La pandemia sigue viva. Y no tiene pinta de que a corto plazo se vaya a dejar atrás. Pero con la vacunación las cosas van recuperando cierta normalidad y muchas de las actividades que se habían ralentizado o parado, van recuperando su ritmo. Entre ellas, los deportes de equipo, que tras el encierro tardaron unos meses en reactivarse pero que esta temporada 21-22 ya han recuperado completamente su normalidad. Han vuelto los entrenamientos, las competiciones… y las ventas. Llevábamos muchos años hablando del fútbol como un perfecto ejemplo de estabilidad y madurez. Hasta marzo de 2020 su evolución en los últimos años había sido plana, sin repuntes importantes, pero sin ningún retroceso. Y eso, en un segmento que mueve tanto dinero, era un gran valor añadido. Pero llegó el COVID, y esta evolución tan regular se vio radicalmente alterada. Porque se dejó de jugar.Y se dejo de vender.Y encima, se tardó más de lo deseado -y más que otros deportes- a volver a poner la rueda en marcha. Sobre todo a nivel amateur. El COVID había logrado lo que ninguna crisis había conseguido hasta entonces: darle un buen susto al deporte rey. Tras el encierro, como hemos explicado en muchas ocasiones, se dio un boom espectacular de la práctica en muchos deportes. Especialmente en los individuales que se practicaban al aire libre. Los más de dos meses que nos pasamos encerrados en casa -y las tiendas con la persiana bajada- se tradujeron en un repunte espectacular de ciertas modalidades deportivas cuando, a mediados de mayo, nos dejaron salir a la calle. Entonces, deportes como el running, algunas modalidades Outdoor, el fitness -sobre todo el urbano- y, sobre todo, el bike, iniciaron un crecimiento que, en algunos casos, sigue muy vivo hoy en día. Pero toda moneda tiene dos caras, y en la cruz, el protagonismo casi absoluto fue para el fútbol. Como para el resto de los deportes de equipo, el coronavirus paró en seco los entrenamientos y las competiciones (salvo las que, por negocio, tuvieron que retomarse). Y sin práctica las ventas cayeron en picado.Y tardaron en recuperarse. Pero a estas alturas, tampoco hay que darle más vueltas ni buscar más explicaciones. El fútbol, en2020, sufrió un batacazo sin precedentes. Pero la causa está más que identificada. Y es lógica y evidente. Como también lo es que, a medida que se ha recuperado la normalidad, el fútbol ha vuelto a recuperar esa regularidad que siempre le ha definido. Y con la competición en marcha, y sin previsiones de que haya que volver a parar, las ventas se han reactivado, dejando atrás ese pésimo 2020. BENDITA ESTABILIDAD El coronavirus ha supuesto un fuerte revés para el fútbol. Pero es fútbol.Y su base es suficientemente sólida como para aguantar estas embestidas. Por no hablar de los fuertes intereses que hay para sostener esta categoría. Y eso, evidentemente, es una garantía ante cualquier contratiempo. Sobre todo si ese contratiempo tiene sus motivos perfectamente definidos. Y el fútbol, más allá de ese fatídico 2020, lleva años instaurado en la estabilidad. Una bendita estabilidad, porque con los volúmenes que mueve este deporte, especialmente en calzado, pero, también, en equipaciones y réplicas, esa madurez, ese comportamiento tan regular, garantiza un volumen de ventas espectacular cada año al global del sector y, por supuesto, a muchos comercios multideporte que tienen en el fútbol una de sus actividades -técnicas- estrella. En este sentido, y dejando de lado este paréntesis de 2020, el fútbol es un segmento que, dentro del sector, ha ido evolucionando sin sobresaltos… y sin hacer demasiado ruido, ajeno al protagonismo que iban ganando otras modalidades. Así, mientras la gente hablaba de running, pádel, bike o sneakers, el fútbol hacía su camino con absoluta tranquilidad.Y casi en el anonimato. Su evolución, lo hemos dicho, ha sido plana y estable, y aunque en otros segmentos eso podría interpretarse como un dato negativo, en el fútbol, la estabilidad es una buena noticia. Muy buena. Porque, insistimos, con el volumen que mueve este deporte, que se mantenga estable no deja de ser una pequeña victoria a fondo FUTBOL Bache superado para el sector. Ni crisis, ni moda, ni deportes que disparan sus índices de práctica: nada había logrado desestabilizar al fútbol hasta la llegada del COVID. Los pocos altibajos que sufría -casi imperceptibles- no tenían ninguna relación con el entorno global, más bien con ciertas particularidades que siempre ha tenido el propio segmento, como, por ejemplo, sus repuntes en los años pares, años con Eurocopa o Mundial. Esta estabilidad debe entenderse, también, como un mínimo innegociable para un deporte que, si se define por algo, es por los grandes intereses que tiene detrás. La mayoría de los cuáles, por cierto, tienen muy poco que ver con el sector. Es un deporte que mueve miles y millones de euros en derechos de imagen, traspasos, publicidad… y ya habrá quien se preocupe de que la máquina siga funcionando. Y la mejor prueba de ello es lo relativamente rápido que se reactivaron las grandes ligas tras el encierro. Mucho más rápido, evidentemente, de lo se retomaron las competiciones no profesionales. Nos guste o no, el fútbol hace muchos años que dejó de ser un deporte para convertirse en un negocio.Y si, la base de practicantes asegura un mínimo de ventas muy, pero probablemente sean los fuertes intereses que hay detrás los que siempre mantendrán el fútbol vivo. Y eso, siendo egoístas (como sector) es la mejor de las garantías para que las tiendas y, sobre todo, para que las marcas, sigan apostando por este deporte. UN DEPORTE DE BASE Parece que el sector,ahora,sólo tenga“ojitos”para modalidades como el pádel, el Bike, el running o el fitness. Son los deportes de moda y parece que 81 Hasta marzo de 2020 su evolución en los últimos años había sido plana, sin repuntes pero sin ningún retroceso. Y eso, en un segmento que mueve tanto dinero, era un gran valor añadido. H .
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