TradeSport 276 - Mayo 2019

El baño, en el canal, es un universo complejo. La difícil mezcla entre deporte y moda está cada vez más definida, y no precisamente porque las tiendas hayan sabido explotar ambas categorías. Competición y moda conviven en la tienda y en el canal como dos auténticos desconocidos. Con ritmos muy diferentes, con targets muy diferentes…y con un protagonismo de los canales alternativos, también, muy diferentes. Las estadísticas insisten, una y otra vez, en que la natación es una de las 3 actividades más practicadas por los españoles. De ser cierta esta afirmación, la lógica impondría un volumen de ventas a tener muy en cuenta, pero, sin embargo, el segmento del baño, es profundamente complejo dentro y fuera de nuestro canal. Y lo es, sobre todo,por el fuerte protagonismo que tiene la moda en este universo. La fuerte competencia de los canales alternativos en las prendas no atléticas -la gran mayoría- siempre ha marcado el presente del baño en el canal deporte. Un canal que con los años, además, sigue siendo incapaz de llevar a su terreno al que, sin duda, es el gran target de este segmento: la mujer. El gran volumen de ventas de baño, más del 90% probablemente, se lo lleva el baño moda.Y el problema, para el canal, es que la mayoría de este baño moda se vende en canales alternativos, sobre todo en las cadenas de moda juvenil. El deporte, como pasa en otros segmentos, controla, básicamente, la parte atlética, especialmente en mujer. Cuando la mayoría de gente piensa en bañadores, los que los relacionan directamente con el deporte son muy pocos, porque en un país de sol y playa como España, el bañador es una prenda (un básico) para ir a la playa y no para nadar.Y salvo raras excepciones, quien va a la playa no lo hace con un balador de natación. La diferencia entre las ventas de baño competición (natación) y baño moda es abismal, y aunque poco a poco las distancias se van acortando (parece que los comercios deportivos han entendido que limitar su oferta a las prendas atléticas no les beneficiaba en absoluto), la fuerza de los canales alternativos parece difícil de contrarrestar. Ni siquiera con el punto de inflexión que supuso el boom de las marcas surferas, las primeras que tuvieron suficiente sentido común como para combinar diseño -estética gliss- y funcionalidad. Su declive en plena crisis fue considerable, pero el camino ya estaba marcado, y lo siguieron muchas otras marcas de raíces deportivas que vieron en el baño moda una buena oportunidad para hacerse un hueco en este segmento. El baño deporte está más que controlado por 4 o 5 marcas especializadas y es demasiado exigente (si no que se lo pregunten a Nike), en cambio el baño moda es una buena oportunidad para marcas que trabajan bien el sportwear. Y hay muchas. Además, a diferencia de otros segmentos donde la competencia de los canales alternativos es muy fuerte, el comercio deportivo sí ha apostado fuerte por esta categoría (muy importante en los meses pre-verano), sobre todo en hombre. Sin renunciar a algunas líneas técnicas, la oferta habitual de bañadores hace tiempo que se ha transformado, ganando peso bermudas, bikinis y otros tipos de bañador más habituales en el canal de la moda.Y no nos engañemos, también ha tenido mucho que ver en ello Decathlon. Para variar. VIDAS DISTINTAS Es obvio que los llamados bañadores para competición y los que estrictamente se usan para ir a la playa tienen cualidades muy diferentes. Casi opuestas. En los bañadores para nadar en piscina (o aguas abiertas) prima la funcionalidad. Son bañadores que tienen que tener unas cualidades determinadas -ligereza, comodidad, ajuste, resistencia al cloro…- y por tratarse de una prenda técnica, y a pesar de que no es un segmento que mueva muchos millones, el desarrollo tecnológico emerge como clave competitiva.Así, no es extraño que, sobre todo en las marcas especializadas, los departamentos de I+D sean la pieza más importante de muchas empresas. El problema es que las mejoras tecnológicas vienen acompañadas de un incremento del precio medio y no todo el mundo está dispuesto a gastarse ese dinero para nadar, sobre todo si no se tiene un nivel lo suficientemente alto como para beneficiarse de estas prestaciones. Se trata pues de prendas que suelen utilizar casi exclusivamente los federados, quienes practican este deporte con regularidad (casi siempre en piscina pero también en aguas abiertas en verano) y algunos practicantes ocasionales. El resto, los que nadan de vez en cuando, no acostumbran a apostar por estas prendas para ir a nadar, bien por su precio o bien por estética. Así, si nos limitamos a los federados, y tomando como referencia los datos facilitados por la Real Federación Española de Natación (que aglutina a la natación, el waterpolo, los saltos, la natación sincronizada y la de larga distancia), 2017 se cerró con más de 64.119, lo que representa un incremento del 40% en la última década, un dato que confirma la fuerza de una disciplina que avanza casi en la sombra y en la que, como muchos otros deportes, las licencias no son representativas del porcentaje de practicantes, muchísimo más alto de lo que puedan reflejar estos datos. Datos que, lógicamente, son lo suficientemente importantes como para que las inversiones que hacen las marcas o la apuesta que puedan llevar a cabo determinados operadores, esté más que justificada, sobre todo en gamas medias. a fondo ESPECIAL BAÑO Moda y deporte: historias alejadas

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