TradeSport 307 - Marzo 2022

El tenis es un deporte que se sostiene por la base, por los jugadores de club, y aunque muchos de esos clubes hayan sacrificado pistas en beneficio del pádel, esa base sigue allí y es muy difícil que se mueva. Tanto por arriba como por abajo. . 69 por arriba como por abajo. La pérdida de practicantes no ha sido, ni mucho menos, tan dramática como muchos creen, pero tampoco es fácil que este deporte logre grandes repuntes. Madurez, estabilidad e, incluso, ligeros crecimientos. Con la pandemia. Sin los repuntes de running, Bike o el propio pádel, pero el tenis también ha ganado un poco después del encierro. Y, sobre todo, ha asumido su rol y sus dimensiones, y vive a un ritmo estable, completamente ajeno, ahora sí, a lo que haga o deje de hacer el pádel. Como hemos dicho antes, se ha perdido mucho protagonismo en pro del pádel, pero se ha conseguido construir un mercado muy ordenado… y legal. Un mercado bastante más saneado, por cierto, que el del pádel. DISFRUTAR LA MADUREZ Una vez definido su margen de crecimiento objetivo, habiendo asumido que el perfil de jugador potencial de tenis y pádel tiene muy poco o nada que ver, el tenis ha entrado en una fase de absoluta estabilidad, en la que no crece excesivamente, pero tampoco retrocede. Una resistencia que se justifica, repetimos, con la base, con los jugadores habituales. De club. Y es esta cultura de club, y poco más, lo que ayuda a mantener vivo este deporte y lo que ayuda a que siga teniendo cierto tirón entre los más pequeños. Nadal ha ayudado, eso está claro, pero sin esa cultura de club el tenis estaría muerto. Es un deporte con mucha tradición en nuestro país, desde hace años, y aunque es relativamente caro –más por las instalaciones que por el material- ha construido una base sólida que mantiene un volumen importante de practicantes.Además, gracias a los éxitos de los tenistas españoles ha ganado un peso mediático del que pocos deportes pueden presumir (y que el pádel ni tiene ni tendrá por ahora) y eso, siempre, es una ayuda para que los más pequeños se animen. El futuro es bastante previsible. Incluso en la era post-COVID. El tenis es un deporte mucho más difícil que el pádel. O, mejor dicho, es más complicado alcanzar un nivel mínimo con el que empezar a disfrutar. El pádel, además de mucho más social, es más accesible y cualquiera, a cualquier edad, puede aprender lo básico y divertirse jugando en muy poco tiempo. El tenis no. Ha rascado, insistimos, algún porcentaje del repunte de la práctica que se ha dado con la pandemia, pero no es un perfil de deporte que sume nuevos adeptos en las franjas de edad con más potencial. Ni siquiera creemos que haya un gran trasvase del pádel al tenis (argumento que se defendía cuando el pádel empezó a robar protagonismo al tenis), pero tampoco perderá más terreno del que haya podido perder en los últimos años. Lograr grandes crecimientos es, siendo realistas, imposible, tanto por su dificultad como por el empuje del pádel (que “roba” algunos jugadores potenciales y, sobre todo, instalaciones e inversiones) pero también es bastante improbable que pierda fieles. Y esa estabilidad, esa bendita estabilidad, es mucho más importante de lo que pueda parecer. UN SEGMENTO LIMPIO Para saber cuál ha sido el comportamiento del tenis en estos últimos años basta con que analicemos las ventas. Y lo primero que vemos es una absoluta estabilidad. Aunque ahora mismo la mayoría de tiendas multideporte y, también, especializadas, están volcando muchos esfuerzos en el pádel, el tenis sigue siendo un deporte con bastante presencia en tienda (1 de cada 4) Sí, se ha perdido mucho protagonismo en pro del pádel, pero se ha conseguido construir un mercado muy ordenado. Y bastante más saneado que el del pádel. S y con buena rotación durante todo el año. El gran grueso de las ventas de raquetas, más de un 55% en unidades y de un 66% en valor, se llevan a cabo en comercios especialistas y multiproducto. El resto se lo reparten grandes superficies, pro-shop, Internet y, sobre todo, Decathlon, que controla una cuarta parte de las más de 320.000 raquetas que se venden cada año. En cuanto a las marcas, y dejando de lado el omnipresente Decathlon, el mercado de las raquetas está controlado por, como mucho, unas 10 marcas. Marcas como Babolat (líder indiscutible), Head , Wilson, Dunlop o Prince. Es una categoría muy marcada por la especialización, sin presencia de las grandes multinacionales (aunque alguna lo intentó). En cuanto al calzado, es probable que sea la categoría que, dentro del tenis, ha experimentado un mejor comportamiento en los últimos años. Como también ha sucedido en el pádel. En apenas una década se ha triplicado la cifra de unidades vendidas. Eso sí, a diferencia de las raquetas, Nike y adidas sí tienen un protagonismo importante. Ellos, marcas especialistas como Asics, K-Swiss, Lotto o Joma, y algunas marcas de material duro que han apostado por esta categoría en los últimos años –principalmente Babolat Wilson y Head-. En textil, entran en juego Decathlon –con todo lo que ello conlleva- y las grandes multinacionales, que sacan partido a sus inversiones en patrocinio y dominan aplastantemente el mercado. Aunque, como en otros deportes, el textil es una categoría muy compleja, el trabajo de marcas como Nike,

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