El gliss es un buen ejemplo, quizás el mejor, de cómo se puede pasar de tenerlo todo a no tener nada. Del éxito al fracaso. Pese a que algunas de sus modalidades resistieron, la crisis dio un revés sin precedentes a este segmento y todo el universo vinculado a los deportes de deslizamiento, tanto la parte más técnica como, sobre todo, la más vinculada al sportwear, se desplomó de golpe. El gliss murió de éxito. Y la crisis fue la gota que colmó el vaso. La tormenta que acabó de arrasarlo. Porque las cosas ya se habían empezado a torcer antes, cuando se construyeron estructuras sin pensar en los cimientos. Cuando se creyó que el gliss era invencible. Lo parecía, es cierto. Este universo creció espectacularmente cuando las cosas iban bien, impulsado, sobre todo, por el gran volumen de ventas que experimentó el llamado X-Wear y, en especial, el textil. Pero la fuerza con la que creció fue la misma que con la que cayó. Era como un castillo de naipes, demasiado expuesto a un golpe de viento. Y la crisis fue como un huracán. Y eso, cuando se ha construido una estructura mastodóntica para crecer, es un problema. Y para darse cuenta de ello basta con mirar donde están ahora –y en manos de quien- las tres o cuatro grandes marcas que copaban las ventas hace una década. ¿Qué pasó? Pues muy simple: la demanda, que era muy alta, cayó en picado. La moda es el primer damnificado cuando arrancan las crisis y el gliss, como hemos dicho, era pura moda. O casi. Las tiendas, que en su día se volcaron a ciegas con este universo, le fueron dando la espalda al mismo ritmo que las ventas caían. El sportwear no vendía y para sobrevivir muchos decidieron volver a los orígenes y apostar de nuevo por el deporte. Quien a buen árbol se arrima… debían pensar. Ahora, con la crisis superada y tras dejar en el camino a muchos comercios y a más de una marca, el gliss, como la moda, se ha recuperado poco a poco. Y lo curioso es que no han sido las grandes marcas de este universo las que han vuelto a darle protagonismo: han sido una amplia lista de marcas“secundarias”, muchas de ellas vinculadas al mundo del skate,que,sin renunciar a todo lo que tiene que ver con moda urbana (ahí está el columen), han mantenido su halo de autenticidad. Porque esa es otra de las grandes claves que explicaría el revés que se llevó el gliss: las grandes multinacionales sacrificaron sin complejos ese halo de autenticidad en pro del volumen.Y convertidas en gigantes, en marcas excesivamente populares, su atractivo se desvaneció a la misma velocidad que lo hizo su capacidad de reaccionar. Cuando creces mucho y ganas mucho sueles adecuar tu estructura a este crecimiento, y cuando pierdes bastante, hay que empezar a aligerar esta estructura.Y es cuando empiezan los despidos, los cierres de tienda o, directamente, la carrera por colocar la empresa a algún grupo de capital riesgo. La moda es peligrosa. Tentadora pero peligrosa. Puedes sacar mucho partido de ella pero también te puede dar muchos quebraderos de cabeza. Y eso es lo que le pasó al gliss. En un tiempo relativamente rápido, el llamado X-Wear se convirtió en una de las tendencias más potentes que ha visto el sector en toda su historia. Una moda.Y con muy poco de deporte.Y las tiendas no pudieron resistirse a esos cantos de sirena. Ese boom tuvo muy poco de deporte.El surf estaba de moda, pero no el deporte, sino la estética. Si nos dedicásemos a hablar del surf como deporte terminaríamos rápido el análisis (poca gente que lo práctica y pocas oportunidades para el comercio multideporte). Lo que realmente hizo fuerte al surf fueron el estilo y la filosofía. Las raíces (reales o no). La fuerza de este universo, a nivel de ventas, la controlan el textil, el calzado y los accesorios. Y su historia en los últimos años es exactamente la misma que han vivido muchos otros segmentos: a fondo 74 GLISS En buena ola
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