52 A FONDO - RUNNING consolidar el ritmo, fallaron las piernas y el running no tuvo más remedio que frenar. Como ha pasado tantas y tantas veces en el sector, con otros muchos segmentos o con muchos productos, se ha querido llegar rápido sin pensar que lo importante, a veces, es llegar lejos. El segmento, por suerte, empezó a resituarse relativamente rápido. El peso que tiene el running en el global del sector es suficientemente importante como para que marcas y tiendas vieran las orejas al lobo antes de tiempo. Redimensionar el mercado nunca es fácil, pero el running supo hacerlo. Con muchos daños colaterales, pero lo hizo. 2017 y 2018 fueron años de transición, de redimensionarse. De aceptar, sobre todo, que, aunque el running estaba muy vivo a nivel de practicantes (algo en lo que muchos no confiaban), la oferta, en marcas y tiendas, tenía que seguir “depurándose”. El crecimiento descontrolado siempre deja muchos muertos en el camino. No al principio, pero sí a medio y a largo plazo. Y la lógica de los ciclos, de la que nadie ni nada se salva y que, en nuestro sector, está a la orden del día, ya hacía presagiar un frenazo brusco. Es más, es algo que, en su momento, cuando el running empezó a crecer exponencialmente, más de uno advirtió. Sobre todo, entre quienes habían apostado por el running antes de que fuera una moda. Pero lo más sorprendente, lo más paradójico, es que el running frenó su ritmo bruscamente por la propia idiosincrasia del sector. Muchas modalidades han crecido rápidamente porque se han convertido en moda y la práctica se ha disparado. Y cuando esa práctica ha ido a la baja, el segmento se ha visto afectado. Pero en el running no ha sido así. La práctica no ha caído en picado. Como mucho ha reducido su ritmo de crecimiento. El problema es que el sector ha hecho una pésima gestión del éxito. Todo el mundo, desde las marcas hasta las tiendas. Porque la demanda nunca ha dejado de ser buena; el problema es que la oferta acabó siendo -y lo es todavía- exageradamente alta. Y cuando esto pasa, cuando el desequilibrio se hace tan evidente, lo que toca es redimensionarse. Y lo más importante, para conseguirlo, era entender porque en un contexto donde el running seguía siendo uno de los deportes más practicados por los españoles, el segmento seguía sufriendo. Y la respuesta era bastante simple: por ese desfase entre oferta y demanda. Cuando el running entendió esta realidad, empezó a recuperarse. Y con la selección natural haciendo su trabajo, el running empezó a definirse no como una moda o un segmento fácilmente explotable, sino como un universo sólido, fuerte, con identidad y mucho más maduro de lo que muchos creían. Un segmento con mucho recorrido. Y más ahora que ha quedado claro, por culpa del maldito virus, que la práctica sigue en niveles muy buenos y que muchos corredores han incorporado este deporte a sus hábitos, a
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