TradeSport 311 - Julio-Agosto 2022

editorial 5 El futuro de muchos deportes pasa, sí o sí, por la capacidad que tengan de crear comunidad. De construir un entorno donde, además de hacer deporte, uno pueda compartir. Lo que sea. Y un buen ejemplo de ello, además del pádel, lo tenemos en la escalada. El outdoor ha sido una de las tres actividades deportivas más “privilegiadas”, dentro del mercado de artículos de deporte, en un contexto tan complejo como el que estamos viviendo. Las cifras confirman que la pandemia ha sido un buen aliado para el outdoor en general: la práctica se ha disparado y, por ende,también lo han hecho las ventas,con un 2020 que ya acabó en positivo y un magnífico 2021 con un crecimiento ligeramente por encima del 20%. Estas cifras nos indican que es muy importante tener en cuenta dónde estábamos en 2019 a la hora de analizar los datos excepcionales de los dos últimos años, es decir, justo después de estar confinados en casa dos meses por culpa del COVID. Hoy en día el sector sigue muy vivo y el conjunto de la población española sigue apostando por estas disciplinas en sus hábitos deportivos. El outdoor, la escalada y el senderismo en particular, tienen que estar preparados para cuando las ventas dejen de estar a la estela de esta nueva fiebre por el deporte. Y aunque es pronto para hacer afirmaciones rotundas, es muy previsible que este 2022 no se pueda cerrar con cifras tan positivas. Los datos del primer semestre que acabamos de cerrar no son nada optimistas y estamos viendo que tenemos que volver a las cifras del 2019 para poder hacer estimaciones de mercado o planes de marketing lo más rigurosos posible. Si lográsemos cifras muy buenas el segundo semestre, podríamos cerrar el año con cifras algo por debajo de las del 2021, lo que ya sería un gran éxito. Lo contrario sería engañarnos.Y máxime con el encarecimiento de precios que está provocando esta terrible guerra que tenemos en el centro de Europa y que difícilmente tendrá una solución fácil y a corto plazo. El reto para el sector empieza ahora. Porque, además, la población española ha vuelto a enfocar parte de sus gastos al ocio, especialmente a viajar, y poco a poco se va disminuyendo el gasto que se dedica al deporte. El gasto y el tiempo.Y aquí es donde el outdoor tiene que empezar a mover ficha. Hay cierto miedo que en deportes como el bike, el pádel y, en menor medida, el outdoor y el running, que han crecido mucho en los últimos dos años, se de un más que previsible exceso de oferta. La única o la mejor manera de seguir avanzando es trabajar fuerte -y unidos- para seguir dinamizando su práctica. Y en este contexto de incertidumbre, el concepto de socialización tendrá un papel clave para agrandar la base de la pirámide y, con ello, las ventas. La regla de tres es fácil: si el deporte crece, y la gente quiere socializar, es bastante lógico que determinados deportes que tienen un componente muy social disparen su protagonismo. Y el pádel es, sin duda, el mejor ejemplo. Se jugaba mucho antes de la pandemia,es cierto,pero después de esos meses,se desató la locura. Que todavía dura.Y es ese componente social, ese jugar con gente, ese rato en el bar después del partido, esos torneos con un ambiente tan acogedor, lo que ha convertido en uno de los deportes del momento.Y con un margen de crecimiento brutal. Pero no solo el pádel ha sabido aprovecharse de esta necesidad de socializar que hemos tenido muchos después del encierro. También lo han hecho muchos otros deportes, incluso algunos que podrían considerarse individuales. La gente ha salido en bici, sí, pero muchos lo han hecho en grupo. O han salido a correr en grupo.Y muchos han esperado que el fútbol se reactivase para poder volver a hacer pachangas con amigos.Y otros tantos se han ido unos días de trekking con los amigos. El deporte ha sido una perfecta excusa para compartir tiempo con los nuestros. O con gente nueva. Salud física y mental, que más se puede pedir. Una cuestión social El futuro de muchos deportes pasa, sí o sí, por la capacidad que tengan de crear comunidad. De construir un entorno donde, además de hacer deporte, uno pueda compartir. Lo que sea. Y otro buen ejemplo de ello, además del pádel, lo tenemos en la escalada. Sí, es un deporte minoritario, un nicho todavía pequeño dentro del sector, pero su evolución en los últimos años es el paradigma de hacia donde pueden -y deben- ir los deportes. Si hace apenas una década la escalada era cosa de cuatro locos que se enfilaban por las paredes de las montañas, con la llegada y el crecimiento espectacular de los rocódromos las cosas han dado un giro espectacular. Cualitativa, pero, sobre todo, cuantitativamente.Y ha sido así, precisamente, porque estas salas indoor han sabido construir comunidad. Convertirse en centros donde todo gira alrededor de la práctica, pero donde la práctica no es lo único importante. El perfil de usurario de estos rocódromos es muy amplio, desde el profesional que entrena hasta el que ha cambiado el gym por el rocódromo para ponerse en forma. Muchos perfiles diferentes, pero con una misma pasión. Interactuando. Compartiendo.Y ese es el camino. El deporte es cada vez más social y ecológico. Y cada vez tendrá más peso todo aquello que gira alrededor de la pura práctica y que nos permite compartir toda esa pasión con otros deportistas. La cervecita “de después” se nos ha quedado pequeña… Jaume Ferrer, Director jferrer@tradesport.com

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