El Covid ha sido un gran aliado para el mundo del outdoor. La mezcla de deporte, salud y naturaleza es un cocktail ganador en un contexto tan complejo como el actual. outdoor 26 El outdoor alarga su buen momento la gran mayoría de modalidades, en especial el trail y el senderismo, gozaban de muy buena salud en cuanto a práctica. Otro tema eran las ventas, y éstas sí sufrieron la crisis, sobre todo aquellas vinculadas a la llamada moda Outdoor –el gran grueso del segmento- que, como toda la moda, cayó en picado. Por suerte, como pasó en otros segmentos, la vertiente más atlética actuó como salvavidas. Como le pasó al running o al bike, y como le ha pasado hora con el Covid-19, la crisis convirtió a muchas modalidades Outdoor en una válvula de escape perfecta, por su accesibilidad y asequibilidad, para llenar los momentos de ocio. La gente hacía deporte, pero no compraba. O, al menos, no tanto como antes, cuando el outdoor estaba en pleno auge. Por si fuera poco, en plena crisis, el tiempo nos dio la espalda, con inviernos calurosos y veranos –la época floja del outdoor- que tampoco dinamizaban el sell-out. Con la crisis económica superada, la situación se normalizó. La práctica mantuvo una buena No nos cansaremos de repetir que las crisis siempre han sido un buen aliado para el deporte. Las económicas y las sanitarias. Y en este sentido, pese a lo dramático de la pandemia, el sector ha podido sacar mucho provecho de este complejo contexto. El deporte ha visto como la práctica se disparaba y, evidentemente, eso se ha traducido en un fuerte repunte de las ventas. Más contundente al principio, después del encierro, y más progresivo desde finales de ese 2020. Con el miedo todavía en el cuerpo y con una larga lista de restricciones, en cuanto nos dejaron salir de casa modalidades como el running, el pádel, el Bike o el Outdoor crecieron de forma espectacular. Y en el caso del outdoor, lo hizo después de unos años complejos y con un margen de recorrido muy amplio… como se está demostrando hoy por hoy. Si nos remontamos a los meses anteriores a la crisis del Covid.19, la situación del outdoor era, como acabamos de decir, un poco compleja. La práctica seguía creciendo, pero, sin embargo, las ventas no seguían esa misma tendencia. El Outdoor había avanzado completa¬mente ajeno a la larga crisis económica que arrancó en 2008 pero, al final, la acabó sufriendo. A última hora, pero el revés fue fuerte. Corto, pero fuerte. Desde el principio se vio que era un tema vinculado básicamente a las ven¬tas y muy relacionado con aspectos económicos, porque la práctica seguía en auge y progresión y las ventas empezaron a remontar, arrancando un ciclo mucho más positivo para el Outdoor. Pero para el Outdoor como deporte. Otro tema es en qué se había transformado el Outdoor como segmento, sobre todo a nivel de ventas: el comercio especializado offline sufría a pesar del buen momento que volvía a vivir el Outdoor como deporte, y la única explicación lógica, más allá de que la gente comprase un poco menos -y franjas más bajas- es que el online estaba ganado mucho terreno. Eso, y que algunas cadenas especializadas que se las prometían muy felices, no se adaptaron a la dimensión real del segmento. Y a esta nueva realidad donde el pastel estaba repartido de una forma completamente diferente a la de antes de la crisis… El Outdoor es un segmento relativamente complejo en cuanto a las ventas. Y lo es porque desde que ganó músculo, tanto en practicantes como en su vertiente más cercana al llamado Travel -moda, básicamente- las grandes cadenas le han
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