TradeSport 323 - Septiembre 2023

A corto y medio plazo el running es y seguirá siendo uno de los deportes más dinámicos del sector. Otro tema es cómo evoluciona el comercio, todavía en fase de selección natural. El futuro del running depende de la capacidad que tengan marcas, tiendas y el sector en general, de entender el presente de este deporte y no darle mayor potencial del que realmente tiene. Por mucho que haya crecido y por mucho que sigue creciendo. Porque el running tiene, todavía, bastante margen de recorrido, pero lo importante, no es llegar cuanto antes... es llegar. Si en algo ha destacado el running, como segmento, en estos últimos años, ha sido en su capacidad de adaptación. Su madurez, temida por muchos hace una década, le ayudó a sobrellevar e, incluso, aprovechar, la complejidad de la pandemia. La práctica deportiva repuntó de forma espectacular tras el encierro y el running, uno de los grandes beneficiados de este salto cuantitativo, pudo aprovechar todas las oportunidades que se dieron gracias a todo lo que había aprendido con el bajón que tuvo tras su espectacular boom de la postcrisis. La madurez, que muchos se empeñan en ver como algo negativo, ha convertido a este segmento en un segmento sólido, estable, fuerte y, como hemos dicho, con mucha más agilidad para adaptarse a los cambios. Sin sobredimensiones, con una visión mucho más nítida de cómo está el segmento y hasta dónde puede llegar, el running avanza tranquilo hacia un futuro donde, más allá de repuntes puntuales, va a seguir evolucionando de forma positiva. A otro ritmo, claro, pero sin excesivos riesgos. Se trata, al fin y al cabo, de llegar lejos, no de llegar antes. En los últimos 30 años ha quedado claro que las crisis acaban teniendo un impacto positivo en el sector. Al menos en la vertiente más atlética. El deporte, en contextos económicos convulsos suele convertirse en una de las mejores válvulas de escape, y si bien es cierto que una parte muy importante del sector se ve afectada por la caída en el poder de adquisición o por el ahorro, hay otra parte, la del material técnico de determinados deportes que, salvo excepciones, suele ganar cuota cuando las cosas se tuercen. Y en la lista de modalidades que suman repuntes de práctica y de venta cuando el río baja revuelto, el running es, con permiso del bike y, ahora, del pádel, el que ocupa el primer lugar. BENDITA MADUREZ Crecer rápido, como correr rápido, no siempre es bueno. Hay que saber muy bien cuáles son los límites y cuál es el ritmo más adecuado para seguir en pie. Hay carreras en las que lo importante no es llegar cuanto antes, sino lo más lejos posible. Y el running, después de acelerar en exceso, entendió (aunque sea a base de golpes) que subir de pulsaciones puede ser peligroso. 2017 y 2018 fueron años de transición, de resituarse, de redimensionarse. De aceptar, sobre todo, que, aunque el running estaba muy vivo a nivel de practicantes (algo en lo que muchos no confiaban), la oferta, en marcas y tiendas, tenía que seguir depurándose. El crecimiento experimentado por este deporte durante varios años fue espectacular, pero también fue descontrolado. La lógica de los ciclos, de la que nadie ni nada se salva, y mucho menos las modas, ya hacía presagiar un frenazo brusco.Y así fue.Y lo más paradójico es que ese retroceso no se dio como consecuencia de una caída de la práctica, como había sucedido hace años en algunos deportes, sino más bien por una pésima gestión del éxito por parte de marcas y tiendas. La demanda era buena, pero la oferta era exageradamente alta.Y cuando eso pasa,es inevitable que la guerra de precios se acentúe. 2019 fue un año “extraño”. De consolidar esa reestructuración. De entender porque en un contexto donde el running seguía siendo uno de los deportes más practicados por los españoles, el segmento seguía sufriendo. Fue un año de seguir buscando una respuesta lógica y, sobre todo, medida, a la demanda. Y de esforzarse para generar más demanda mientras la selección natural seguía su curso. En estos años de transición, la clave fue entender el running, no como una moda o un segmento fácilmente explotable, sino como un universo sólido, fuerte, con identidad… y maduro. Y llegó 2020, que arrancó bastante bien… hasta que nos encerraron. Y al salir, todos en tromba. Y el running volvió a dispararse. La práctica dio un salto cuantitativo espectacular, pero como hemos dicho antes, el sector había aprendido a gestionar mejor estas explosiones, y la cosa no fue tan dramática como lo fue años antes. También ayudó, a no hacer demasiadas locuras, que no hubiera mucho stock. Desde entonces, desde esa fiebre postencierro, el running ha seguido asentando sus cimientos. La nueva cultura deportiva que empezó a definirse tras el COVID -y que todavía no ha terminado de coger forma- ha servido, al menos, para construir una base más o menos sólida de corredores. Base que, a un ritmo bastante progresivo, a fondo ESPECIAL RUNNING A un ritmo constante 79

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