162 A FONDO - GLISS LA MODA ARROLLA AL DEPORTE El gran error que cometió el gliss en su despegue fue dejarse seducir por los cantos de sirena de la moda, porque esa estrecha relación que tejió con un mundo tan inestable, fue un lastre cuando la crisis se instaló en nuestra economía. El llamado X-Wear (gliss de calle, básicamente) arrasó en un abrir y cerrar de ojos. Marcas como Billabong, Quiksilver, Rip Curl o O’Neil se convirtieron en verdaderos iconos de la moda urbana en muy poco tiempo. El tarjet más poderoso del sector -los jóvenes- convirtió estas marcas en tendencia y las ventas se dispararon exponencialmente. El gliss se convirtió en una de las tendencias más potentes que ha visto el sector en toda su historia. Pero fue eso, una tendencia. Pura moda. Poco que ver con el deporte por mucho que se intenté ver en sus raíces más profundas una tabla de surf. Lo que se impuso en la calle fue la estética, muy bien envuelta en una filosofía de vida que seducía a millones de personas. Porque del surf como deporte hay poco que hablar. Pocos practicantes –aunque hay que reconocer que cada vez más- y poca “variedad” de material (con una tabla y un neopreno/bañador uno se apaña). Lo que realmente hace fuerte al surf es todo lo que va más allá de lo puramente deportivo. La fuerza de este universo, a nivel de ventas, la controlan el textil, el calzado y los accesorios. Y su historia en los últimos años es exactamente la misma que han vivido muchos otros segmentos: un fuerte crecimiento y, después un batacazo. En este caso mucho más fuerte por culpa de la crisis. Y por estar tan cercana a un mundo, el de la moda, que como era más que previsible, fue uno de los grandes damnificados por la crisis. Cuando el consumidor reduce gastos suele empezar por el textil. Y el gliss lo ha podido comprobar de primera mano. Como también está comprobando que, cuando la crisis se deja atrás, se recupera terreno. Eso sí, a día de hoy, no parece que el gliss vuelva a sus años de máxima esplendor. Sigue siendo una tendencia con mucho tirón y con un gran volumen de ventas, pero tras el encierro, es cierto que se está imponiendo un look más deportivo, más vinculado al llamado Althleisure en textil y al rollo retro, vintage o sneaker en calzado, donde las grandes del skate -las que en su díá robaron protagonismo al surf- parecen haber perdido un poco de terreno. Pero son tendencias. Y cualquier día el gliss puede pegar otro salto importante. O no. Así es la moda. EL EFECTO REBOTE DEL SKATE Lo hemos dicho antes: el papel del universo skate ha sido clave para que el revés del gliss no fuese definitivo. Lo que en su día perdió el surf –o las marcas supuestamente vinculadas a este universo- lo fue ganando poco a poco el skate, incluso en plena crisis. Sin hacer demasiado ruido fue adueñarse de ese halo de autenticidad que las marcas del surf habían perdido en pro del volumen y supo aprovechar muy bien el desencanto de muchos consumidores –y tiendas-, que no veían con muy buenos ojos la excesiva popularización de determinadas marcas del universo surf. Si hace apenas quince años ese mundo gliss más vinculado a la moda era un coto privado de marcas como Billabong, Rip Curl, Quiksilver y compañía, hoy en día hay una lista interminable de marcas vinculadas al mundo skate que se han convertido en iconos para muchos adolescentes y jóvenes. Marcas como Circa, Vans, Dc Shoes, Adio, DVS, Etnies, Kustom, Ecko, Element, Zoo York y otras muchas, tienen cada vez mayor presencia en las calles, tanto entre los skaters como, sobre todo, entre los que no tienen ningún interés en este deporte, pero sí visten siguiendo las tendencias que marca el skate. La mayoría no podrán evitar –y tampoco quieren hacerlo- entrar en el complejo espiral de la moda, como han hecho las surferas, pero si gestionan bien su paso por este complejo territorio, sobre todo a nivel comercial, es probable que sigan teniendo mucho margen de recorrido. Además, el hecho de que el calzado de calle inspirado en el running, el baloncesto o el tenis haya ganado tanto espacio, también ha ayudado a que la evolución del gliss haya sido más pausada y lógica, con menos ventas, pero con menos sobresaltos. Hay menos demanda de calzado gliss y eso, aunque no sea algo destacable, sí ayuda a dimensionar mejor las cosas. La realidad es que más allá del boom que han experimentado los monopatines (muy explotados, como no, por las grandes cadenas), una de las categorías donde las ventas son más importantes y donde se libra una batalla más fuerte es en el calzado. Y es precisamente donde el skate tiene más poder. Las surferas lo intentaron y fracasaron, pero el skate, en cambio, ha sabido convertir su calzado en una tendencia. En un icono de la moda urbana. Y las ventas, aunque como hemos dicho hayan podido sufrir algún pequeño frenazo, lo siguen atestiguando. El calzado ha sido, y es, el gran motor del gliss. Esta realidad, en la que el skate avanza sin complejos al surf, también es muy visible en el comercio. Y no solo en la moda; también en la parte más técnica o “deportiva”, tanto en comercios multideporte (que están explotando esta categoría en todas sus vertientes, desde el skate clásico hasta el longboard) como en pequeñas tiendas especialistas. Cada uno de estos formatos tiene su público (los primeros más “generalistas”, con un fuerte protagonismo de las gamas de iniciación o medias; y los segundos con una oferta pensada para los más “selectivos”) pero el pastel es suficientemente grande (y heterogéneo) como para que, de momento, todas las partes puedan sacarle partido. UN HERMANASTRO ESTRECHAMENTE VINCULADO AL OCIO El gliss no acaba en el skate y el surf. Probablemente haya otro subsegmento que, sin hacer demasiado ruido, sigue creciendo año tras año. Y a diferencia de ellos, lo hace en un plano puramente técnico. Hablamos de los patines. Esta modalidad, aunque algunos prefieren no meterla en el mismo saco de lo que consideran un territorio limitado a los deportes de tabla, tiene suficientes similitudes como para considerarlos, al menos, hermanastros. Sobre todo del skate.
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