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Sin hacer demasiado ruido, y en un contexto poco favorable, el skate hace años que se ha convertido en el gran reclamo del gliss. Lo que perdió el surf –o las marcas supuestamente vinculadas a este universo- lo ganó, en gran parte, el skate, que supo aprovechar mejor que nadie el “desencanto” de muchos consumidores –y tiendas- hacia algunas marcas del mundo surfero. 127 hace poco más de una década. ¿Qué pasó? Pues muy simple: la demanda, que era muy alta, cayó en picado. La moda es el primer damnificado cuando arrancan las crisis y el gliss, como hemos dicho, era pura moda. O casi. Las tiendas, que en su día se volcaron a ciegas con este universo, le fueron dando la espalda al mismo ritmo que las ventas caían. El sportwear no vendía y para sobrevivir muchos decidieron volver a los orígenes y apostar de nuevo por el deporte. La moda no vendía pero el deporte sí, y las tiendas, que suelen apuntarse al carro que más tira, volvieron a llenar sus estanterías de running, outdoor, fitness y otros deportes que iban al alza con la crisis. Con la crisis superada y tras dejar en el camino a muchos comercios y a más de una marca, el gliss, como la moda, se recuperó poco a poco.Pero algo cambió: el pastel ya no se lo repartían las 3 o 4 grandes marcas que se habían hecho de oro cuando el X-wear despuntó; fueron una amplia lista de marcas “secundarias”, muchas de ellas vinculadas al mundo del skate, que, sin renunciar a todo lo que tenía que ver con moda urbana (ahí está el volumen), consiguieron mantener su halo de autenticidad. Porque esa es otra de las grandes claves que explicaría el revés que se llevó el gliss: las grandes multinacionales sacrificaron sin complejos esa autenticidad en pro del volumen. Y convertidas en gigantes, en marcas excesivamente populares, su atractivo se desvaneció con la misma velocidad que lo hizo su capacidad de reaccionar. Habían ganado mucho dinero, pero habían perdido mucha agilidad y, como hemos dicho, habían construido estructuras muy sobredimensionadas. Y claro, cuando dejas de ganar y, sobre todo, cuando empiezas a perder, hay que empezar a aligerar esta estructura. Y es cuando empiezan los despidos, los cierres de tienda o, directamente, la carrera por colocar la empresa a algún grupo de capital riesgo.Y eso es lo que pasó. MUCHA MODA Y POCO DEPORTE La moda es peligrosa. Muy tentadora pero peligrosa. Puedes sacar mucho partido de ella pero también te puede dar muchos quebraderos de cabeza. Y eso es lo que le pasó al gliss. En un tiempo relativamente rápido, el llamado X-Wear se convirtió en una de las tendencias más potentes que ha visto el sector en toda su historia. Una moda.Y con muy poco de deporte.Y las tiendas no pudieron resistirse a esos cantos de sirena. Ese boom, insistimos, tuvo muy poco de deporte. El surf estaba de moda, pero no el deporte, sino la estética. Si nos dedicásemos a hablar del surf como deporte terminaríamos rápido el análisis (poca gente que lo práctica y pocas oportunidades para el comercio multideporte). Lo que realmente hizo fuerte al surf fueron el estilo y la filosofía. Las raíces (reales o no). La fuerza de este universo, a nivel de ventas, la controlan el textil, el calzado y los accesorios. Y su historia en los últimos años es exactamente la misma que han vivido muchos otros segmentos: un fuerte crecimiento y, después, un fuerte batacazo –empeorado con la crisis-. Y aunque es cierto que a las grandes multinacionales del surf que todos tenemos en la cabeza se les podrán criticar mil y una cosas -desde su apuesta por las tiendas monomarcas hasta su renuncia a las raíces en pro del negocio puro y duro- hay que tener bastante claro que, más allá de errores de cálculo y estrategia, lo que hundió al gliss fue sobre todo la crisis.Y las crisis se superan. Cuando la moda recupera su tendencia al alza, el universo X-Wear vuelve a demostrar su tirón. Y tras dejar atrás la crisis de 2008 -se tardó unos años-, la moda recuperó todo lo que había perdi-

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