fue vital para sobrellevar con bastante dignidad la crisis que arrancó a finales de 2008 y que se alargó hasta bien entrada la segunda década de este siglo. Se ganaron muchos practicantes -y eso siempre es una base importante-, se empezó a construir una nueva cultura deportiva y, también, empezaron a surgir un sinfín de nuevas actividades vinculadas al bienestar físico –y psíquico- que han mantenido muy vivo a este universo, definiendo lo que el fitness-wellness es, hoy en día: un sector con una identidad propia, fuerte, y preparado para seguir ganando fuerza. Una fuerza que se ha acrecentado en este último año pese a lo mal que el gobierno ha gestionado el tema de los gimnasios durante la crisis sanitaria. El fitness, y todo el universo que se mueve a su alrededor (empezando por el homefitness o las clases virtuales) ha jugado, juega y jugará un papel clave para el deporte. Sobre todo en esta postpandemia… Running, pádel o bike han llenados muchas páginas en los últimos años. Y en los últimos meses postencierro. Estas tres modalidades han crecido considerablemente en los últimos tiempos, especialmente a nivel de práctica, y han sido motores muy importantes para el crecimiento del sector tanto antes como, sobre todo, después del confinamiento. Pero no han sido los únicos. El fitness, y todo el universo que se mueve a su alrededor (empezando por el homefitness o las clases virtuales) ha jugado, juega y jugará un papel clave para el deporte. Sobre todo en esta postpandemia… El fitness es una pieza clave para el sector. Parecía herido de muerte cuando al gobierno se le ocurrió la brillante idea de considerarlo un lujo y subió el IVA al 21%, pero superado ese bache (no fue fácil), el camino siempre ha sido hacia arriba. Y lo ha sido, sobre todo, por la capacidad que ha tenido este universo de transformarse. De adaptarse a una nueva realidad. De agazaparse bajo el paraguas del wellness para seguir creciendo, para consolidarse, sin hacer demasiado ruido, como uno de los universos más dinámicos del deporte. Quizás no en producto, pero sí en práctica y, sobre todo, en nuevas actividades y nuevos modelos de negocio. O al menos fue así hasta mediados de marzo de 2020. Que el fitness va al alza, a nivel global, es tan innegable como que uno de sus pilares más importantes, los gimnasios, ha sido el gran damnificado -dentro del deporte- de la crisis del coronavirus.A mediados de marzo, como todo el mundo, se vieron obligados a cerrar, pero a diferencia de otras empresas o de las tiendas, su reapertura se alargó mucho y con muchas restricciones. Y pese a la importancia que tiene el deporte en un contexto tan complejo, todavía hoy los gimnasios siguen en el punto de mira de las autoridades sanitarias por considerarlo, con bastante sinrazón, un foco de contagio. Y eso, evidentemente, condiciona muchísimo el presente de un segmento con tanto peso y con tanto volumen de negocio como el de los gimnasios. EL CAMBIO PREPANDEMIA La gran transformación del fitness se dio mucho antes de que el coronavirus llegase a nuestras vidas. Su gran éxito del fitness hay que buscarlo en su capacidad -y agilidad- para transformarse. Para adaptarse a las necesidades de un consumidor muy cambiante y muy exigente.Y a un entorno donde el bienestar ya hace años que se ha convertido en el eje sobre el que giran muchas “filosofías de vida” (algo que, evidentemente, se ha acentuado todavía más en estos últimos meses). La nueva era del fitness comenzó cuando éste entró en la órbita del wellness. Dentro de esta burbuja del bienestar, experimentó un cambio radical. Y como el running o el bike, el fitness 93
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