TradeSport 324 - Octubre 2023

El sector anda un poco convulso. De bajón. Era previsible que después del gran repunte que habían experimentado algunas modalidades, la cosa se calmase. Pero pocos pensaban que se calmaría tanto y, que, además, lo haría tan drásticamente en las ventas.Y solo en las ventas. Las crisis, históricamente siempre han sido un buen aliado para el deporte. En los peores momentos de ese ciclo negativo, el deporte se ha hecho muy fuerte.Y lo ha hecho, básicamente, porque ha logrado -sin esforzase mucho en ello- que el poco gasto que había en ocio se centrase en él. No hay dinero para viajar, apenas lo hay para salir a cenar o a divertirse, así que, entre las alternativas de ocio más asequibles, accesibles y, obviamente, saludables, el deporte se lleva la palma. Por eso tras la crisis de 2008 y, también, después del encierro por el COVID, el deporte dio un salto cuantitativo tan grande. Y si, la evolución de la mayoría de los sectores, por norma general, obedece a ciclos, y el sector de artículos de deporte no es una excepción. Sabíamos que cuando la crisis de 2008 se dejase atrás, el crecimiento de nuestro sector se vería frenado, y temíamos, también, que por mucha cultura del bienestar que se hubiese impuesto con el COVID, tarde o temprano el ritmo de crecimiento disminuiría. Pero pocos pensaban que lo hiciera como lo ha hecho. Porque el problema no es el cuánto. Es el cómo. Las ventas se han frenado en seco, eso era hasta cierto punto previsible, pero lo realmente extraño, y preocupante, es que este frenazo no se ha dado en la misma medida en la práctica. Es más, la práctica ha mantenido niveles muy por encima de los que podíamos haber previsto.Y ese es el gran problema del sector: se sigue haciendo deporte, pero ya no se vende. El desfase entre práctica y ventas, perfectamente detectable en deportes como el pádel o el bike -que hasta no hace mucho fueron los dos grandes motores de las ventas-, es un grave problema para el sector. Un problema que ni el relativamente buen momento que vive el sportwear puede solucionar. Un problema que afecta directamente a un comercio especialista que lleva años generando muchas dudas pero que, sobre todo, es un mísil a la línea de flotación de un multideporte que, habiendo vuelto a lo técnico, creía haber encontrado, de nuevo, su camino. Y si, evidentemente ha habido un fallo estratégico muy importante en la producción y en la programación, pero ni siquiera eso justifica el importante frenazo de las ventas, Porque una cosa es tener mucho stock pero mantener un cierto dinamismo en las ventas, y otra muy diferente es estar hasta arriba de producto y que este, además, no tenga salida. Sobre todo, porque cuando esto pasa, el mercado se pervierte hasta niveles muy peligrosos.Y eso es lo que está pasando, por ejemplo, en el pádel o el bike, donde los precios de ahora están a años luz de los que había cuando la demanda era tan alta. Es la ley editorial No es un tema de ahorro, porque la gente sigue gastando; es un tema de prioridades. Y el deporte ha pasado, en apenas tres años, de estar en el top 3 -y durante meses liderando el ránking- a ser una opción del todo prescindible en esas prioridades. Las ventas se han frenado en seco, eso era hasta cierto punto previsible. Pero lo realmente extraño, y preocupante, es que este frenazo no se ha dado en la misma medida en la práctica, que ha mantenido niveles muy por encima de los que podíamos haber previsto. Y ese es el gran problema del sector: se sigue haciendo deporte, pero ya no se vende. Prioridades Jaume Ferrer, Fundador jferrer@tradesport.com del mercado, sí, pero eso ni significa que el sector no deba defender su valor. Habíamos conseguido que el precio no fuera el reclamo, pero lo vuelve a ser. Y este es otro problema. Problemón. ¿Qué puede pensar el consumidor cuando puede comprar una bici por un 30% menos que hace un año? ¿O cuando una pala que después de la pandemia volaba por encima de los 300 euros ahora apenas tiene salida por 180 euros? Pues muy simple. Por un lado, piensa que le las marcas le tomaban el pelo, y por el otro, que tarde o temprano los precios acaban bajando, así que es mejor esperar. Porque si algo ha aprendido ese consumidor es que el material deportivo es muy proclive a reventar precios.Tenemos esa fama… y es merecida. La solución a corto no es sencilla. La teoría dirá que es mejor aguantar precios, no perder valor, y esperar a que la rueda de la demanda vuelva a girar. Pero eso es simple teoría. Y en la práctica, las marcas necesitan vaciar sus almacenes si quieren tener cash para volver a fabricar, y las tiendas no pueden comprar nuevas temporadas si no venden lo que tienen en sus estanterías. Unos y otros, al final, están casi obligados a sacrificar margen -mucho- para, como mínimo, tener dinero para poder comprar otra temporada. Esa es la ley de nuestro mercado. Son ciclos y ahora estamos en ese extraño momento donde, pese a que la práctica sigue bastante dinámica, las ventas están sufriendo un batacazo importante. No es un tema de ahorro; porque la gente sigue gastando, es un tema de prioridades. Y el deporte ha pasado, en apenas tres años, de estar en el top 3 -y durante meses liderando el ránking- a ser una opción del todo prescindible en esas preferencias. Mejor viajar, salir a cenar, ir a conciertos o comprarse lo último en tecnología que renovar una bici, unas zapatillas de running o una pala. Ahora esto puede esperar. Aunque salgamos en bici, vayamos a la montaña, corramos o juguemos a pádel… 5

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