TradeSport 285 - Marzo 2020

Poco a poco, sin prisa, pero también sin pausa, el pádel se resitúa. Se resitúa y se dimensiona. Sigue creciendo, en practicantes y ventas, pero después de unos años de fuerte crecimiento, avanza a un ritmo más lógico. Y aparentemente ordenado. El potencial sigue intacto y cada día se ganan nuevos practicantes pero, aun así, en los próximos meses este deporte se juega gran parte de su futuro. Un futuro que dependerá de su capacidad para seguir ordenándose y, sobre todo, del éxito que tenga una internacionalización que poco a poco va consolidándose. Hace algunos años, no muchos, el futuro del pádel era bastante imprevisible. Y no precisamente porque a nivel de práctica la cosa se hubiera frenado. Más bien por cómo se estaba desarrollando el mercado y, también, por lo que estaba costando que este deporte ganase protagonismo más allá de los pocos países en los que se jugaba. La exagerada sobreoferta de marcas y el lógico frenazo a la espectacular evolución de practicantes y ventas de los últimos años, asustaron a más de uno. Pero más allá de ciertas alarmas, que obviamente tienen justificación, el pádel se mantuvo firme,evolucionando como uno de los deportes más dinámicos del sector. El ritmo era menos frenético, pero, seguramente, más asumible. La cifra de practicantes, en estos últimos años, sigue subiendo, los clubes siguen apostando por este deporte con más pistas y las ventas, pese a algunos cierres sonados y a una previsible “darwinización”, siguen al alza. Simplemente se crece menos que antes. Pero se crece. En la otra cara de la moneda, en la del pesimismo, es obvio que plana el miedo a que este crecimiento llegue a su techo en breve. A que el pádel, atrapado en nuestras fronteras, llegue a su tope. Sobre todo, si no se corrigen algunas cosas. La salud del pádel a nivel de practicantes, instalaciones y ventas es buena, pero también es evidente que este deporte tiene una serie de asignaturas pendientes que, sí o sí, debe corregir. Y más pronto que tarde. Si no lo hace, si no es capaz, por ejemplo, de acelerar su reordenación y su expansión fuera de nuestras fronteras, su situación puede volverse muy compleja. Lo bueno, es que toda solución depende mucho del propio sector. Lo malo es que, por ahora, no parece que se haya avanzado demasiado ni en un sentido ni en otro. De todas maneras, que el pádel deba solucionar estos dos grandes escollos, no implica que su futuro sea negro si no lo hace. Simplemente no será tan espectacular como podría serlo. Porque si algo tiene el pádel es que incluso a nivel interno, tiene fuerza suficiente como para sobrevivir. Es decir, es suficiente fuerte y estable como para que se mantenga, durante años, como uno de los deportes con más peso del sector. Al final, quien sufre las consecuencias de no salir de nuestras fronteras no son los practicantes, sino las marcas. Y probablemente las tiendas. Porque si la batalla solo es a nivel interno,es obvio que la guerra de precios,con tanta marca (casi 200), será mucho más cruel. PRIORIDAD 1: ACABAR DE REORDENAR Y REDIMENSIONAR EL MERCADO El gran problema del pádel es que cualquiera puede hacer una pala. O, mejor dicho, encontrar quien se la haga. Sin ningún tipo de conocimiento. Las manda fabricar y las lanza al mercado. Sin más. Una inversión que ni siquiera es alta y poco más.A vender.Y lo peor de todo es que habrá quien le dé cancha sin preguntarse, siquiera, por la calidad de las palas. Otra marca llenando maleteros y tiendas online con precios reventados. Y “reventando” el trabajo de otras muchas marcas, que apuestan por el I+D en su ADN, con fuertes inversiones y que llevan años volcando muchos esfuerzos para consolidarse como marca y,sobre todo,para afianzar el pádel como un deporte de futuro y no solo de presente. Marcas que, aun teniendo objetivos particulares (solo faltaría) también trabajan para el sector. Y sí, lo hemos dicho antes, el pádel goza de muy buena salud y la cifra de practicantes no para de crecer, pero eso no quita que un exceso de marcas sea un problema bastante preocupante para todo el mundo. Y lo es, aunque muchas de estas 200 marcas apenas sumen un centenar de palas vendidas, porque al final, esta competencia, poco a poco, acaba haciendo mucho daño al sector. Y aquí no sirve la teoría a la que recurre el bike para ver el vaso medio lleno cuando tienen en la mano las cifras de ventas de Decathlon (el clásico “ellos venden la primera bici, nosotros la segunda”). No, en el pádel, esas marcas de “oportunismo”, de paso, hacen mucho daño. Porque un porcentaje muy alto de practicantes juega relativamente poco… y le importa relativamente poco la calidad de su pala. Le basta con que sea barata. Que más adelante cambie o no a una mejor, a una de marca líder, dependerá mucho de sí empieza a jugar con más asiduidad. Lo bueno, es que, en estos últimos meses, además de que la práctica crece, también crecer la frecuencia de juego.Y eso siempre es bueno, porque cuanto más juegas, más exigente eres con el material que usas. Pero volviendo a la sobreoferta, el problema de estas muchas pequeñas marcas no es que roben cuota de mercado a las grandes, porque al final tampoco representan tanto volumen; el gran problema es que son estas marcas las que sostienen y acrecientan la guerra de precios. Sí, no podemos ignorar que algunas grandes también entran al juego en esta guerra, a veces con triquiñuelas poco éticas, pero es obvio que, a más marcas, más trampas. Y mientras sea tan fácil (y siempre lo será), crear y lanzar una marca, las cosas poco van a cambiar. La demanda es buena,pero está a años luz de una oferta exageradamente alta. ¿Y que pasa cuando hay sobreoferta? Pues que muchos, sobre todo los más necesitados, recurren al recurso fácil: revena fondo ESPECIAL PADEL Puntos clave 23

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