TradeSport 317 - Febrero 2023

a fondo 54 RUNNING running, después de acelerar en exceso, entendió (aunque sea a base de golpes) que subir de pulsaciones puede ser peligroso. Después de unos años no especialmente buenos, en lo que la práctica estaba relativamente en buenos niveles, pero con un segmento que se estaba acabando de reordenar después del caos que provocó el boom de la postcrisis -con un exceso brutal de tiendas, sobre todo- 2017, 2018 y 2019 fueron años de transición, de resituarse, de redimensionarse. De aceptar, sobre todo, que, aunque el running estaba muy vivo a nivel de practicantes (algo en lo que muchos no confiaban), la oferta, en marcas y tiendas, tenía que seguir depurándose. El crecimiento experimentado por este deporte durante varios años fue espectacular, pero también fue descontrolado. Muy descontrolado.Y sí, el problema tuvo que ver sobre todo con las tiendas, pero las marcas, excesivamente cómplices con cualquier apertura, no ayudaron precisamente. La lógica de los ciclos, de la que nadie ni nada se salva, y mucho menos las modas, ya hacía presagiar un frenazo brusco. Y así fue. Y lo más paradójico es que ese retroceso no se dio como consecuencia de una caída de la práctica, como había sucedido hace años en algunos deportes, sino más bien por una pésima gestión del éxito por parte de marcas y tiendas. La demanda era buena, pero la oferta era exageradamente alta. Y cuando eso pasa, es inevitable que la guerra de precios se acentúe y el desorden acabe condicionando el futuro a corto plazo de un segmento que lo tenía todo para ganar. Después de esos años de resituarse, de empezar a ver la dimensión real del mercado y de que las marcas dejaran atrás sus complicidades para gestionar mejor con quién era mejor trabajar, el sector volvió a estar preparado para afrontar los siguientes años con cierta seguridad. No tenía ninguna lógica que, en un contexto donde el running seguía siendo uno de los deportes más practicados por los españoles, el segmento siguiera sufriendo. Había que buscar una respuesta lógica y, sobre todo, medida, a la demanda. Y esforzarse en generar más demanda mientras la selección natural seguía su curso. En estos años de transición, la clave fue que el segmento supo entender el running, no como una moda o un segmento fácilmente explotable, sino como un universo sólido, fuerte, con identidad y cuyo objetivo a corto plazo debía ser alcanzar una madurez que le permitiera afrontar ese futuro con garantías. Y justo cuando parecía que todo había vuelto a su sitio, que el sector estaba en esa fase de consolidación de un modelo más lógico y adaptado a la realidad del mercado y de la práctica, llegó el COVID. Y el encierro. Pero lejos de lo que parecía en esos primeros días encerrados en casa, lo que vino fue muy bueno para el running. Porque la práctica volvió a dispararse y muchos corredores empezaron a incorporar este deporte a sus hábitos, a su rutina, ampliando la base de corredores -una base que sigue creciendo poco a poco- y que, obviamente, asegura un buen volumen de ventas. A corto y medio plazo, con el panorama que tenemos, el running es y seguirá siendo uno de los deportes más dinámicos del sector. Otro tema es cómo evoluciona el comercio, afortunadamente menos sobredimensionado que hace 5 años. Y Cuanto más rápido se ha crecido, más rápido se ha querido seguir creciendo. Pero crecer rápido, como correr rápido, no siempre es bueno Hay carreras en las que lo importante no es llegar cuanto antes, sino lo más lejos posible. Por suerte el running, después de acelerar en exceso, entendió (aunque sea a base de golpes) que subir de pulsaciones puede ser peligroso.

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