En medio de este boom del calzado urbano, ha emergido como de la nada la palabra sneaker. Y como de costumbre, todo el mundo ha empezado a ponerle esta etiqueta a sus colecciones. Lo que hace poco era lifestyle, casual o urban, ahora se agrupa sin contemplaciones bajo el paraguas “sneakers”. impulsores): los mismos modelos de las mismas marcas. A estas alturas es muy difícil frenar a tiendas y marcas en su carrera por explotar al máximo esta tendencia. El margen de recorrido es, como hemos dicho, muy amplio, pero el globo petará tarde o temprano si unos y otros no son capaces de gestionar esta oportunidad. Es comprensible que cadenas y grupos tengan que buscar nuevas vías de negocio porque con las “tradicionales” cuesta avanzar como se espera, sobre todo si en breve dejan de contar con la confianza de las grandes multinacionales, pero eso no debería impedir que, además de originales, fueran más objetivos y fueran capaces de dimensionar el sector en su justa medida. Las marcas, por su parte, deberían empezar a pensar en las consecuencias que puede tener a largo plazo dar cancha a cualquier proyecto que les suponga más ventas. El fantasma de la sobreoferta no está tan lejos como muchos creen. Y la sobre oferta, como la sobreproducción, lleva irremediablemente al colapso. RACIONALIZAR EL BOOM El calzado urbano con look deportivo (este sería un buen paraguas bajo el que englobar todos esos anglicismos) está en un gran momento. Las ventas son buenas, la demanda es alta y, pese a que hay muchas tiendas especializadas, por ahora la mayoría tienen un tráfico (y unas ventas) más que aceptables. El gran problema al que se enfrenta todo este universo del lifestyle es, paradójicamente, su gran potencial. Su crecimiento ha sido tan fuerte y tan rápido que muchos han querido aprovechar la oportunidad.Y la frontera entre ese “muchos” y un “demasiados” es cada vez más imperceptible. La moda de las mal llamadas sneakers probablemente se desinfle un poco, y quizás se frene en seco la exagerada apertura de tiendas especializadas en calzado casual, pero las ventas, más allá del canal en las que se hagan, seguirán a un buen ritmo. El reto, en este sentido, es que el propio sector sea capaz de dimensionarse y, sobre todo, que los grandes operadores sean capaces de apostar por nuevas vías de negocio, innovadoras y diferenciadoras. Lo malo del calzado casual, al final, no es que haya tantas tiendas (que las hay); lo preocupante es que la oferta sea tan similar entre unas y otras. Y eso es culpa de las marcas y, sobre todo, de las tiendas. El calzado tiene una rotación muy alta y la barrera del precio ya hace tiempo que se ha superado. Las cuotas, lógicamente, irán variando en función de si tiene más tirón una marca u otra (eso es lo malo de la moda), pero a pesar de la fuerte competencia, del peso que presumiblemente ganarán otros canales, esta categoría seguirá siendo uno de los grandes pilares del sector. Si ha superado lo que ha superado, el futuro solo puede invitar al optimismo. Eso sí, optimismo con moderación, que somos expertos en quemar oportunidades. a fondo 76
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