en la penúltima página 102 Agrupaciones Empresariales Innovadoras con enormes recursos. Sin embargo, casi cualquier empresa puede, por ejemplo, respaldar el trabajo de un joven estudiante de posgrado o posdoctorado en una universidad local. Incluso para un investigador senior, colaborar con su personal rara vez es prohibitivamente costoso. A los investigadores les importa mucho más el apoyo genuino a su trabajo, que el tamaño de su inversión. La innovación nunca es un evento único. Es un proceso de descubrimiento, ingeniería y transformación, y esas tres cosas casi nunca suceden en el mismo lugar o al mismo tiempo. Pero la actual pandemia se ha convertido en un acelerador increíble. Es por eso que las empresas más innovadoras trabajan arduamente para construir vínculos con las mejores mentes del mundo académico, y que para acceder a las ayudas que deben venir se valoran altamente dichos vínculos. Queda mucho por aprender,y hacerlo basándonos en ejemplos de éxito existentes, es sin duda, un buen comienzo. Imitar a otras culturas empresariales anglosajonas o asiáticas, por ilustrarnos con un marco internacional; o imitar a sectores más avanzados en nuestro propio país, como el automóvil o la distribución alimentaria, puede ser un primer paso. Las AEI (Agrupaciones Empresariales Innovadoras) promulgadas por La Dirección General de Industria y de la Pequeña y Mediana Empresa, propician una clara estrategia, conectarse activamente a ecosistemas de talento, tecnología e información. Recientemente me llamó la atención que las empresas necesitan basarse en cuatro cosas para construir un ecosistema de innovación: conectarse a Startups, formar vínculos con el mundo académico, aprovechar el asociacionismo y los clusters, y pasar de jerarquías a redes. Hoy, necesitamos competir en un mundo impulsado por ecosistemas en el que nadie, ni siquiera una empresa grande y poderosa, puede hacerlo sola. El poder ya no proviene de la parte superior de las cadenas de valor, sino que proviene del centro de las redes. Eso significa que la estrategia debe pasar de las industrias dominantes a la construcción de ecosistemas colaborativos. Competir y compartir. Un ejemplo: Microsoft en 2001 era un monopolista rapaz, ahora es un colaborador entusiasta; en lugar de considerar el software de código abierto como un cáncer, ahora dice que “ama Linux”. En su esfuerzo de desarrollo cuántico se está asociando con más de una docena de empresas emprendedoras. Estas empresas también obtienen acceso gratuito a las tecnologías de Microsoft, como su plataforma en la nube Azure, y recursos y asesoramiento de comercialización, a través de su programa Microsoft for Startups. Otro ejemplo, el caso de Google, en que va un paso más allá invitando a decenas de las mentes más destacadas del mundo a trabajar junto a sus científicos e ingenieros durante un año sabático. Microsoft y Google son, por supuesto, empresas Por Andrés de la Dehesa adehesa@sportmas.com El poder hoy en día ya no se encuentra en la cima de las jerarquías, sino que procede del centro de los ecosistemas, y uno se mueve hacia el centro al ampliar y profundizar las conexiones. Cerrarse levantando barreras, como se hacía en los años ochenta y noventa del siglo pasado, no nos protegerá. Habrá que subirse al carro de la disrupción. “Necesitamos competir en un mundo impulsado por ecosistemas en el que nadie, ni siquiera una empresa grande y poderosa, puede hacerlo sola. El poder ya no proviene de la parte superior de las cadenas de valor, sino que proviene del centro de las redes”.
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