al universo skater, que poco a poco les han ido haciendo sombra. En cualquier caso, como en cualquier crisis, y en como cualquier moda, el temporal pasó.Y con la recuperación del consumo y, sobre todo, con el auge de muchas marcas hasta entonces secundarias (muchas de ellas vinculadas, insistimos, al mundo del skate), el rumbo empezó a enderezarse un poco. Crisis superada, el textil repuntando y un segmento que, forzado por las circunstancias, parece haber entendido que cuando se crece muy rápido, el batacazo puede ser más fuerte. En cuanto a la pandemia, poco qué decir. El encierro, obviamente, supuso un bache importante en las ventas, sobre todo de textil -curiosamente el calzado mantuvo cierto dinamismo gracias al boom del ecommerce- pero una vez pasado el trance, a partir de mayo-junio, las cosas se empezaron a recuperar. El textil lo hizo más lentamente, como en tantos otros muchos segmentos, pero a nivel global se recuperó relativamente rápido el ritmo prepandémico. La práctica creció ligeramente, tanto del skate como, sobre todo, del patinaje, pero en este último caso, al no tratarse de un segmento que tenga detrás un universo textil, los crecimientos se dieron básicamente en la parte más técnica, en los patines. 121 LA MODA CONDENA AL DEPORTE El gran error que cometió el gliss en su despegue fue dejarse seducir por los cantos de sirena de la moda. Puede que fuera inevitable, que en su esencia hubiera mucho de deporte pero en la apariencia no, pero la estrecha relación que tejió con un mundo tan inestable como el de la moda fue determinante para su fuerte retroceso cuando la crisis se instaló en nuestra economía. El llamado X-Wear (gliss de calle, básicamente) arrasó en un abrir y cerrar de ojos. Marcas como Billabong, Quiksilver, Rip Curl o O’Neil se convirtieron en verdaderos iconos de la moda urbana en muy poco tiempo. El tarjet más poderoso del sector -los jóvenes- convirtió estas marcas en tendencia y las ventas se dispararon exponencialmente. El gliss se convirtió en una de las tendencias más potentes que ha visto el sector en toda su historia. Pero fue eso, una tendencia. Pura moda. Poco que ver con el deporte por mucho que se intenté ver en sus raíces más profundas una tabla de surf. Lo que se impuso en la calle fue la estética, muy bien envuelta en un way of life que seducía a millones de personas. A pesar de no haberse subido, ni tener la más mínima intención de hacerlo, a una tabla. Porque del surf como deporte hay poco que hablar. Pocos practicantes –aunque hay que reconocer que cada vez más- y poca “variedad” de material (con una tabla y un neopreno/bañador uno se apaña). Lo que realmente hace fuerte al surf es todo lo que va más allá de lo puramente deportivo. La fuerza de este universo, a nivel de ventas, la controlan el textil, el calzado y los acce- La estrecha relación que el universos Gliss tejió con un mundo tan inestable como el de la moda fue determinante en su fuerte retroceso cuando la crisis se instaló en nuestra economía.
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