que son parte del pasado. La nueva cultura del bienestar que se lleva construyendo desde finales de los 90 y que vincula el deporte a la salud y no sólo al físico, ha transformado por completo todo este universo. En esta última década el cambio ha sido espectacular. La huida hacia delante de la que hablábamos antes se tradujo en nuevas modalidades con las que se consiguió atraer a mucha gente a los gimnasios y, sobre todo, nuevos formatos de negocio, muchos de ellos basados en el low cost. Estas nuevas fórmulas de negocio han ganado muchos adeptos y han cambiado radicalmente las preferencias de un target determinado, pero su auge también ha servido para que muchos centros apostasen por todo lo contrario, por la exclusividad. Precio alto, pero excelencia en el servicio. Como ha pasado en otros segmentos, la parte media de la pirámide ha quedado en manos de unas pocas cadenas y el wellness, a nivel de centros, cada vez está más bipolarizado entre centros de bajo coste y centros exclusivos. Y lo mejor de todo es que los dos han crecido mucho… y tienen todavía un gran potencial de crecimiento. El coronavirus, lógicamente, trastocó un poco la evolución de esta parte tan importante del universo fitness, pero poco a poco las cosas pusieron en su sitio. La pésima gestión que hicieron las autoridades respecto a los gimnasios, señalándolos El gran éxito del fitness hay que buscarlo en su capacidad -y agilidad- para transformarse. Para adaptarse a las necesidades de un consumidor muy cambiante y muy exigente. Y a un entorno donde el bienestar ya hace años que se ha convertido en el eje sobre el que giran muchas “filosofías de vida” El fitness es una pieza clave para el sector. Parecía herido de muerte cuando al gobierno se le ocurrió la brillante idea de considerarlo un lujo y subió el IVA al 21%, pero superado ese bache (no fue fácil), el camino siempre ha sido hacia arriba. Y lo ha sido, sobre todo, por la capacidad que ha tenido este universo de transformarse. De adaptarse a una nueva realidad. De agazaparse bajo el paraguas del wellness para seguir creciendo, para consolidarse, sin hacer demasiado ruido, como uno de los universos más dinámicos del deporte. Quizás no en producto, pero sí en práctica y, sobre todo, en nuevas actividades y nuevos modelos de negocio. El parón del COVID, evidentemente, supuso un revés considerable para los gimnasios, con poco margen para estar cerrados tanto tiempo, pero, en cambio, ese mismo parón si ayudó a dinamizar otros “universos” del fitness, como el home-fitness o los entrenamientos virtuales. Ahora, con la pandemia superada, y habiendo dejado atrás esa falsa sensación de que los gimnasios podían ser un foco de contagios, el fitness avanza sólido, fuerte y con todos sus universos creciendo de forma muy dinámica. EL GRAN CAMBIO… MUCHO ANTES DE LA PANDEMIA La gran transformación del fitness se dio mucho antes de que el coronavirus llegase a nuestras vidas. El gran éxito del fitness hay que buscarlo en su capacidad -y agilidad- para transformarse. Para adaptarse a las necesidades de un consumidor muy cambiante y muy exigente. Y a un entorno donde el bienestar ya hace años que se ha convertido en el eje sobre el que giran muchas “filosofías de vida” (algo que, evidentemente, se ha acentuado todavía más en estos últimos meses). La nueva era del fitness comenzó cuando éste entró en la órbita del wellness. Dentro de esta burbuja del bienestar, experimentó un cambio radical.Y como el running o el bike, el fitness fue vital para sobrellevar con bastante dignidad la crisis que arrancó a finales de 2008 y que se alargó hasta bien entrada la segunda década este siglo. Se ganaron muchos practicantes -y eso siempre es una base importante-, se empezó a construir una nueva cultura deportiva y, también, empezaron a surgir un sinfín de nuevas actividades vinculadas al bienestar físico –y psíquico- que han mantenido muy vivo a este universo, definiendo lo que el fitness-wellness es, hoy en día: un sector con una identidad propia, fuerte, y preparado para seguir ganando fuerza. Más allá del coronavirus, que condicionó mucho pero no lo justifica todo, el gran punto de inflexión del fitness se dio con la reconversión de los gimnasios. Antes de la crisis, incluso antes de la brillante idea de subir el IVA, el fitness ya estaba en plena transformación. Las actividades se multiplicaban exponencialmente año tras año y el fitness, en su definición más clásica, estaba siendo devorado por el nuevo mundo del wellness, cuyo gran “secreto” era aunar salud y deporte y promover la práctica deportiva como condición indispensable para estar bien emocionalmente. Y en este contexto, los gimnasios supieron reaccionar. Y lo hicieron justo en el momento más complejo. Con la crisis apretando y el gobierno poniendo palos en las ruedas, las instalaciones apostaron por una huida hacia adelante. En tecnología, en servicios, en oferta, en look incluso y, sobre todo, en modelos de negocio. Y encima dieron un paso muy simple que, aunque parezca anecdótico, ha tenido mucho que ver en el fuerte auge de los gimnasios: adaptaron sus horarios a las necesidades del consumidor, una decisión que ha resultado clave para que todo el universo del wellness haya ganado practicantes a un ritmo bastante bueno, especialmente, como hemos dicho antes, en targets que hasta hace apenas 10 ó 15 años eran muy reacios a pisar un gimnasio. Los viejos gimnasios donde la musculación acaparaba todo el protagonismo hace muchos años 107
RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx