Después de años de fuerte crecimiento, el running había entrado en una época de transición. En una época de calma. La velocidad con la que había ganado adeptos -y ventas- frenó en seco, y aunque esta modalidad seguía arañando seguidores y manteniendo unas ventas bastante significativas, la burbuja que se construyó durante esos años de bondad acabó estallando. Se había reconstruido un segmento adaptándolo a una velocidad, y cuando ésta se “racionalizó”, parte de esa estructura se tambaleó. Y entonces llegó el coronavirus… El running siempre ha sabido aprovechar muy bien las crisis. Aprovecharse de ellas. Cuando las cosas se han torcido a nivel económico, el deporte siempre ha salido ganando, sobre todo su parte más atlética. Con una economía en retroceso y con el miedo marcando la agenda, la gente apuesta por el ahorro y el ocio se transforma por completo, dando mayor protagonismo al deporte por su accesibilidad y su asequibilidad.Y, también, por los múltiples beneficios que tiene a nivel de salud. Dicho esto, no es extraño que hoy por hoy el running esté donde esté.Porque a la crisis económica que ya estamos atravesando, le ha precedido una crisis sanitaria nunca antes vista. Una crisis que arrancó con un terrible encierro de dos meses que sirvió, entre muchas otras cosas, para que la gente valorase lo importante que es salir y lo importante que es el deporte en una nueva cultura de la salud. Que modalidades como el bike, el pádel, el senderismo o el propio running hayan ganado tanta fuerza desde el pasado mayo no es, ni mucho menos, casualidad. Y tiene un componente psicológico muy alto: estar encerrados en casa dos meses no ha sido nada fácil y, como hemos dicho antes, nos ha hecho valorar muchas cosas. La estampida de gente corriendo o yendo en bici que se dio cuando nos dejaron salir era más que previsible. Como también lo era que ese nuevo afán para hacer deporte iría mucho más allá de ser una simple excusa para salir y serviría para construir una nueva cultura del deporte en la que éstas y otras modalidades pasarían a ser un hábito irrenunciable para mucha gente. No interpreten mal esta afirmación, pero el coronavirus llegó en un momento clave para el running. Porque después de años muy buenos se había estancado. Y porque con una economía recuperándose, esta modalidad -y otras- ya estaban sufriendo un nuevo “desvío” en el gasto en ocio. Eternos rivales del deporte, como la tecnología, el turismo o la restauración volvían a centrar el gasto de los españoles y muchos de los que con la crisis de 2008 habían empezado a hacer deporte, ya lo estaban dejando. O al menos con la asiduidad que llevaban haciéndolo. Eso, y un mercado cada vez más saturado, con una oferta al alza y una demanda a la baja, estaban poniendo serios problemas al desarrollo del running. Pero llegó el COVID y, tras esos insoportables meses en casa, correr volvió a convertirse en una tendencia. Por salud mental y física. LA PANDEMIA REDEFINIRÁ EL SEGMENTO Lo hemos dicho antes: la evolución del running en los últimos años ha sido como una mala estrategia en una carrera de larga distancia. Se corrió demasiado al principio y, cuando más necesario era, cuando tocaba consolidar el ritmo, fallaron las piernas y el running no tuvo más remedio que bajar el ritmo. Quisimos llegar rápido sin pensar que, quizás, era mejor llegar lejos. El segmento, por suerte, empezó a resituarse relativamente rápido. El peso que tiene el running en el global del sector es suficientemente importante como para que marcas y tiendas vieran las orejas al lobo antes de tiempo. Redimensionar el mercado nunca es fácil, pero el running supo hacerlo. Con muchos daños colaterales, pero lo hizo. 2017 y 2018 fueron años de transición, de redimensionarse. De aceptar, sobre todo, que, aunque el running estaba muy vivo a nivel de practicantes a fondo RUNNING Una nueva oportunidad (algo en lo que muchos no confiaban), la oferta, en marcas y tiendas, tenía que seguir su curso. Y quedaba camino. El crecimiento descontrolado deja muchos muertos en el camino. No al principio, pero sí a medio y a largo plazo. Y la lógica de los ciclos, de la que nadie ni nada se salva y que, en nuestro sector, está a la orden del día, ya hacía presagiar un frenazo brusco. Es más, es algo que, en su momento, cuando el running empezó a crecer exponencialmente, todo el mundo sabía. La crónica de una muerte anunciada. 73 A diferencia de otras crisis puramente económicas, en esta pandemia el deporte ha alcanzado, por su estrecha vinculación con la salud, un estatus nunca visto antes. Pero todavía es pronto para saber si esta nueva cultura del deporte perdura en el tiempo y “soporta” los habituales desvíos del gasto cuando las cosas vuelven a ir bien.
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