Este presente tan bueno -y un futuro que se antoja con mucho margen de crecimiento no son solo “gracias” a la pandemia. A este momento tan trascendental se ha llegado con mucho trabajo y, sobre todo, tras una fuerte depuración del mercado. El simple hecho de haber logrado reducir considerablemente la oferta de marcas ya ha cambiado considerablemente el panorama. 43 LUCES… PERO TAMBIÉN ALGUNA SOMBRA El pádel está en un momento dulce. Pero eso no significa que no tenga asignaturas pendientes. Y hoy por hoy hay tres aspectos que el pádel tiene que solucionar si quiere aprovechar al máximo ese margen de recorrido del que hablábamos. El primero de ellos tiene que ver con la oferta. Es cierto que se ha reducido considerablemente,pero sigue siendo excesiva.Que el pádel,como deporte, sea relativamente accesible, es bueno., Muy bueno.Y el boom de practicantes así lo confirma. Pero que el pádel, como segmento, como producto, sea también tan accesible, es un problema. Cualquiera, con una inversión mínima, puede lanzar una marca al mercado. No hace falta ni siquiera tener conocimientos de este deporte. Se compra una colección (y vendedores hay muchos) y se lanza al mercado.Así de fácil. Es más, con un poco de suerte todavía será relativamente sencillo encontrar quien te coloque esas palas en algún club o en alguna tienda, sobre todo si el precio y el margen son buenos. Y así, en un abrir y cerrar de ojos, ya tenemos otra marca llenando maleteros y tiendas online con precios reventados. Y al otro extremo, mirando con resignación cómo el mercado absorbe marcas que no deberían tener ni un metro de recorrido, están las marcas “serias”, las que llevan años luchando para que el pádel crezca; las que invierten en innovación, las que apuestan por la calidad, las que ven el pádel como una apuesta a largo plazo. Y sí, lideran los ránkings de ventas, pero el daño que les hacen todas esas pequeñas marcas oportunistas es inmenso. Que a día de hoy haya en el mercado alrededor de 100 marcas de palas sigue siendo un problema. Mucho menos grave que cuando había 200, es cierto, pero sigue siendo un lastre para el sector (porque son estas marcas las que sostienen y acrecientan la guerra de precios).Y aunque como hemos dicho cada vez se juega más al pádel, la oferta sigue estando muy por encima de la demanda, y cuando eso pasa, la guerra de precios está al orden del día.Y ese es el gran lastre del pádel.Y como muestra, un dato que nos puede dar una idea de cuan preocupante es la situación: el pádel es, desde hace muchos años, el deporte con mayor índice de promociones, con más del 38% de las palas vendidas con descuentos por encima del 30%. Se ha avanzado mucho, lo hemos dicho, pero todavía hay que depurar un poco más el mercado… El segundo de los “baches” actuales a los que se enfrenta el pádel tiene que ver también con la oferta. Con la falta de producto. La pandemia ha disparado los índices, pero también ha provocado un caos absoluto en la producción. En todos los sectores. Y el pádel no ha podido escapar de ello. El cierre de la producción en Asia, durante los primeros meses de la pandemia, se va a dejar notar durante meses. Las fábricas dejaron de producir, pero el gran problema es que también se paró la cadena en el orígen y, a día de hoy, sigue habiendo muchos problemas de suministro, no tanto porque la producción esté parada o funcionando a ritmos más bajos, sino más bien porque a estas fábricas la materia prima llega a cuentagotas y no hay con qué fabricar. Y eso pasa en Asia y en las fábricas europeas o nacionales. Con el añadido, en el caso de las nacionales, de que, aun teniendo materias primas, no siempre se tiene capacidad para dar respuesta a un pico de la demanda como el actual. Y el resultado es que muchas marcas no tienen producto que servir a las tiendas. Y eso siempre supone oportunidades perdidas. El tercero y último de estos aspectos que están frenando al pádel no tiene que ver ni con las ventas ni con la producción, sino más bien con un aspecto que,sin ser estrictamente sectorial,sí representa una parte muy importante del universo pádel: la formación. La pandemia ha disparado los índices de práctica, pero en cambio ha frenado considerablemente todo lo que tiene que ver con las clases. La gente juega más, pero contrata menos clases.Y aunque la situación no es dramática, viniendo de donde veníamos (que era de muy arriba), el frenazo se ha dejado notar.Y lo han notado tanto los clubes que dan este servicio como, sobre todo, los miles de entrenadores que viven del pádel. En cualquier caso, como hemos dicho antes el pádel atraviesa un momento muy dulce… e ir a mejor sólo depende de él. La internacionalización, lógicamente, será clave para el crecimiento de muchas marcas, pero ni ha sido nunca, ni es ahora, condición indispensable para que el pádel sobreviva. Probablemente, a nivel interno, es más importante acabar de ordenar el mercado. Si la oferta se depurase como debería depurarse, y en vez de 250 marcas convivieran las 20 ó 30 que hoy por hoy, y pese a la fuerte -y molesta- competencia, tiran del carro desde hace años, el pádel podría vivir perfectamente sin tener necesidad de salir de España. Y el recorrido, aun siendo menos importante, podría ser igualmente muy amplio.
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