TradeSport 325 - Noviembre 2023

Uno de los principales problemas actuales del pádel es que, aunque era hasta cierto punto previsible que las ventas se frenaran, pocos podían imaginar que hubiera un desfase tan grande entre práctica y ventas. La sensación, a punto de acabar el año, es que se ha dado un paso atrás en el buen trabajo que se ha hecho durante años para reordenar el mercado y, sobre todo, para tener un mercado menos pervertido por los descuentos. UN PROBLEMA DE OFERTA Y DEMANDA El pádel lleva muchos años picando piedra. Y lo han hecho, sobre todo, las grandes líderes de este deporte,con las especialistas tirando del carro muchos años y con las más vinculadas al universo de la raqueta apoyando después. La lista de marcas secundarias que se han aprovechado de este trabajo en la sombra es interminable, pero así es el mercado. Y gracias a dios, el esfuerzo de quienes llevan tiempo empujando se ha visto recompensado.Y desde hace años. Dicho esto, después de años de intenso trabajo, podríamos decir que el pádel es un deporte bastante maduro. Pero no maduro en el sentido de haber tocado techo, porque ni lo ha hecho ni lo hará hasta dentro de mucho tiempo, sino en el sentido de estar mejor dimensionado, estructurado y profesionalizado. El problema es que lo que se ha tardado tanto tiempo en construir, se olvida cuando la necesidad aprieta.Y del sentido común y las estrategias a medio y largo plazo, se pasa con demasiada facilidad al cortoplacismo y a estrategias que no bene cian en absolutos al global del segmento. El pádel es un mercado in nitamente más maduro que hace una década. Pero que sea maduro no signi ca, ni mucho menos, que no tenga, todavía, muchas cosas en las que mejorar.Y la más importante, probablemente, tenga que ver, por un lado, con una oferta que todavía es excesiva en lo que a número de marcas se re ere y, por el otro, por la pésima gestión que se ha hecho en producción y programación después de la pandemia. Comencemos por lo primero. Pese a la “limpia” que ha habido en los últimos 5 o 10 años, la oferta de marcas sigue siendo exageradísima. Han desaparecido muchas marcas… pero cada dos por tres aparecen otras nuevas. Es demasiado fácil – y tentador- lanzar una marca nueva al mercado. Y hay mucha gente que no solo lo hace, sino que, además, acaba consiguiendo colocar algunas palas en algún club o en alguna tienda. Y sí, es verdad que estas marcas, individualmente, apenas signi can nada en el global del segmento, pero si las sumamos el porcentaje ya no es insigni cante. Y más ahora que el mercado, a pesar de que los niveles de práctica siguen siendo muy buenos, ya no las absorbe. Ni siquiera con la estrategia de precios tan radical con la que intentan hacerse hueco. El pádel ha evolucionado mucho en estos últimos años, sobre todo en cuanto a su gestión interna, pero que a día de hoy haya en el mercado alrededor de 150 marcas de palas sigue siendo un problema. Un problema que se agrava, y mucho, cuando la demanda está a años luz de la oferta. Como ahora. Y eso nos lleva al segundo de los “problemas” que tiene hoy en día el pádel. Que la demanda ha caído en picado y la oferta se ha disparado. En cantidad de marcas, pero, sobre todo, en cantidad de producto. Y la explicación es muy simple y, en cierta medida, muy entendible: cuando el pádel empezó a despegar, oferta y demanda estuvieron bastante alineadas durante mucho tiempo, pero entonces llegó la pandemia. Y la demanda se disparó al mismo tiempo que la oferta caía drásticamente por el cierre de las fábricas en Asia. Y claro, eso son oportunidades perdidas. La gente quería comprar, pero ni marcas ni tiendas tenían producto. La práctica tras el encierro experimento un nuevo repunte, muy fuerte, y sin embargo las ventas no pudieron seguir el ritmo porque no había producto.Y claro, cuando las fábricas volvieron a abrir, las marcas se pasaron de frenada en la producción. La demanda en el momento de activar esa producción seguía siendo buena y nadie quería desaprovechar las oportunidades otra vez. Así que mejor pasarse que quedarse cortos. Y la mayoría se pasaron más de la cuenta. Y encima, con la producción llegando a sus almacenes, la demanda se estabilizó. Como era más que previsible. Y así estamos ahora. Se sigue jugando, y mucho, pero la gente ya no compra con tanta alegría. Pre ere gastar en otras cosas seguramente. Y claro, con los almacenes de las marcas llenos a rebosar, y con las tiendas con mucho más producto del que puede vender, el precio cae en picado. Hasta niveles exagerados en el sell-out pero, sobre todo, en el sell-in. Si tradicionalmente el pádel ha sido el segmento con mayor índice de promociones del sector, con más del 30% de las palas vendidas con descuentos por encima del 30%, lo de ahora ya supera cualquier lógica de precios. La necesidad ahoga, y mucho, y si unos no colocan sus marcas a las tiendas y los otros no venden, es complejo afrontar las nuevas temporadas porque no hay ni cash ni espacio. Por eso hay marcas que 25

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