TradeSport 300 - Julio-Agosto 2021

que el running frenó su ritmo bruscamente por la propia idiosincrasia del sector. Muchas modalidades han crecido rápidamente porque se han convertido en moda y la práctica se ha disparado. Y cuando esa práctica ha ido a la baja, el segmento se ha visto afectado. Pero en el running fue así. Desde hace muchos años la práctica no ha ido a la baja. Como mucho ha reducido su ritmo de crecimiento. El problema es que el sector ha hecho una pésima gestión del éxito. Todo el mundo, desde las marcas a las tiendas. La demanda nunca ha dejado de ser buena, pero la oferta acabó siendo exageradamente alta. Lo suficiente como para que a más de uno le sorprendiera que en un contexto donde el running seguía siendo uno de los deportes más practicados por los españoles, el segmento siguiera sufriendo. En estos años de transición, la clave ha sido entender el running, no como una moda o un segmento fácilmente explotable, sino como un universo sólido, fuerte, con identidad y mucho más maduro de lo que muchos creen. Un segmento que tiene, todavía, mucho recorrido.Y más ahora que ha queEn estos años de transición, la clave ha sido entender el running, no como una moda o un segmento fácilmente explotable, sino como un universo sólido, fuerte y mucho más maduro de lo que muchos creen. RUNNING El running siempre ha sabido aprovechar muy bien las crisis. Aprovecharse de ellas. Cuando las cosas se han torcido a nivel económico, el deporte siempre ha salido ganando, sobre todo su parte más atlética. Con una economía en retroceso y con el miedo marcando la agenda, la gente apuesta por el ahorro y el ocio se transforma por completo, dando mayor protagonismo al deporte por su accesibilidad y su asequibilidad.Y, también, por los beneficios que tiene a nivel de salud. La evolución del running en los últimos años ha sido como una mala estrategia en una carrera de larga distancia. Al menos en los últimos 15 años, porque no nos engañemos, hace dos décadas corría muy poca gente. Pero llegó el boom. La moda. Y se corrió demasiado al principio. Un sprint suicida. Y cuando más necesario era, cuando tocaba consolidar el ritmo, fallaron las piernas y el running no tuvo más remedio que bajar el ritmo. Quisimos llegar rápido sin pensar que, quizás, era mejor llegar lejos. El segmento, por suerte, empezó a resituarse relativamente rápido. El peso que tiene el running en el global del sector hoy en día es suficientemente importante como para que marcas y tiendas vieran las orejas al lobo antes de tiempo. Redimensionar el mercado nunca es fácil, pero el running supo hacerlo. Con muchos daños colaterales, pero lo hizo. Tras años de fuerte crecimiento, llegó el bache. Y luego los años de transición, de redimensionarse. De aceptar, sobre todo, que, aunque el running estaba muy vivo a nivel de practicantes (algo en lo que muchos no confiaban), la oferta, en marcas y tiendas, tenía que seguir su curso. Y quedaba camino. El crecimiento descontrolado dejó muchos muertos en el camino. No al principio, pero sí a medio y a largo plazo. Y la lógica de los ciclos, de la que nadie ni nada se salva y que, en nuestro sector, está a la orden del día, ya hacía presagiar un frenazo brusco. Es más, es algo que, en su momento, cuando el running empezó a crecer exponencialmente, todo el mundo sabía. La crónica de una muerte anunciada. Pero lo más sorprendente, lo más paradójico, es 63

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