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39 A FONDO - OUTDOOR El panorama deportivo vive uno de sus momentos más favorables de las últimas dos décadas. La pandemia queda muy atrás -menos de lo que parece, eso sí- pero aun dura la inercia de todas esas “ventajas” que nos había aportado este contratiempo, nefasto para algunos, pero, para qué negarlo, muy oportuno para el deporte. Porque sí, es cierto que antes del confinamiento varias disciplinas deportivas ya estaban en alza, tanto en términos de participación como de ventas, pero cuando se levantaron las restricciones, a pesar del persistente peligro de la pandemia, los números se dispararon aún más. El deporte emergió como una línea de defensa, un refugio tanto para la salud física como para la mental en medio del caos sanitario. Se gestó, por fin, una nueva mentalidad en torno al bienestar, seguramente impulsada más por el miedo que por la convicción en sus beneficios, pero en cualquier caso el deporte asumió un papel central. Este impulso continúa, con un aumento constante de participantes y diversas disciplinas disfrutando de su época dorada. ¿Por cuánto tiempo perdurará este fenómeno? Es una incógnita, pero sin duda, la situación actual difiere significativamente de otros repuntes previos. En el pasado, las crisis económicas solían impulsar la práctica deportiva debido a un desvío del gasto, pero las cosas volvían a lo de antes cuando las condiciones mejoraban. Altibajos casis siempre vinculados a los ciclos económicos. Sin embargo, en esta ocasión, al tratarse de una crisis sanitaria, la actitud fue distinta desde el principio. Y aunque esa fiebre por el deporte y la salud se ha calmado bastante, como era más que previsible con los antecedentes que tenemos, el deporte todavía se percibe como una válvula de escape y, para muchos -para muchos más que a principios de 2020- como un hábito fundamental para una vida saludable. Y el sector está capitalizando bastante bien esta tendencia.

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