El running es el nuevo fútbol. O debe aspirar a serlo. Como segmento. Un segmento fuerte, con grandes volúmenes de ventas, muy estable y con pocas probabilidades de sufrir un batacazo. El pasado más reciente está lleno de altibajos, de grandes crecimientos y de algún frenazo, y ahora lo que toca es resituarse, redimiensionarse y empezar a evolucionar de forma más lógica y acorde con la realidad de la práctica… y del mercado. 2019 arrancó con muchos retos para el running. Los últimos meses de 2018 ya presagiaban un arranque de año complicado. El crecimiento experimentado por este deporte durante varios años fue, simplemente, espectacular. Quizás demasiado. Quizás poco controlado. Y la lógica de los ciclos ya hacía presagiar que más pronto que tarde habría un frenazo brusco. Y lo hubo. Y no por una caída de la práctica, como había sucedido hace años en algunos deportes; más bien por una sobredimensión del segmento. Por una oferta muy por encima de la demanda. Adaptarse a la realidad. Este es el gran reto al que se está enfrentando el running en los últimos años. Selección natural, dirán otros. Pero es lo mismo. Es ajustar la oferta a la demanda real. En marcas y en tiendas. Dejar atrás el running como moda y entenderlo como un segmento fuerte, maduro, muy vivo y que, con cuidado, puede tener todavía mucho recorrido. O en el peor de los casos, mantenerse estable, que ya es mucho. La práctica sigue en niveles muy buenos y un porcentaje muy alto de los practicantes no entienden este deporte como una moda sino como un hábito saludable que ya han incorporado a su rutina. Esta base asegura un buen volumen de ventas, y si las cosas se hacen bien, el running puede tener un buen dinamismo durante años. Otro tema es si puede seguir ganando adeptos, un objetivo que dependerá mucho de las marcas y las tiendas. Por lo pronto, pese a los cierres que se han dado en los últimos dos años y a las pérdidas que están dejándose notar en algunas marcas, el running es y seguirá siendo uno de los deportes con mayor peso del sector. Quizás el que más. Ahora, eso si, toca ver como evoluciona el comercio, todavía un poco sobredimensionado y, sobre todo, hay que estar muy atentos a los cambios que se están dando y se darán en el reparto de poderes, tanto entre marcas como, especialmente, entre tiendas. Las cosas han cambiado mucho en apenas un año. El running, pese a su buena salud, ha dejado de ser la panacea. Sobreoferta, frenazo en las ventas, las tiendas propias impulsadas por las marcas y muchos otros factores vinculados a la gestión hacen que hoy por hoy apostar por una tienda de running no es, ni mucho menos, una garantía de éxito. Además, con la moda deportiva ganando terreno (otra vez), es más que probable que la presencia del running en el multideporte vaya a la baja. CUANDO MANTENERSE ES UN ÉXITO El porqué del boom del running lo tenemos todos más o menos claro y no hace falta extenderse en ello. Basta, seguramente, con decir que es una modalidad muy accesible y asequible, y que sus beneficios para la salud -física y psíquica- son considerables. Con esto, está todo más o menos explicado. Y justificado. Probablemente lo único que falta por entender es por qué ahora. Por qué, con esta lista de ventajas, se ha tardado tanto en dar el salto cuantitativo -el cualitativo ha sido más progresivo-.Y la respuesta más lógica tiene que ver con la crisis que atravesamos hace algunos años. En una época de contención del gasto, de cambio en los hábitos de compra y de muchos recelos a a fondo RUNNING Objetivo: mantenerse gastar en ocio (incluso pudiendo), el deporte ha ganado mucho músculo.Y el running, con permiso del bike, ha sido la modalidad que más adeptos ha sumado. El crecimiento, en los primeros años, fue espectacular. En practicantes y en ventas. Y también en tiendas. El problema es que, como bien saben los corredores, es muy difícil, casi imposible, mantener un ritmo alto durante toda la carrera, sobre todo en distancias largas.Y como era previsible, el crecimiento se ralentizó. Porque era difícil seguir creciendo a esas velocidades y, también, porque la crisis se empezó a dejar atrás.Y algunos dejaron de correr. Las ventas, obviamente, han caído. Siguen siendo mucho mejores que las de hace unos años, antes de la crisis, pero las consecuencias del frenazo primero y del retroceso después, fueron duras, sobre todo por el mercado sobredimiensionado y por las muchas expectativas puestas en esta modalidad. A nuestro favor, todavía, juega la adicción que provoca este deporte, capaz de ir sumando corredores habituales. La duda, ahora, es saber si este target es capaz de sostener una industria que en la última década ha crecido exponencialmente sin preocuparse, demasiado, del futuro a medio y largo plazo. El verdadero reto del running empezó hace apenas uno o dos años, cuando, sin la complicidad de la crisis, unos y otros han tenido que ayudar a este deporte a seguir creciendo. El running, como el sector en general, ha ganado fuerza sin esforzarse demasiado, con la complicidad de la crisis, casi viendo las cosas desde lejos. Ahora 49
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