163 A FONDO - GLISS Aunque ha tenido importantes altibajos en las dos últimas décadas, el roller es un universo con un buen volumen de practicantes y ventas. Volumen que ha crecido tras la pandemia. La segmentación por topologías (fitness, velocidad, half pife, free style…) ha servido para dinamizar el segmento y convertirlo en el deporte urbano por excelencia. Además, ha servido para distinguir los dos grandes grupos de patinadores que hay: los más extremos –con una práctica muy similar a la de los skaters (half pipe, piruetas, free style, barandillas…) y los practicantes más “ocio” (el gran grueso de practicantes). ¿Diferencias con el skate? Muchas. En primer lugar, el tipo de público, pero sobre todo hay dos que destacan por encima de las demás: la filosofía y Decathlon. Respecto a la cadena gala, basta con decir que sus ventas de skate y surf son mínimas (o lo eran hasta la llegada de los Cruisers) y, sin embargo, son uno de los grandes proveedores de roller y, sobre todo, uno de los grandes dinamizadores de este deporte, especialmente entre los principiantes. En cuanto a la filosofía, el problema es que no existe una “cultura roller”. Aunque hay patinadores extremos, competiciones de saltos y que su práctica puede ser tan o más espectacular que la del skate o el surf, por su popularización y por la tipología de practicantes no despierta el interés de los más jóvenes, mucho más atraídos por los deportes de tabla. O por el envoltorio “filosófico” que creen que hay detrás. Además, no hay una industria textil específica ni grandes
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