Este 2022 ha arrancado con un vacío que, a quienes llevamos años en el sector, se nos está haciendo, cuanto menos, extraño. No hay ISPO. Es cierto que tampoco la hubo en el último año, por los motivos que todos sabemos, pero en esta ocasión, su aplazamiento a noviembre ha sido definitivo.Y ya no habrá eneros con ISPO.Ahora,la feria,que siempre ha había sido un excelente termómetro para saber cómo estaban los ánimos al arrancar la temporada, será más bien un buen encuentro para ver cómo termina el año. Sigo sin tener claro si el cambio es una buena decisión. Eso habrá que verlo con el tiempo, después de un par o tres de ediciones. Las razones, según sus responsables, tienen que ver con los “cambios de mercado de gran alcance de los últimos años”, especialmente en la cadena de suministros y en los ciclos de pedidos.Al parecer,enero era demasiado tarde para muchas marcas y sus organizadores han preferido adelantar las fechas al comienzo de los ciclos de pedidos para que expositores y visitantes profesionales “puedan tener una visión general más temprana del mercado”. Esta por ver, insisto, si el cambio de fechas beneficiará al salón, pero lo que sí está claro es que para los mercados del sur de Europa el cambio no parece muy adecuado. Es cierto que ISPO siempre ha estado muy enfocado a los mercados del centro y el norte de Europa, y en esos mercados sí que la campaña invernal arranca mucho antes, pero en el sur, en países como el nuestro, en Italia o en Portugal, noviembre es un mal mes para empezar con las programaciones. Las tiendas apenas acaban de empezar la temporada de invierno y probablemente estén mucho más pendientes de centrarse en el Black Friday y en la campaña de Navidad que en programar a un año vista. El cambio de fechas puede sorprender, entre otras muchas cosas, porque parece ir en la dirección contraria hacia la que debería ir el sector, cuya meta, creo, tendría que ser acortar los plazos entre programación y entrega. Como hace el mundo del Bike, que presenta una bici hoy y la entrega en, máximo, dos meses. Por no hablar del mundo de la moda, que nos lleva una ventaja enorme en este sentido. Se trata, en definitiva, de que las marcas empiezan a asumir riesgos en su producción y no los trasladen todos a un comercio que cada vez está más condicionado por los constantes cambios que hay en el mercado. Seguramente es una utopía, pero el escenario ideal sería conocer las novedades de invierno a finales de verano y recibirlas a finales de octubre o principios de noviembre. Un escenario que, evidentemente, es imposible con los problemas de suministro que hay ahora, pero que debería ser un objetivo como mínimo a medio plazo. Cada vez quedan menos sectores que, a estas alturas, trabajen las programaciones a un año vista. Y si la moda ha podido reducirlos drásticamente, el sector, especialmente en algunos segmentos, también debería poder hacerlo. editorial Sin renunciar a todo lo que aporta ISPO, e independientemente de cómo evolucione esta reinterpretación del salón alemán, quizás sería un buen momento para impulsar una feria nacional más enfocada en los segmentos que dinamizan las ventas en nuestro mercado. Sigo sin tener claro si el cambio de fechas del salón bávaro es una buena decisión, pero en cualquier caso, es justo que antes de analizar mejor este cambio veamos cómo se desarrolla la primera edición y, sobre todo, veamos cómo reaccionan las marcas... y las tiendas. ISPO se reinventa Jaume Ferrer, Director jferrer@tradesport.com Volviendo a ISPO, es obvio que el tema de las fechas es complejo, sobre todo ahora que el salón se ha abierto a muchos más segmentos. Hace años el esquí y el Outdoor eran los grandes protagonistas y condicionaban esas fechas, pero ahora, con muchos más deportes en los pabellones, poder cuadrar las cosas es todavía más complejo. Porque de la misma manera que noviembre me parece pronto para muchos segmentos, sí me parece una buena fecha, por ejemplo, para el pádel que, aunque ahora apenas tiene protagonismo en el salón bávaro, su fuerte crecimiento en Europa presagia un gran reestreno para este año y, si el planteamiento es el adecuado, en los años venideros tendrá un papel clave. Un pádel, que, por cierto, sí ha demostrado cierta capacidad para acortar los timings entre la producción y la entrega. La pelota está en el tejado de ISPO. Y es justo que antes de analizar mejor este cambio de fechas veamos cómo se desarrolla la primera edición en noviembre y, sobre todo, veamos cómo reaccionan las marcas a este cambio de fechas. Y a otros cambios que también nos generan ciertas dudas, como el reducir su duración a tres días, limitar el tamaño de los stands o abrir sus puertas a un consumidor final que conocerá novedades que no podrá comprar hasta al cabo de 12 ó 14 meses…. Sin renunciar a todo lo que aporta ISPO (que es mucho), e independientemente de cómo evolucione esta reinterpretación del salón alemán, quizás sería un buen momento para impulsar una feria nacional más enfocada en los segmentos que dinamizan las ventas en nuestro mercado -y en otros mercados del sur de Europa-.
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