probablemente la primera razón que nos venga a la cabeza cuando pensamos en el triatlón sea que esta modalidad engloba a dos de las disciplinas que más han crecido en los últimos años (running y bike). Y con eso ya está casi todo dicho, porque ambas modalidades han “derivado” a muchos de sus practicantes al triatlón, sobre todo desde el running. En esa nueva cultura del deporte que se impuso con la crisis y que, en cierta medida, se ha mantenido hasta ahora (y ha ganado peso con la pandemia) deportes como el running y el bike se han convertido en una rutina necesaria para muchos españoles.Y un paso lógico, para la mayoría, ha sido – o será- probar con el triatlón. Aunque sea ocasionalmente. Además, aunque a muchos les pueda parecer que el triatlón es una disciplina muy exigente y sólo al alcance de grandes deportistas, una de las razones que ha propiciado su auge ha sido su accesibilidad. El triatlón no es sólo Ironman. Cualquiera que tenga un mínimo de preparación física (y runners, ciclistas y nadadores lo tienen) puede afrontar sin problemas algunas de las distancias más cortas (supersprint, sprint e, incluso, Olímpica). Al final es un problema de tiempo. Si Antes del Covid, el triatlón se encontraba, después de un crecimiento espectacular en la primera década de este siglo XXI, en plena madurez. Racionalizándose, redimensionándose y cogiendo ritmos más lógicos. Lo bueno, para ser optimistas, es que hay una legión de triatletas esperando con muchas ganas que todo quede atrás, Gente que sigue entrenando fuerte y que espera, con ansias, a que la competición vuelva a la normalidad. Y esto nos hace pensar que, cuando las cosas vuelvan a la normalidad (que esperemos que sea pronto) el triatlón puede volver a tener una época dorada. Quizás no tanto en practicantes y ventas, que también, si no principalmente a nivel de competiciones, el principal eje sobre el que gira este deporte. UN RETO PERSONAL Hace apenas 20 años el triatlón era coto privado de algunos atrevidos y apenas había pruebas. Pero la nueva cultura deportiva que se impuso con la crisis de 2008 cambió radicalmente las cosas. Y en esa nueva cultura la superación personal emergió casi como un imperativo. Y claro, uno de los retos más tentadores, sobre todo para quienes hacían running, ciclismo o natación, era el triatlón.Y el boom fue espectacular. En todo: en practicantes, en oferta y en pruebas. Para casi todo el mundo, sobre todo para los que empiezan a correr, nadar o ir en bici, el triatlón es uno de los grandes retos a medio y largo plazo. Aunque sea la distancia más corta. Además, como pasa en deportes como el running o el bike, la media de edad de los triatletas suele ser relativamente alta, entre los 30 y los 45. Quizás la crisis de los 40 o quizás edades donde uno es más exigente consigo mismo, necesita desestresarse del trabajo y empieza a plantarse retos. Cuando un deporte experimenta un fuerte crecimiento en practicantes y en ventas lo primero que debemos intentar analizar es el por qué. Y se puede entrenar muchas horas, el reto serán las grandes distancias; si no, si tenemos poco tiempo, las distancias cortas serán más que suficientes para disfrutar de este depote. Y de esto saben mucho los organizadores de pruebas amateurs, que en los últimos años prepandemia jugaron muy bien sus cartas y aprovecharon a la perfección las posibilidades que ofrece este deporte en cuanto a distancias. Las pruebas populares son el mejor termómetro para saber cómo marcha un deporte a nivel de practicantes. Cuando pueden celebrarse, claro. Y en el caso de triatlón, en un tiempo relativamente rápido, las pruebas empezaron a multiplicarse exponencialmente por toda la península. Y se colgaba el cartel de completo a las pocas horas de abrirse inscripciones. Después de unos años donde se rozó lo exagerado, las cosas fueron cambiando un poco -porque la demanda bajó y, también por temas burocráticos- pero el intenso calendario nacional de los últimos años es un perfecto reflejo de la buena salud de la que gozaba este deporte antes de 2020. ACCESIBLE… ¿Y ASEQUIBLE? Que es un deporte accesible ha quedado bastante claro. Al fin y al cabo, uno suele luchar contra sus límites y no contra los demás. Otro tema más complejo es si se trata de una modalidad asequible. Y aquí la cosa no está tan clara. Una equipación más o menos decente no baja de los 1200-1500 euros (calzado, bici, neopreno…). Además, son muchos los que, a medida que van mejorando sus tiempos, renuevan su material –a mejor- de manera que estamos ante un deporte que, tanto a corto como a medio y largo plazo, es caro. Por si fuera poco, la gran razón de ser de esta modalidad, es decir, las pruebas, no son precisamente baratas, con lo que la inversión, si se quieren hacer varias pruebas al año, puede dispararse algunos cientos de euros –o miles si se hacen largas distancias nacionales e internacionales- contando la inscripción y el desplazamiento. Habrá que ver cómo reacciona el triatleta cuando vuelvan las competiciones. Hace apenas 6 meses se hablaba mucho de la crisis económica que conllevaría la crisis sanitaria, y muchos organizadores ya dejaron claro que sería difícil volver a los niveles de inscripciones de antes de la pandemia, sobre todo en las pruebas más caras, pero ahora parece que el revés económico no va a ser tan fuerte como se esperaba y, además, las ganas a fondo 18 ESPECIAL TRIATLÓN
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