61 El espectacular revés que sufrió el esquí durante los inviernos cálidos de hace 15 años sirvió para que la industria se redimensionase y empezara a trabajar de una forma mucho más racional tanto en la fabricación como en las programaciones. Y eso, a la larga, ha ayudado a gestionar mucho mejor los inviernos con poca nieve. en la última década.Y el cambio fue forzado.Y muy duro. El espectacular revés que sufrió durante los inviernos cálidos de hace una década puso en jaque al segmento. Al borde del jaque mate. En España y en toda Europa el descalabro fue histórico. Sin nieve no hay ventas, y sin ventas hay mucho miedo. Y cierres. Por suerte, y a pesar de los daños colaterales, al final el esquí fue capaz de aprender la lección y darse cuenta de que, durante muchos años, las cosas se veían mucho mejor de lo que en realidad eran. La industria se redimensionó y empezó a trabajar de una forma mucho más racional tanto en la fabricación como en las programaciones. Muchas tiendas se quedaron en el camino, alguna de ellas histórica, pero las que aguantaron el terremoto redefinieron sus estrategias. Y también las marcas lo hicieron, apostando por una producción más acorde con la realidad del mercado. Este cambió sirvió para estabilizar un segmento que, por volumen, es vital para el sector. Y sobre todo sirvió para que, cuando volvieran los inviernos cálidos, el varapalo fuera más fácil de gestionar.Y así ha sido. Este invierno ha arrancado con muy poca nieve y el segmento apenas se ha alterado. O no, al menos, de la manera en que lo hizo en el pasado. La lección está más que aprendida,porque cuando el calor puso en evidencia los fallos del sistema, marcas y tiendas supieron rectificar. Cuando se hacen previsiones mucho más racionales y comedidas,el batacazo se asume con bastante menos dramatismo. En esta nueva filosofía del esquí,el primer paso fue entender que el potencial que muchos auguraban al esquí no era tal. El techo en practicantes está muy cerca, y aunque el auge de nuevas modalidades –impulsado por las marcas- ha servido para dinamizar las ventas, las cifras de practicantes habituales apenas han variado en los últimos años. Ir a esquiar sigue siendo uno de los deportes más caros de practicar, tanto por el material necesario como por el coste que conlleva el desplazamiento (hoteles, restauración, forfaits…).Y con este panorama, que muy poco tiene que ver con marcas y tiendas, las posibilidades de experimentar un fuerte boom de esquiadores son bastante remotas. Sobre todo si las estaciones están cerradas. Con o sin nieve, la realidad es que, por mucho que las marcas se esfuercen en innovar y, sobre todo, en potenciar determinadas modalidades –especialmente las que atraen a un target joven- el margen de crecimiento del esquí, en practicantes y en ventas, es bastante limitado. Eso sí, aunque es muy difícil captar nuevos esquiadores, los que hay, son muy fieles, y con un poder adquisitivo medio-alto o alto. Esquían sí o sí –sobre todo los que tienen segundas residencias cerca de las estaciones- y suelen renovar el material con cierta asiduidad. Además, es uno de los pocos deportes, seguramente el único, que suele pasar de generación en generación y que, cuando se aprende, difícilmente se abandona. Se venderá más o se venderá menos, pero el target está allí. Y si el tiempo acompaña -y la economía no nos pone palos en las ruedas-, las ventas, tanto de material duro como de textil, suelen ser muy buenas. Esta estabilidad que define el esquí en practicantes y ventas también está muy consolidada a nivel de tiendas, sobre todo después de los cierres que hubo en esos inviernos catastróficos. Si hace apenas una década y media o dos las tiendas de esquí se contaban por decenas, ahora el panorama es muy diferente, con una cifra sorprendentemente baja de comercios especializados.Y a diferencia de otros deportes como running o el bike, las posibilidades de que esta red de comercios especializados crezca son mínimas. Estos comercios especializados (la mayoría ubicados en las estaciones), las pocas cadenas que aún apuestan temporalmente por el esquí, el boom del alquiler y algunos grandes operadores online son quienes controlan las ventas. LA PRÁCTICA CONTRARRESTA EL CALOR El textil siempre ha sido una de las categorías que peor ha llevado las crisis. Y, evidentemente, también es una de las que más sufren los inviernos cálidos. Por suerte, en los últimos años, y sobre todo por “culpa” del Covid, el fuerte crecimiento del textil técnico, especialmente en deportes como el running, el bike o, incluso, algunas modalidades Outdoor, ha servido para que, en el global del sector, el textil haya mantenido el tipo. Este año, sin frío en el arranque del invierno, el textil ha vuelto a verle las orejas al lobo. El clima no ha acompañado mucho y eso, obviamente, dificulta las cosas. Lo bueno, dentro de este complejo momento, es que las tiendas acumulaban menos stocks que en otros años. Y también tenían otro tipo de oferta, con más presencia de lo técnico, que se ha seguido vendiendo muy bien. Seguramente mejor que en otros años por estas fechas porque, aunque el calor sea un freno para unos deportes, es un aliado para otros. Eso y que, como decíamos, las tiendas han tomado nota de muchas cosas en los últimos años y suelen hacer unas programaciones más racionales, lo que implica, evidentemente, menos riesgos. APRENDER PARA CRECER Si ya es difícil saber qué pasará con el tiempo a corto plazo, imaginen a largo. Quizás cuando
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