha alcanzado ese nivel de madurez que asegura su presencia en el mercado a largo plazo. No crece mucho, pero tampoco pierde nada. Progresa lenta pero sostenidamente. Otro ejemplo: el tenis. Se le daba por muerto cuando el pádel parecía comérselo y ahora, en cambio, es un segmento mucho más compacto, ordenado, sólido, definido y con un potencial perfectamente delimitado. ¿Maduro? Seguramente, pero es más que probable que las marcas estén mucho más cómodas ahora que antes del boom del pádel. Porque el orden es, siempre, más importante que cualquier repunte. Y esta es la meta que otros deportes deberían perseguir. Quizás no ahora, con cuerda para seguir aprovechando el despegue, pero sí cuando la inercia de ese despegue pierda toda su fuerza. Que lo hará. En lugar de buscar repuntes meteóricos, cualquier segmento debería enfocarse en el crecimiento progresivo. Sobre todo, porque un mercado estable proporciona un entorno confiable en el que las empresas pueden invertir en innovación y calidad, sin la presión de tener que adaptarse constantemente a las modas pasajeras. n
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