TradeSport 293 - Diciembre 2020

Llevamos muchos años hablando del fútbol como un perfecto ejemplo de estabilidad y madurez. Su evolución en los últimos años ha sido plana, y si bien apenas tenía repuntes importantes, tampoco sufría ningún retroceso. Y eso, en un segmento que mueve tanto dinero, era un gran valor añadido. 2020, sin embargo, será recordado como un año de ruptura. El COVID ha logrado el que ninguna crisis había conseguido hasta entonces: darle un buen revés al deporte rey. La era post encierro ha provocado el boom de muchos deportes. Los más de dos meses que nos pasamos encerrados todos en casa -y las tiendas con la persiana bajada- se tradujeron en un repunte espectacular de ciertas modalidades deportivas cuando, a mediados de mayo, nos dejaron salir a la calle. Entonces, deportes como el running, algunas modalidades Outdoor, el fitness -sobre todo el urbano- y, sobre todo, el bike, arrancaron un crecimiento que, en algunos casos, y aunque en menor medida, sigue muy vivo hoy en día. Pero toda moneda tiene dos caras, y en la cruz, el protagonismo casi absoluto fue para el fútbol. Como para el resto de los deportes de equipo, el coronavirus paró en seco los entrenamientos y las competiciones (salvo las que, por negocio, tuvieron que retomarse). Y sin práctica las ventas cayeron en picado. No hay que darle más vueltas ni buscar más explicaciones. El fútbol, este 2020, ha sufrido un batacazo sin precedentes. Pero la casusa está más que identificada.Y es lógica y evidente. Los primeros meses del año no suelen ser los más fuertes para este segmento; de marzo a mayo estuvimos encerrados en casa, y luego, con la desescalada, los deportes de equipo fueron los últimos en tener “permiso” para volver a la actividad. Y cuando eso paso, la temporada ya estaba finiquitada. Después, un verano intrascendente en práctica, como suele pasar, y cuando las cosas podían volver a arrancar, llegó la segunda ola y todo se volvió a parar. Ahora, tercer intento, y se supone que a mediados de enero arrancarán las competiciones, pero el presente nos obliga a ser cautos. Dependemos de la evolución de un virus y eso es totalmente imprevisible. Las ventas, en este último trimestre, cuando la actividad se ha retomado, se han reactivado tímidamente, pero ni por asomo se va a salvar este 2020. UN DEPORTE DE ORO EN LA DIVISIÓN DE PLATA El coronavirus ha cambiado por completo el presente del fútbol como categoría, pero eso no quita que su pasado más reciente este marcado por la estabilidad. Por una estabilidad muy agradecida, porque como hemos dicho antes, con los volúmenes que mueve este deporte, especialmente en calzado, pero, también, en equipaciones, esa madurez, ese comportamiento regular, supone un porcentaje muy importante de las ventas globales del sector y, por supuesto, una parte importante del negocio para muchos comercios multideporte, sea cuál sea su tamaño. Así que, olvidándonos de este complejo 2020 (por decirlo de alguna manera), quizás sea mejor hacer un poco de repaso de lo que ha sido este deporte en la última década. Eso, como mínimo, nos dará una idea -y cierto optimismo- sobre hacia dónde irá este segmento en los próximos meses… si dejamos atrás la pandemia. En estos últimos años el fútbol ha avanzado en la sombra. Y muy cómodamente. Mientras la gente hablaba de running, pádel, bike o sneakers, el fútbol hacía su camino con absoluta tranquilidad. Y casi en el anonimato. Su evolución, lo hemos dicho, ha sido plana y estable, y aunque en otros segmentos eso podría interpretarse como un dato negativo, en el fútbol, la estabilidad es una buena noticia. Muy buena. Con el volumen que mueve este deporte, que se mantenga estable no deja de ser una pequeña victoria para el sector. Ni crisis, a fondo FUTBOL Bache fuerte… e inesperado ni moda, ni deportes que disparan sus índices de práctica: nada, hasta este 2020, ha logrado desestabilizar al fútbol. Es, al fin y al cabo, un segmento que hasta la llegada del coronavirus avanzaba completamente ajeno a todo lo que le rodeaba y los pocos altibajos que sufría -casi imperceptibles- no tenían ninguna relación con el entorno global, más bien con ciertas particularidades que siempre ha tenido el propio segmento, como, por ejemplo, repuntar en los años pares, años con Eurocopa o Mundial. Algo que, evidentemente, no ha pasado este 2020 pero que, si todo va bien, sí pasará en 2021, cuando se celebre la aplazado Eurocopa. Esta estabilidad debe entenderse, también, como un mínimo innegociable para un deporte que, si se define por algo, es por los grandes intereses que tiene detrás. La mayoría de los cuáles, por cierto, tienen muy poco que ver con el sector. Es deporte que mueve miles y millones de euros en derechos de imagen, traspasos, publicidad… y ya habrá quien se preocupe de que la máquina siga funcionando. Y para muestra, un botón: las grandes ligas se juegan porque se tienen que jugar, y no precisamente por un tema puramente competitivo, sino, más bien, por esos intereses de los que hablábamos. El riesgo, al fin y al cabo, es el mismo que se puede correr en un partido de Alevines Territorial, pero la “rentabilidad” no es la misma. El fútbol hace muchos años que dejó de ser un deporte para convertirse en un negocio. La base de practicantes asegura un mínimo de ventas muy 63 No hay que darle vueltas ni buscar más explicaciones. El fútbol, este 2020, ha sufrido un batacazo sin precedentes. Pero la causa está más que identificada. Y es lógica y evidente.

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