A FONDO - PÁDEL 58 de venir de años relativamente buenos, las producciones eran muy conservadoras y se ajustaban bastante a la demanda. No había ni stock ni posibilidades de tenerlo. Y claro, cuando las fábricas volvieron a abrir, todo el mundo pensó en recuperar esas oportunidades perdidas… y las marcas se pasaron de frenada en la producción. La demanda seguía siendo buena y nadie quería desaprovechar las oportunidades otra vez. Así que mejor pasarse que quedarse cortos. Y así fue. Se pasaron… pero demasiado. Y no sería un problema, o no al menos tan grave, si esa demanda siguiera al alza, pero justo cuando esa producción llegaba a los almacenes de las marcas, la demanda se estabilizó. Como era más que previsible. Y así estamos ahora. Se sigue jugando, y mucho, pero la gente ya no compra tanto. O no con tanta frecuencia. Prefiere gastar en otras cosas. Y claro, con los almacenes de las marcas llenos, y con las tiendas con mucho más producto del que pueden vender, el precio cae en picado. Hasta niveles exagerados en el sell-out pero, sobre todo, en el sell-in, con marcas que casi regalan sus palas a las tiendas… y con tiendas que tienen palas al 50% o al 70% de su precio recomendado. Y no va a ser fácil revertir esta situación… UN AÑO DE TRANSICIÓN… O DOS Todos esos problemas de los que acabamos de hablar empezaron en 2023. Antes, 2021 y prácticamente todo 2022 habían sido muy buenos años. La práctica al alza y las ventas, también. La inercia de la pandemia se mantenía y el deporte seguía estando en lo alto del ranking de actividades de ocio. No en vano, 2022 se cerró con una facturación global cercana a los 280 millones de euros, con un crecimiento en valor de más del 20% respecto al año anterior, y con más de 1,6 millones de palas vendidas. Es cierto que con esas cifras ya quedaba claro que el pádel había frenado un poco su despegue (en 2021 esos crecimientos se situaron por encima del 50%) pero, aun así, la dinámica era muy buena y no estaba 100% condicionada por la angustia postencierro, como si lo estaba en 2020 y 2021. Y arrancó 2023. Y empezaron los problemas. La demanda cayó en picado, y lo hizo a la misma velocidad a la que se llenaban los almacenes. De marcas y tiendas. Y lo que pasó ya lo hemos explicado antes. Descuentos y más descuentos. Estrategias poco recomendables en el sell-out pero, sobre todo, en el sell-in. Y el mercado reventado. Por suerte, con el problema detectado, es mucho más fácil afrontar las complicaciones, y el sector asumió que 2023 sería un año de transición. De no pensar mucho en si las cosas se hacían bien o no y priorizar la salida de ese stock. Para volver a empezar. Y hacerlo habiendo dimensionado mejor el mercado. Y así estamos ahora, en pleno 2024, un año que tiene toda la pinta de ser, también, de transición. Resignados con un mercado nacional muy revuelto, con la práctica en muy buenos niveles -y al alza- pero con una demanda a años luz de la de hace 2 o 3 años, y con la mirada puesta en el mercado internacional, un balón de oxígeno que está dando muchas oportunidades a las marcas. EL MERCADO INTERNACIONAL, UN BALÓN DE OXÍGENO Durante años hemos insistido en que la gran asignatura pendiente del pádel era la internacionalización. Y en los últimos cuatro o cinco esta asignatura está más que aprobada. Después de años insistiendo sin conseguir prácticamente nada, en los últiEl problema del pádel es, desde hace años, la oferta. Excesiva mire como se mire. Lanzar una marca de pádel es relativamente fácil y eso, al final, acaba reventando el mercado. El mercado… y el trabajo de quienes llevan muchos años picando piedra
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