TradeSport 274 - Marzo 2019

43 Controlar la producción significa, sobre todo, tener mayor calidad, mayor flexibilidad y mayor capacidad para adaptarse a la demanda. Y evidentemente, puedes ofrecer un mejor servicio a tus clientes... hacerla bien y que funcione es otra historia. Y ahí está el problema. Con tanta oferta, el pádel se está autodestruyendo, perdiendo margen, perdiendo oportunidades y perdiendo negocio. Un ejemplo: el llamado Street Price. Por “imperativo legal”, cuando una marca llega al lineal ya lo hace con un descuento del 15%. Y si empezamos así, mal asunto. Como acaba de decir, en los últimos años se ha multiplicado la oferta en palas. ¿Qué problemáticas conlleva esta exagerada oferta? La mayoría de problemáticas que hoy en día tiene el pádel tienen que ver, precisamente, con esa oferta exagerada. Para cualquier segmento, para cualquier sector, la competitividad es muy buena. Imprescindible. Pero cuando esta oferta está muy por encima de la realidad de ese segmento, se disparan los problemas, sobre todo a nivel de precios y deslealtades. El pádel es un universo demasiado atomizado y, también, demasiado regionalizado. Hay pocas marcas que sean realmente fuertes en todas las zonas. La competencia es muy feroz, sobre todo en el mercado nacional, y muchas marcas, sobre todo aquellas que no tienen músculo financiero y que buscan la rentabilidad a corto plazo, apuestan por posicionarse en según qué zonas a través de una política de precios agresiva. Y ese problema, que ya de por sí es grave, lo es todavía más cuando en vez de 3 ó 4 marcas, esta estrategia la hacen 30 ó 40. O más. ¿Y en qué posición está Just Ten en esta nueva realidad? Pues en una posición muy definida: nosotros somos una marca de gama alta y media-alta que prioriza la calidad y que tiene muy clara su política de precios. Y en ésta no se contempla, para nada, entrar en esa guerra de precios. No creemos que sea esa la manera de ayudar a nuestros clientes y, ni mucho menos, la manera de posicionar una marca. Nuestra filosofía, como decía antes, tiene la diversión como base, y aunque obviamente, como cualquier empresa, queremos ser rentables, tenemos muy claro que nuestra prioridad no es el volumen; nuestra prioridad son la relaciones. Con nuestros clientes y con los usuarios de nuestros productos. Preferimos cuidar y apoyar a nuestros detallistas que conseguir grandes volúmenes a costa de reventar precios. ¿Qué herramientas se impulsan desde la marca para evitar ciertas deslealtades en la venta de su marca? Nosotros hemos apostado por tres métodos muy definidos para intentar ser lo más transparentes posibles en este sentido. Para empezar, nuestras palas salen todas referenciadas, de manera que podemos saber en todo momento de dónde han salido. Por otro lado, todos nuestros monitores están vinculados a una tienda y nuestro contrato es con la tienda, no con el monitor. Con eso evitamos la habitual venta de maletero. Por último, en nuestras garantías, exigimos el ticket de compra para saber exactamente dónde se ha adquirido la pala y si se ha comprado al precio recomendado. Son tres métodos muy simples que si los siguiéramos todos sería mucho más fácil estabilizar el mercado. La competencia es muy buena… si está controlada. ¿Cuáles son las principales asignaturas pendientes del pádel a nivel de distribución? Pues más allá de este “descontrol” de la oferta del que hemos hablado y que está en el origen de la guerra de precios que define este universo, creo que la gran asignatura del pádel tiene que ver con la falta de planificación que hay. En otros segmentos del deporte se trabaja con programaciones a 6, 9 o 12 meses vista, pero en el pádel se trabaja demasiado a corto plazo, al día a día, y eso limita mucho el margen de acción de las marcas. Por suerte nosotros contamos con una ventaja muy grande: la producción propia. Eso nos permite ser mucho más flexibles y suplir esta falta de previsión que define al pádel. La relocalización, precisamente, es una tendencia que se está imponiendo en el pádel. Ustedes desde que arrancó el proyecto siempre han apostado por una fabricación “in situ” y racional. ¿Qué ventajas aporta esta estrategia de fabricación? Como decía antes, nuestra prioridad es la calidad, no el volumen. Y para poder ofrecer máxima calidad, tienes que tener un control absoluto de la producción. Y eso solo se consigue si puedes estar 100% pendiente de todo el proceso. Controlar la producción significa, sobre todo, tener mayor calidad, mayor flexibilidad y mayor capacidad para adaptarse a la demanda. Y evidentemente, puedes ofrecer un mejor servicio a tus clientes. ¿Cuál es el valor añadido que ofrece Just Ten a la tienda? Todos nuestros valores añadidos van estrechamente ligados, precisamente, con lo que acabo de decir. Poder controlar la producción nos permite, además de ofrecer palas de alta calidad con las que el cliente puede diferenciarse de sus competidores, tener un excelente servicio de atención al cliente y gestionar rápida y eficazmente cualquier duda o cualquier necesidad que nuestros clientes puedan tener, tanto a nivel de producto (jamás dejamos a un cliente sin posibilidad de vender) como de garantías (dando una respuesta rápida a cualquier problema técnico que haya podido tener una de nuestras palas). Por último, nuestro estricto control del pricing y

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