mercados donde el pádel ya está posicionado y, sobre todo, intentar que el pádel “cuaje” en mercados clave donde todavía no ha despertado interés. Mercados como el norteamericano, donde ya hay muchas empresas trabajando para posicionar este deporte, o como el centroeuropeo, con muchos mercados importantes que aun no han “descubierto” el pádel. Y también habrá que estar atentos al crecimiento que pueda experimentar el Pickleball, que todavía no es un competidor directo -salvo en Estados Unidos- pero que sí puede arañar un terreno importante en nuevos mercados donde ambos deportes llegan a la vez. ¿Pueden ser complementarios? Evidentemente, pero probablemente el Pickelball consiga seducir -y retener- a un target que para el pádel ha sido, es y será importante. EL COMERCIO, SATURADO Cuando hablamos de las problemáticas que tiene el pádel, la que aparece en primer lugar siempre es el exceso de marcas. El boom que ha experimentad este deporte en practicantes ha disparado el oportunismo, y como es relativamente fácil lanzar una marca, la oferta de palas se ha disparado. Pero si es fácil lanzar una marca, no menos fácil es abrir una tienda, así que tan previsible era que surgieran nuevas marcas como que se disparase la cifra de tiendas especializadas.Y eso paso, además, al mismo tiempo que el pádel ganaba cuota en el comercio multideporte, especialmente en las grandes cadenas. Así que, en un tiempo récord, a la sobreoferta de marcas se unió la sobreoferta de tiendas, creando un cocktail explosivo que originó la guerra de precios que manda en el pádel. La selección natural provocó, con cierta rapidez, que los cierres empezaran a ser habituales. Primero los de aquellos que abrieron tiendas especializadas sin tener la más remota idea de cómo se gestiona un negocio; y después empezaron a caer algunos grandes que habían sido incapaces de dimensionar el mercado en su justa medida. Que el comercio multideporte -especialmente los grandes- lleve años apostado tan fuerte -y en algunos casos, muy bien- por esta modalidad limita mucho el recorrido del comercio especialista,cuyo crecimiento se ha frenado en seco en los últimos meses. Los que quedan, los que han sobrevivido, se han hecho fuertes y tienen, todavía, margen de recorrido, pero difícilmente veremos nacer nuevas tiendas especialistas.Y más ahora, con las fuertes di cultades que hay para vender. Porque sí, las marcas lo están pasando mal con tanto producto en sus almacenes, pero la situación de las tiendas es tan o más compleja. Porque las marcas les presionan para que cumplan sus programaciones -que también pecaron de optimismo- o absorban parte de ese sobrestock. Pero no venden. Y si no venden, no compran. Las ofertas de sell-in que reciben son, como hemos dicho, descaradamente rompedoras, con márgenes teóricos difíciles de rechazar y, casi siempre, sin compromiso de respetar precios. El problema es que ni así se vende, y por muy barato que hayan comprado, la gran mayoría se quedan en el lineal de la tienda. A PESAR DE TODO… SE IMPONEN NUEVOS VALORES AÑADIDOS Que la pandemia fue una gran aliada para el pádel lo sabemos todos. Se disparó la práctica y, también, se dispararon las ventas. Pero las consecuencias del parón que acompañó a la pandemia también fueron negativas, especialmente en lo que respecta a la producción. Y de aquellos polvos, estos lodos. El cierre de las fábricas en Asia provocó, como hemos dicho, una importante falta de stock justo cuando más demanda había. Esta falta de producto, que tantos dolores de cabeza está dando al pádel -no por el cierre en sí, sino por cómo lo gestionaron las marcas-, también tuvo su parte “buena”, y es que fue un argumento más para que muchas marcas pusieran encima de la mesa la posibilidad de dar un vuelco a su estrategia de producción. Un vuelco que ya se planteaban desde hace años ante la fuerte competencia que hay en este segmento. Porque a más competencia, más necesidad de buscar ese valor añadido que te diferencie del resto de marcas.Y un mejor control de la producción (a nivel de calidad pero, sobre todo, de tiempo y cantidades) siempre es un buen camino para lograr esa diferenciación. Fabricar lejos es, a priori, más barato, pero puede acabar costando más. Mucho más. Esta necesidad de priorizar la calidad y el control sobre el precio es, sin duda, la que ha animado a muchas marcas -cada vez más- a apostar por la relocalización, bien acercando la producción a países donde sea más ágil y rápido controlar esa producción, o bien apostando por controlar29 La necesidad ha obligado a muchas marcas y tiendas a cambiar de estrategia y volver a poner al factor precio como gran reclamo, aunque sólo sea de forma puntual, pero eso no justifica el abuso que se ha hecho, por parte de algunos, en el tema de los precios.
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