El tennis es un deporte que se sostiene por la base, por los jugadores de club, y aunque muchos de esos clubes hayan sacrificado pistas en beneficio del pádel, esa base sigue allí y, además, es muy difícil que se mueva. Un segmento (afortunadamente) maduro a fondo 112 ESPECIAL TENIS Al tenis le sucede como a otros muchos segmentos que, habiendo alcanzado su madurez, han aprendido a vivir de otra forma. Disfrutando de esa madurez y, sobre todo, sabiendo muy bien cuáles son sus límites. Por debajo y, sobre todo, por arriba. Y cuando conoces estos límites, cuando has sido capaz de dimensionar el mercado, de aceptar hasta dónde puedes llegar, los riesgos se minimizan. No esperas más de lo que puedes conseguir. Y eso no significa, ni mucho menos, que estés estancado: significa, básicamente, que sabes muy bien cuánto y cómo puedes crecer. Y eso es la verdadera madurez. Nada malo. Todo lo contrario. Al tenis le entraron los miedos, y muchos, cuando el pádel empezó a despegar en serio. Cuando los clubes, queriendo aprovechar ese boom, empezaron a cambiar pistas de tenis por pistas de pádel. Lógico, porque la demanda era la que era, pero mucho menos alarmante, para el tenis, de lo que parecía. Algunos se atrevieron a enterrar el tenis, pero nada más lejos de la realidad. Lo que estaba pasando es que el tenis se estaba redimiensionando. Adaptándose a su realidad, que probablemente estaba un poco “hinchada” hasta entonces, con muchas más pistas de las que seguramente eran necesarias. Y los clubes, claro, lo que quieren es rentabilidad.Y el pádel se la daba. Y se la da. De ser el hermano mayor, el tenis pasó a ser una especie de pariente lejano al que se le se deja morir lenta y sibilinamente. Pero nada más lejos de la realidad: el tenis no estaba muriendo… ni de “parranda”. Puede que ni siquiera fuera un bache porque por mucho que se hablase del pádel, por mucho que las pistas de uno fueran a la baja y las del otro crecieran exponencialmente, los fieles del tenis no dejaron de serlo. Quienes jugaban, lo siguieron haciendo. Quizás alternando con el pádel, pero muy pocos de los que jugaban a tenis dejaron de hacerlo para pasarse al pádel. Muy pocos o ninguno. Otro tema es si, siendo el pádel más fácil, el tenis perdió jugadores potenciales.Y sí, lo hizo. El problema del tenis, si es que lo hubo, no fue de practicantes habituales. porque este deporte siempre ha sido un deporte de club, de familia, de tradición. Quienes lo han jugado desde pequeños, y más si están en un club, es poco probable que dejen de hacerlo nunca. Quizás con menos regularidad, quizás combinándolo con el pádel, pero el tenis es un deporte cuya base es tremendamente fiel y lo único a lo que se ha enfrentado estos últimos años es al ruido mediático que ha hecho el pádel. Y sí, evidentemente le ha afectado, evidentemente que ahora, con el pádel tan de moda, hay mucho menos gente que se plantea probar con el tenis pudiendo jugar a pádel, y puede que, incluso, las ventas hayan caído -sobre todo entre un perfil muy definido-, pero eso ha servido para que el segmento, como le ha pasado a tantos otros, se haya resituado y redimensionado. Porque el gran problema del tenis nunca ha sido el pádel, sino más bien haberle dado, durante muchos años, un potencial que estaba muy alejado de la realidad. Exactamente igual que pasó con el esquí. Y al final, por mucho que unos hablen de la muerte del tenis, de que el pádel lo ha arrasado, la realidad es que el gran problema que en su día tuvo el tenis no fue que el pádel lo anulase; fue esperar más de lo que se podía esperar. Y eso, más que un fracaso, es un error de cálculo. Un error que, una vez enmendado -y el tenis lo ha hecho- ha permitido definir mucho mejor este universo.Y ahora que el tenis sabe dónde está y a dónde puede llegar, las cosas son muy diferentes. Ni muerto ni olvidado: maduro y sólido. UNA BASE SÓLIDA El tenis, lo hemos dicho en muchas ocasiones, es un deporte que se sostiene por la base, por
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