años, cuando empezó su espectacular auge, pero tanto el volumen de practicantes como el de ventas era realmente bueno, generando bastante dinamismo en el propio triatlón y, también, en el bike, el running o la natación. EL SECRETO DEL ÉXITO: UN RETO PERSONAL Hace apenas 20 años el triatlón era coto privado de algunos atrevidos y apenas había pruebas. Pero la nueva cultura deportiva que se impuso con la crisis de 2008 cambió radicalmente las cosas, sobre todo por el boom de deportes como el running y el bike. Porque en esa nueva cultura Con todo lo que hemos hablado sobre el espectacular repunte del bike o el running, uno podría tener la sensación de que el triatlón también pegó un salto cuantitativo a la que nos dejaron salir del encierro. Pero nada más allá de la realidad. El problema es que, en esta disciplina, como hemos dicho, la competición juega un papel clave y claro, el frenazo de las competiciones supuso un palo importante para este deporte. Un palo que, además, llegó en un buen momento para el triatlón, que se estaba resituando después de unos años de éxito y fracaso. Porque antes de la llegada del Covid, el triatlón se encentraba en plena madurez. Redimensionándose después de un boom descontrolado y cogiendo ritmos más lógicos, empezando a comportarse como un segmento maduro que avanza de forma estable sin buscar ni pretender lograr grandes repuntes, sino, más bien, persiguiendo una estabilidad, en practicantes y ventas, que le permitan consolidarse como un segmento fuerte, sólido y con identidad propia. Y en esas estaba cuando llegó la pandemia, definiendo sus límites objetivos y creando base. El crecimiento, antes, había sido exagerado. Ya hemos hablado muchas veces de ello. La demanda se disparó, pero la oferta lo hizo todavía más. Y ese es uno de los peores errores que se puede cometer cuando algo funciona. Aparentemente. Morir de éxito. Eso es lo que le pasó al triatlón, que en un tiempo récord pasó de ser el deporte con más tiendas nuevas a ser el que sumaba más cierres. Y lo mismo pasó con las competiciones. De la noche a la mañana se multiplicaron exponencialmente, y aunque al principio la mayoría se llenaban, la oferta era tan exagerada que poco a poco empezaron los problemas para muchos organizadores. Organizadores que, además, aprovechando esa fiebre del triatlón, empezaron a subir precios de forma exagerada.Y pasó lo que pasó. Batacazo y vuelta a empezar. Cerraron muchas tiendas -la mayoría no llevaban ni un año abiertas- y la agenda de competiciones se racionalizado. Y entonces, por fin, el triatlón empezó a comportarse como un segmento maduro y estable, con todo lo bueno que ello conlleva. Y si, el margen de crecimiento no era tan amplio como el que muchos le auguraban hace apenas diez 119 El triatlón es un deporte que depende mucho del tiempo. Y no nos referimos a la meteorología, sino al tiempo que uno tenga para entrenar. Es un deporte exigente que requiere mucho entrenamiento y que, además, está muy vinculado a las competiciones. Bueno, muy vinculado no, totalmente vinculado. Así que la ecuación es fácil: sin competiciones, no hay triatlón. Y estos dos factores, tiempo y competición, explican perfectamente por qué el triatlón prácticamente desapareció en 2020. Ahora, a mediados de 2022, la situación se ha normalizado prácticamente del todo.... ESPECIAL TRIATLÓN Recuperando el ritmo a fondo
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